Cuando salía por ahí en bici, hace de esto seis años, siempre que pasaba por delante de Alcoa decía lo mismo: Que pena, cuanto necesita una mano de pintura. Y es que la dejadez, la suciedad y la herrumbre le daban un aspecto que no hacía presagiar nada bueno. Déjate de chorradas, que inviertan en tecnología, apostillaba mi compañero, yendo a lo práctico. Eso por supuesto, pero yo veía la fábrica y no podía evitar acordarme de aquel viejo refrán que decía: Viendo la caseta ya se sabe cómo es el perro.
No creo que está mal traído el viejo refrán del perro. Me atrevería a decir que es de los que ladran poco pero sabe proteger a sus dueños. Seguro que es obediente y disciplinado, de modo que se hará el sordo y seguirá a lo suyo, que es enseñar los dientes y morder cuando llegue el caso.
Pero bueno, volviendo a lo que decíamos, a cómo está Alcoa, por fuera y por dentro, y al estado de permanente amenaza en que tiene sumidos a sus trabajadores avilesinos, me asombra que se tome por nuevo lo que es un viejo procedimiento que emplean las Empresas para hacer lo que siempre acaban haciendo. No es que sea adivino y me adelante a los acontecimientos, es que uno ya es perro viejo, volvemos a lo del perro, y tiene cierta experiencia en casos parecidos. Sabe que entre los trabajadores y las razones empresariales hay trazada una línea que se levanta sobre la falacia de la eficiencia empresarial y la ineficiencia de las instituciones sociales. La culpa del cierre nunca la tiene la Empresa. Cuando no es el coste de la energía, son los impuestos, la baja productividad, la conflictividad, el exceso de huelgas, las cotizaciones a la Seguridad Social, los salarios excesivamente altos, la dificultad de las comunicaciones, las exigencias del protocolo de Kioto, la crisis… Cualquier cosa vale para que empiece la rueda. Los trabajadores culparán a la empresa, la empresa devolverá la culpa y dirá que las instituciones y los trabajadores son los culpables del cierre y estos acabarán pidiendo soluciones al gobierno, que apelará a la responsabilidad de todos, y vuelta a empezar de nuevo. En esta rueda infernal de culpas y excusas podemos estar girando hasta el día del juicio.
Quien parece que aún no sabe cómo va el asunto es la diputada del PP Carmen Maniega, que haciendo honor al significado de su apellido, en asturiano, tuvo la feliz idea de decir que es el momento de planteamientos serios. Que lo que tienen que hacer, el Gobierno central, el del Principado, la empresa y los trabajadores, es sentarse y buscar una solución al problema. Más o menos, como si hasta ahora hubieran estado de broma.
No pretendo hacer leña de lo que dijo Maniega, que seguramente lo dijo con la mejor intención del mundo. Señalo que ya está en marcha la rueda y que lo siguiente será que el Principado culpe a Madrid; Madrid a Oviedo, Oviedo a Soria, al ministro no a la ciudad, y así hasta navidades que será cuando Alcoa diga hasta aquí llegamos y anuncie que cierra. Apunten la fecha porque las Empresas tienen una querencia especial por los días señalados y, en este caso, le viene que ni pintado que estemos con el turrón y el árbol y las Elecciones como regalo.
Milio Mriño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
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