lunes, 26 de diciembre de 2016

La inocentada de la sentencia

Milio Mariño

En cosa de un par de días llegarán los Santos Inocentes. Una fecha que, sin ser festiva, es muy celebrada. De hecho, no sé qué religión profesará Christine Lagarde pero, este año, tal vez decida poner una vela a esos santos, sin descartar que les rece un rosario. No sería para menos en vista de la sentencia que la declara culpable y no la condena.

El día de los Santos Inocentes se estableció, en principio, como recuerdo de la trágica matanza ordenada por Herodes pero, en la Edad Media, decidieron cambiarle el significado y la convirtieron en una fiesta de carácter divertido en la que lo típico son las bromas. Un cambio que algunos estudiosos atribuyen a la intención cristiana de contrarrestar la celebración de la “Fiesta de los Locos”, de origen pagano, que con el nombre de “Día de los tontos” se celebra el uno de abril en los países anglosajones.

La festividad cambió de sentido pero, para el caso, viene bien que sean dos fiestas: la de los inocentes y la de los tontos. Viene bien porque la señora Lagarde, la Corte de Justicia de la República y el FMI celebrarán los Inocentes y nosotros podemos celebrar “el día de los tontos”, sin esperar al uno de abril. Es lo que nos toca después de que la presunta inocente fuera declarada culpable y no solo no recibiera condena sino que su culpabilidad tampoco figura en su historia penal. La sentencia reconoce la culpa, pero deja a Lagarde sin sanción, aludiendo a su estatura política internacional y a que los hechos que la incriminan ocurrieron en plena crisis mundial. Lo cual es una inocentada que, a buen seguro, celebrarán Strauss-Kahn, Horst Köhler y Rodrigo Rato, antecesores en el cargo que también tuvieron, y tienen, problemas con la justicia.

Al final, tenemos que tomarlo como una inocentada, pero maldita la gracia. Fueron más de cuatrocientos millones de euros los que el estado francés regaló al millonario Bernard Tapie sin que la señora Lagarde, entonces ministra de Economía y Finanzas, se diera cuenta pues, al parecer, estaba muy preocupada gestionando la crisis y no tenía tiempo para atender pequeñas minucias.

La sentencia, que conocimos hace unos días, pone de relieve la vigencia y similitud de las dos festividades. Por un lado estarían los inocentes, es decir los que creen que la Justicia es ciega e igual para todos, y por el otro los tontos. Los que, aun reconociendo que hace tiempo que la Justicia se ha quitado la venda, tenemos que fastidiarnos y soportar el escarnio de sentencias como esta y organismos internacionales, presididos por la hipocresía y la corrupción, que gobiernan el mundo y siguen dando consejos sobre el modelo democrático y de gestión que hemos de seguir.

Además, para que la inocentada sea mayor, el Gobierno socialista francés se apresuró a brindar su apoyo y expresar su total confianza en la, ahora, condenada señora Lagarde, a pesar de que fueron los socialistas, precisamente, quienes denunciaron el caso. Así es que nada, pelillos a la mar y todos contentos. Fíjense lo bien que ha salido todo que, Christine Lagarde, ha dicho que no recurrirá la sentencia porque, aunque no está de acuerdo, prefiere pasar página y olvidar el asunto. Solo falta que la felicitemos por haber puesto cara de palo y haber aguantado la broma como si creyera que iban en serio.

(c) Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

viernes, 23 de diciembre de 2016

Les engarradielles en Nuechebona

La mio collaboracion de los xueves nel programa Noche tras Noche de la RPA

El mi lio d'esta selmana ye polo que, nestes feches, suel pasar en munches families cuando s'avera la Nuechebona. Por esa cena familiar que, en munchos casos, nun escurre como debiera o acaba n'espolín. D'ehí qu'estos díes abonden les alvertencies, los conseyos y les prevenciones.

Nun l'armes que te conozo. Non se t'ocurra falar de política, nin de fútbol, nin de la familia, nin de lo que fixisti nos tos años mozos. Nun vuelvas dicir que los de dereches son unos fachas nin cuentes esa hestoria de que les llibertaes y el bienestar que tenemos debese a lo que dalgunos lluchastis cuando yerais xovenes. Nun aportunes con eso de que, agora, los mozos son bovinos y l'universidá un pandorial onde pastien como oveyes. Escaezte de lo tuyo y d’esi conformismu qu'aportunes en denunciar. Fai un esfuerzu y tengamos la fiesta en paz.

