lunes, 14 de septiembre de 2015

Alcoa, la caseta y el perro

Milio Mariño

Cuando salía por ahí en bici, hace de esto seis años, siempre que pasaba por delante de Alcoa decía lo mismo: Que pena, cuanto necesita una mano de pintura. Y es que la dejadez, la suciedad y la herrumbre le daban un aspecto que no hacía presagiar nada bueno. Déjate de chorradas, que inviertan en tecnología, apostillaba mi compañero, yendo a lo práctico. Eso por supuesto, pero yo veía la fábrica y no podía evitar acordarme de aquel viejo refrán que decía: Viendo la caseta ya se sabe cómo es el perro.

No creo que está mal traído el viejo refrán del perro. Me atrevería a decir que es de los que ladran poco pero sabe proteger a sus dueños. Seguro que es obediente y disciplinado, de modo que se hará el sordo y seguirá a lo suyo, que es enseñar los dientes y morder cuando llegue el caso.

Pero bueno, volviendo a lo que decíamos, a cómo está Alcoa, por fuera y por dentro, y al estado de permanente amenaza en que tiene sumidos a sus trabajadores avilesinos, me asombra que se tome por nuevo lo que es un viejo procedimiento que emplean las Empresas para hacer lo que siempre acaban haciendo. No es que sea adivino y me adelante a los acontecimientos, es que uno ya es perro viejo, volvemos a lo del perro, y tiene cierta experiencia en casos parecidos. Sabe que entre los trabajadores y las razones empresariales hay trazada una línea que se levanta sobre la falacia de la eficiencia empresarial y la ineficiencia de las instituciones sociales. La culpa del cierre nunca la tiene la Empresa. Cuando no es el coste de la energía, son los impuestos, la baja productividad, la conflictividad, el exceso de huelgas, las cotizaciones a la Seguridad Social, los salarios excesivamente altos, la dificultad de las comunicaciones, las exigencias del protocolo de Kioto, la crisis… Cualquier cosa vale para que empiece la rueda. Los trabajadores culparán a la empresa, la empresa devolverá la culpa y dirá que las instituciones y los trabajadores son los culpables del cierre y estos acabarán pidiendo soluciones al gobierno, que apelará a la responsabilidad de todos, y vuelta a empezar de nuevo. En esta rueda infernal de culpas y excusas podemos estar girando hasta el día del juicio.

Quien parece que aún no sabe cómo va el asunto es la diputada del PP Carmen Maniega, que haciendo honor al significado de su apellido, en asturiano, tuvo la feliz idea de decir que es el momento de planteamientos serios. Que lo que tienen que hacer, el Gobierno central, el del Principado, la empresa y los trabajadores, es sentarse y buscar una solución al problema. Más o menos, como si hasta ahora hubieran estado de broma.

No pretendo hacer leña de lo que dijo Maniega, que seguramente lo dijo con la mejor intención del mundo. Señalo que ya está en marcha la rueda y que lo siguiente será que el Principado culpe a Madrid; Madrid a Oviedo, Oviedo a Soria, al ministro no a la ciudad, y así hasta navidades que será cuando Alcoa diga hasta aquí llegamos y anuncie que cierra. Apunten la fecha porque las Empresas tienen una querencia especial por los días señalados y, en este caso, le viene que ni pintado que estemos con el turrón y el árbol y las Elecciones como regalo.

Milio Mriño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 7 de septiembre de 2015

Salinas, expediente X

Milio Mariño

No me sorprendió que este verano visitaran la oficina de turismo de Salinas, solo, 75 extranjeros. Tampoco me sorprendió que este año se registraran casi 45.000 bañistas menos que el año pasado y 283.000 menos que en 2013. No me sorprendió porque vivo en Salinas y llevo años preguntándome quien tiene la culpa de que vengan los cuatro veraneantes de siempre y no venga gente de fuera, ni apenas turistas, ni haya hoteles, ni restaurantes, ni terrazas donde no encuentres a los cuatro de toda la vida, más morenos y en mangas de camisa.

Los datos de este verano son demoledores y ridículos para una de las mejores playas del litoral asturiano, en un año en el que precisamente Asturias lidera el turismo en el norte.

¿Qué pasa entonces? ¿A qué se debe que Asturias se llene de gente y apenas venga nadie a Salinas? ¿Cómo puede ser que haya menos plazas hoteleras y menos restaurantes que hace veinte años. ¿Cómo es que un chiringuito playero, situado en mitad del paseo, estuvo cerrado el verano pasado y este verano ha salido dos veces a concurso y sigue cerrado porque nadie lo quiere? ¿Será acaso porque, en vez de estar en el paseo, frente al mar, lo han situado detrás del edificio de servicios, con vistas a las ventanas de los retretes?

Lo de ese chiringuito, aunque sea único en España, no se me ocurre que pueda ser la causa del declive estrepitoso de Salinas, pero sirve como ejemplo de lo que se hace rematadamente mal, como también se hizo mal la remodelación del Parque de los Patos, chiringuito incluido, y ya no hablemos de la Playa de San Juan: accesos por los que cuesta un huevo llegar, aparcamiento de carbonilla y otro chiringuito que, también, es para nota, por cutre y destartalado. De los servicios no decimos nada porque no existen. Cada cual se apaña como puede y no sabemos si las dunas lo agradecen o protestan porque son discretas y no cuentan intimidades.

Lo que sí funciona bien, en Salinas, son las escuelas de Surf. Las escuelas de Surf han ido en aumento y funcionan de maravilla. Pero todo lo demás va mal y con tendencia a ir peor, a pesar de que el turismo es un fenómeno social y económico que en cualquier parte, menos aquí, ha experimentado un continuo crecimiento y una profunda diversificación. Se ha convertido en una verdadera industria generadora de empleo y riqueza que, en buena medida, está salvando a España de la catástrofe económica. 
Aquí no. Aquí andamos muy preocupados por la subasta eléctrica y nos despreocupamos de rentabilizar y sacar partido a unos recursos naturales que en otro sitio serían aprovechados como un regalo del cielo. Pero aquí nada: ni una fiesta, quitando la muy particular del Surf, ni un acto cultural, ni un concierto, ni unas jornadas, ni un mercadillo… Nada de nada. Bueno, me olvidaba de la fiesta de la cerveza celebrada en el patio de la biblioteca, no vaya a ser que en sitio más grande, y vistoso, Salinas se llene de gente y moleste a los veraneantes con pedigrí. “Pied de Grue” en francés, que como bien saben se refiere a las grullas. Ese animal de tráquea muy larga que suele pavonearse y emite agudos sonidos que se escuchan a mucha distancia y quizá lleguen a Piedras Blancas.

Milio Mariño / Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España