lunes, 29 de octubre de 2012

Cataluña o Portugal

Milio Mariño

El problema de Cataluña viene de largo, de cuando reinaba Pelayo. No obstante, para que nadie se sienta ofendido, en cuanto a la paternidad de esta nueva ruptura que anuncian como definitiva, se me antoja que la culpa, en este caso, no es de los catalanes, es de IKEA.

IKEA fue quien precipitó los acontecimientos con aquel anuncio: Bienvenido a la república independiente de tú casa. Un spot curioso, remezclado con imágenes familiares que apelan a la casa de cada uno como el lugar en el que establecemos nuestras propias normas y hacemos lo que nos viene en gana.

Ya sé que es arriesgado bromear con las reivindicaciones nacionalistas. Sobre todo porque cuando uno bromea con alguien que antepone el nacionalismo a cualquier otro razonamiento enseguida aflora la sensación de que estás mofándote de sus convicciones y se siente ofendido. Otra cosa sería si se esforzara por considerar su situación más desde el lado bueno que desde el malo. Si se fijara más en las satisfacciones que en las privaciones y comprendiera que la mayoría de las personas no disfrutan de lo que tienen porque ambicionan demasiado lo que, quizá, no puedan tener.

Por ese lado, por el de quitarle dramatismo al asunto y tomárselo con humor, iba, el hoy fallecido, Peces Barba cuando hace por estas fechas un año, en el X Congreso Nacional de la Abogacía, dijo que el conde-duque de Olivares, allá por 1640, se encontró con dos levantamientos a un tiempo: el de los catalanes y el de los portugueses.

"Yo siempre digo en broma, dijo Peces Barba, que qué habría pasado si en lugar de quedarnos con Cataluña nos hubiéramos quedado con Portugal. A lo mejor igual nos hubiera ido mejor, aunque quizás no, porque, como poco, nos habríamos perdido algo tan interesante como los duelos entre el Madrid y el Barcelona".

Llegados a este punto, una treintena de abogados catalanes decidieron abandonar el salón de actos donde se celebraba la conferencia. Mientras se levantaban, visiblemente enfadados, Peces Barba estuvo callado, pero reaccionó y dijo a continuación: "Dejemos salir a los que tengan que salir".

Repuestos de la inicial sorpresa, el resto de los presentes respondió con un sonoro y encendido aplauso, lo que contribuyó a enervar, todavía más, los ánimos de los que se habían levantado.

Peces Barba, había comenzado disertando sobre los peligros de recrearnos en la nostalgia pero los abogados catalanes prefirieron pasar por alto el contexto de la broma e hicieron público un comunicado en el que mostraban, por unanimidad, su indignación y rechazo.

Visto lo visto, Peces Barba se disculpó. Dijo que le gustaba hablar con humor pero que, si a pesar de la explicación, se sentían ofendidos les pediría excusas. Eso sí, no pudo evitar referirse a la susceptibilidad con la que los catalanes habían recibido sus comentarios y añadió: "Háganselo mirar. Me parece que ustedes no deberían ser tan susceptibles".

Eso digo yo. Digo que este nuevo envite, un envite de Mas, estamos tomándolo demasiado en serio. Llevaba razón el sabio Descartes cuando hablaba de la existencia de un demiurgo burlón y la necesidad de invocarlo para que interviniera y zanjara ciertas disputas. Descartes era así, era un racionalista convencido de que los sentimientos pueden llevarnos al engaño y el desvarío. Aunque bueno, también tenía sus cosas. Creía que los monos podían hablar, pero preferían guardar silencio, no fuera que los pusieran a trabajar.

Milio Mariño/ Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Milio Mariño