Esos, o paecíos, avecen a ser los conseyos en munches families pa la cena de Nuechebona. Que nun se ponga sobre la mesa nin un solo tema que puea acabar en bronca. Ye lo que suel faese pero yo tengo duldes de que la prevención valga p'ameyorar la cena. Discusiones, a lo meyor nun hai, pero pue ser peor el remediu que la enfermedá.

Suponiendo que faigamos casu y guardemos al neñu traviesu que llevamos dientro, ya inclusive que'l tontu de la familia, qu'en toles families lo hai, se porte meyor qu'otres veces, l'esfuerzu por caltener una paz artificial pue facer qu'en cuenta d’una cena de Nuechebona paeza una convención d'estriñíos celebrando la so cena añal.

Falar, en familia, como si acabáramos de conocenos, diciendo cumplíos y frases feches pue provocar unos coldazos y aforfugones que te dexen ensin aliendu y hasta se te salten les llárimes. Pues facer la promesa de nun sacar los temes prohibíos y nun falar d'otra cosa más que de banalidaes pero paezme un sufrimientu innecesariu ya inútil.

Si, porque cuando casi tamos avezaos a los defeutos de cada unu, tenemos qu'empezar de nuevu como si arrendáramos una personalidá pa la cena. Y eso oblíganos a tar tol tiempu pendientes…. Perhí nun vaigas, curiáu con esi chiste, güeyu con esa tema…

La ilusión de los anfitriones, sobremanera de les madres y les güeles que son les que más sufren, ye que toos síamos felices y nun se xenere dengún espolín, pero buscar la felicidá neses condiciones ye como buscar un chiste nel discursu del Rei Felipe. Difícil, mui difícil…

Asina que nun sé…. Dios me llibre de dar conseyos… Namás apurro un comentariu… Lo ideal, creo yo, ye que cada unu se porte como ye y sía tolerante colos demás… Que toos nos aceptemos tal como somos… Nun ye muncho pidir…. Por eso pídovos que cenéis bien, síais felices y esfrutéis. Pasáilo bien

Feliz Navidá.
Milio Mariño

lunes, 19 de diciembre de 2016

El Avilés como negocio

Milio Mariño

Una prueba de que en Navidad puede suceder cualquier cosa es que Papa Noel ya llegó al Real Avilés, procedente de México. Llegó con un regalo sin que los aficionados le hubieran escrito pidiéndolo. Fue una sorpresa. Un regalo para hacer negocio. Eso dijeron. Pero ni yo ni unos cuantos forofos, sorprendidos por la noticia, vemos donde puede estar el negocio. Aunque claro, que no lo veamos nosotros no significa que no lo haya. Significa que somos miopes para los negocios porque al fútbol español, incluso a nivel modesto, está llegando capital extranjero.

Así es que algún negocio habrá. Tiene que haberlo cuando los chinos, que no son tontos, están comprando equipos por toda España. Hace apenas un mes, en la Nueva Condomina de Murcia, se celebró lo que dieron en llamar el derby de Shangai. Un partido entre el Jumilla, propiedad de Hui Tang-Li Xiang y el Lorca cuyo propietario, Xu Genbao, proviene como el otro de dicha ciudad. El partido, de Segunda B, se televisó para que lo vieran en China, donde supongo que tanto el Jumilla como el Lorca desatan pasiones.

Cuesta entenderlo. Hace unos años nadie imaginaba que el equipo de su pueblo pudiera estar en manos de un chino, un árabe o un mexicano. Pero los tiempos cambian a pesar de que algunos sigamos en lo nuestro y pensemos que un club como el Real Avilés, por mucho que se gestione bien, no puede llegar muy lejos. Eso pensamos los incautos. Que el fútbol, al nivel que hablamos, no puede ser, nunca, un negocio. Pero… ¿Qué sabemos nosotros? ¿Vamos a compararnos, por poner un ejemplo, con Tariq Abdulaziz Al Naama, que fue quien compró a la Cultural Leonesa y la salvó de su desaparición?

Lo que acaba de ocurrir con el Real Avilés lo explican porque, al parecer, siguiendo la estela del éxito de Carlos Slim, en el Real Oviedo, el grupo inversor mexicano "IQ Finanzas" ha visto negocio y gestionará el club unos años con la intención de ascenderlo y luego comprarlo. La operación ya se firmó pero, a riesgo de resultar pesado, sigo sin ver el negocio. Y no solo por miopía, como dije al principio, sino porque las estadísticas señalan que, desde que se crearon las Sociedades Anónimas Deportivas, el 75% de los clubes de fútbol, gestionados por ellas, han dado pérdidas y generado deudas. Deudas cuya solución fue pedir créditos a los bancos, recurrir a los Ayuntamientos e instituciones públicas, llegar a acuerdos con Hacienda y, en muchos casos, vender el club o liquidarlo.

Las estadísticas están ahí y son demoledoras, pero yo me quedo con un dato que quizá lo explique todo. Iván Bravo, que fue responsable de planificación estratégica del Real Madrid y es director de Aspire, dijo que uno de los motivos por los que la sociedad de Tariq Abdulaziz Al Naama eligió la Cultural Leonesa fue por la similitud de León con Qatar. “Los dos trabajamos con una base de población pequeña para poder identificar, captar y formar talento deportivo y humano. Y tanto León como Qatar tienen ganas, deseo y calidad humana para conseguir resultados y éxitos por encima de una lógica demográfica e histórica”.

Ya estoy más tranquilo. No había contado con que el desembarco de “IQ Finanzas” en el Real Avilés pudiera ser porque Avilés, tal vez, se parezca a Tijuana como Qatar a León.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

viernes, 16 de diciembre de 2016

Tarxetina de Navidá

La mio collaboración de xueves nel Programa de la RPA, Noche tras Noche

El mio lio d'esta selmana empieza por una entruga: ¿Que ye la Navidá?, ¿Sábemoslo de verdá?, ¿Somos conscientes de lo que celebramos? Ye una entruga obligada porque tamos arrodiaos de lluces de colorinos, anque cada vez menos, musiquina de villancicos, Papás Noeles y fartures a tutiplén.. Por eso… ¿de qué vamos falar sinón…? Pues de la Navidá?

Por cierto… El xueves que vien a estes hores yá vamos saber a quien-y tocó El Gordu que, como siempre, caerá bien lloñe, a mil kilómetros a lo menos. De toes maneres, anque non me toque nin un ris, yo prefiero esti gordu al otru…. A esi que llamen Papa Noel y va calando ente nós hasta'l puntu de que yá son munchos los pás que camuden a los Reis por Noel y non porque sían republicanos sinón porque lo ven más modernu y acorde con estos tiempos… Digo yo que sedrá por eso y non por amenorgar puestos de trabayu… Porque volvemos a lo de siempre… Lo qu'equí faen trés, perhí fuera arréglense con unu solo.

Ta too mui guapu pero la maxa de la Navidá pa mi que s'acaba'l día qu'afayamos la verdá… Quiero dicir que, cuando de neños, llevamos la narizada de que nin los Reis son lo que nos dixeron nin Papa Noel entra en casa pela chimenea… Pues, a partir d'ehí, yá se fastidió too... Queda lo que queda… Un consumismu al que nos vemos emburriaos y del que toos participamos, anque reneguemos y demos en criticar… Sí, porque criticar criticamos abondo, pero tou nos paez pocu… Cuanto más regalos y más fartures meyor… Dizse muncho eso de que… Yo nada, a mi con un par de calcetos y dos calzoncíos yá me tienen contentu… Tamién se diz…. La cena de Nuechebona, baaaa… Si me punxeren dos güevos d’aldea con un chorizu y unes pataques frites, quedaba tan a gustu… Si que se diz… Pero tol que pode tirase al mariscu…

Asina que nada, otru añu a siguir la rueda… A esfrutar de la Navidá procurando nun pensar en nada: nin nes perres nin nos efeutos secundarios… Qu'esa ye otra… Hai xente qu'inda nun probó'l turrón y yá ta pensando n'endelgazar en Xineru… La tiranía del cuerpu ye lo que tien… Nun dexa a la xente tranquila, non la dexa comer ensin que-y quede un cargu de conciencia…

Yo mialma lo creo asina.. La Navidá ta fecha pa los neñinos… Los mayores pos bonu… La receta ye dexase engañar… A lo menos hasta'l siete de xineru… Depués yá se verá… Yo ye lo que voi facer…Voi facer como que sigo creyendo nos Reis.. Voi vivir la Navidá como si fuera un neñu. Más o menos como fixo Carmina, la de la llotería, que de sobra sabía que'l décimu nun taba premiáu…

Asina que yá vos digo, lo meyor pa estos díes ye sacar al neñu que llevamos dientro… Lo malo ye si nos toca cuidar a los nietos… Tantos neños xuntos… Nun sé… Pue armase la de coyer.

Milio Mariño

lunes, 12 de diciembre de 2016

Uno de espías

Milio Mariño

Todo lo que se vende se vende más por Navidad. Todo menos los periódicos, que se venden igual: menos en papel y casi nada por internet. Imagino que algo harán pero, mientras llega, pensé que lo mismo que el cine hace películas para estas fechas, también yo podía hacer un artículo. Un artículo para entretener y nada más. Por ejemplo, uno de espías. Género, muy socorrido, al que acaba de apuntarse el polémico Pérez Reverte que el 16 de diciembre llenará el Niemeyer a reventar.

Arturo ha vuelto a las librerías, en vísperas de Navidad, con un nuevo personaje, Lorenzo Falcó, un espía de los de antes: contrabandista de armas, agente doble y lo que haga falta para ser execrable. El éxito parece asegurado, a pesar de que la ficción está perdiendo terreno frente a la realidad. Ahora lo que vende son las historias de personas corrientes porque, casi todos, somos un poco morbosos y nos gusta que, entre nosotros, existan héroes y villanos con los que coincidimos en la cola del supermercado.

El ejemplo más cercano sucedió, hace solo unos días, cuando el diario alemán Sueddeutsche Zeitung destapó la noticia de que Roque Núñez Fuentes, un almeriense de 51 años, residente en Colonia, casado y con cuatro hijos, había sido descubierto como agente doble. Es decir, como miembro del servicio secreto alemán, para el que trabajaba, y “Soldado de la Alá”, a las órdenes de la Yihad.

Si la noticia fuera ese dato, si no hubieran entrado en detalles, echaríamos la imaginación a volar y pensaríamos que se trata de un superagente como los de las películas. Un hombre con unas cualidades extraordinarias: listo, intrépido, valeroso e, incluso, conquistador, que ha recibido una formación y un entrenamiento excepcionales y está preparado para salvar a la humanidad de cualquier desastre. Así es como lo pintarían en una novela o en una película de Hollywood, pero el periódico alemán informa que nuestro Roque, que se hacía llamar Herr Roque, trabajaba de contable en un banco y llevaba la contabilidad de la pequeña parroquia católica de Krefeld, con una minuciosidad y pulcritud absoluta. Y, eso no es todo porque Herr Roque, originario de un pueblo de Almeria, antes de ser contable en un banco y administrador parroquial, había sido tatuador con taller propio, actor porno de películas gay, vendedor de ropa interior militar, ferviente admirador del Che, de quien luce un tatuaje en el pecho, y defensor activo de la bisexualidad, a pesar de que, según sus vecinos, se portaba y educaba a sus cuatro hijos, de forma ejemplar, en la fe cristiana.

No creo que haya ficción que resista semejante historia. Que alguien con esos antecedentes, creencias y oficios pueda ser reclutado, primero por el servicio secreto alemán y luego por la Yihad, con quien se había comprometido a cometer un atentado y matar infieles, resulta increíble. No parece que pueda ser verdad. Y, lo más sorprendente es que no lo descubrió el contraespionaje alemán, se descubrió él mismo diciendo, en un chat extremista, que era un “soldado de Alá”. Gracias a ello fue detenido, en Colonia, el pasado 16 de noviembre.

Supongo que por cosas como esta, el diccionario de Oxford eligió posverdad como la palabra de 2016. Su significado es confuso pero, así por libre, podría traducirse como la verdad revelada que, una vez conocida, nos deja con cara de imbéciles.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 5 de diciembre de 2016

Impuestos tontos

Milio Mariño

El secreto para perpetrar un atraco sin vulnerar la ley consiste en apropiarse de nuestro dinero sustituyendo la palabra atraco por la de impuesto. Acaban de hacerlo. El Gobierno, aumentó los impuestos al tabaco y las bebidas alcohólicas y creó un impuesto nuevo para las bebidas azucaradas. Algo que se veía venir porque De Guindos y Montoro hace tiempo que no saben qué hacer y a lo más que llegan es a romper la hucha del abuelo para coger unas pelas y tirar hasta fin de mes.

Nadie esperaba milagros. Todos sabíamos que mentían cuando decían que no subirían los impuestos. Pero una cosa es mentir y otra lo que hace Montoro, que nos toma por tontos y espera que le demos la razón. Ya ocurrió cuando la famosa Amnistía Fiscal, disfrazada de Regularización. Solo faltaba la “Fiscalidad saludable”. Y aquí la tenemos. Nuevos impuestos que gravan el consumo de sustancias que se consideran nocivas para la salud. Lo tradicional era el alcohol y el tabaco, pero han añadido las bebidas azucaradas por aquello de que, al parecer, están relacionadas con el incremento de la obesidad. Ahí es nada, porque si de lo que se trata es de protegernos contra los azucares, anda que no tienen productos para ponerles impuestos y amargarnos la vida a base de bien. Cabe suponer que lo siguiente será poner un impuesto a los pasteles, las galletas y las rosquillas de anís.

Habría que preguntarle a Rajoy, a ver qué dice ahora de lo del IVA de las chuches. Menudo filón para proteger a los niños de los azucares.

Sobra decir que estamos obligados a contribuir y que los impuestos es el medio del que dispone el Estado para obtener los recursos que le permitan cumplir las obligaciones que tiene contraídas con la sociedad. Eso no se discute. Lo que se pone en cuestión es la búsqueda constante de nuevos impuestos que suelen ser regresivos y cuya justificación cae dentro de lo ridículo.

El consuelo, en esto, es que no somos los únicos. El pasado 18 de noviembre se estableció en Portugal el llamado “Impuesto al Sol”. Una revisión catastral que supondrá una carga extra para la casa o el piso que sea muy luminoso y se beneficie del sol. Un impuesto para “los inmuebles donde la localización y operacionalidad relativas tengan un peso del 20% o más”. Bajo ese eufemismo se cobija una revalorización del piso en función del sol que reciba y de su calidad ambiental.

Puede parecer increíble pero ese impuesto ya está en vigor. Lo cual nos acerca al vaticinio de que llegará el día, no muy lejano, en que paguemos por respirar. Pagamos por tantas cosas... En Arkansas, las personas que decidan hacerse un tatuaje o un piercing están obligadas a pagar un 6%, de su costo, en impuestos. El Gobierno finlandés, hace poco, estuvo en un tris de aprobar una tasa específica para las personas obesas, al objeto de sufragar los gastos médicos ocasionados por las enfermedades relacionadas con el sobrepeso. A cambio, proponía reducir el IVA para los vendedores de bicicletas.

La injusticia, de que tengamos que pagar un impuesto por beber un refresco, es que solo beneficia a los pobres. Los ricos apenas lo notarán. Podrán seguir bebiendo los refrescos que quieran, sin darse cuenta de que serán los más perjudicados en cuanto al incremento de la obesidad.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

viernes, 25 de noviembre de 2016

Los xabalís yá son como cualesquier vecín

La mio collaboración de los xueves nel programa Noche tras Noche de la RPA

El mi lio d'esta selmana ye polos xabalís…. Yá sé que xabalís siempre los hubo… Que vivíen nel monte y un día apaecía unu per equí… otru día otru per allá, depués yá fueron dos, llueu una manada y agora, dende apocayá, paez como si vivieren en cualesquier barriu de la ciudá. Atópeslos per tolos sitios… yá nun respeten na, nin a la policía municipal. El vienres pasáu, nel Berrón, apaeció una peada de cinco y trés d'ellos truñaron contra un coche patrulla de la Policía de Siero. Los policíes resultaron ilesos pero casi la palmen del xustu.

Llevamos tiempu ablucándonos porque los xabalís baxen del monte y s’averen a les zones urbanes. Asina ye, y yo creo que'l nuesu plasmu vien de que nun pensamos con mentalidá de xabalí… Pensamos como pensamos y nun mos ponemos nel so llugar… Fixámosnos namás nel físicu y como nun son mui agraciaos refugamos que nun son intelixentes.  Tamos enquivocaos, los xabalís son mui llistos. Tienen una gran memoria y anque de vista anden regular súplenlo col olfatu. A tou eso hai qu’amestar que va tiempu llegaron a la conclusión de que somos inofensivos… Nun yos facemos na… ¿Qué razones tendríen pa nun dar un paséu peles zones onde vivimos ?. Nenguna. Asina que nun hai por qué estrañase de qu'un vienres pela nueche una peada de cinco xabalís quixeren dar una vuelta pol Berrón. A lo meyor, El Berrón, pa ellos ye un sitiu d'ambiente…

 Yá sé qu'una cosa ye que dar una vuelta y otra truñar al coche de la policía… Pero quien sabe, igual lo fixeron en defensa propia… Igual teníen mieu de que-yos fixeren un control d'alcoholemia.
El problema ye que cada vez hai más xabalís abeyando peles zones urbanes. Y la preba de que nun se trata d’una casualidá ye que va pocu sosprendieron a unos cuantos n'Uviéu, nos xardinos de Villa Madalena. Lo cuál demuestra que tán tan integraos que-yos interesa, como a nós, el pufu que tien l’ayuntamientu con esi xalé.

La Conseyería de Recursos Naturales calcula que n'Asturies hai 60.000 Xabalís. Una cifra que desmiente'l Fapas, que diz que nun son tantos. Non lu sedrán pero, al paecer, hai consensu tocantes a que puen ser 700 los que viven pela redolada  d'Uviéu… Y dalgo habrá que facer…

Los zoólogos y los defensores de los animales proponen que les soluciones que s'adopten nun sían violentes. Ye fácil dicilo pero si pidiéramos voluntarios pa que falaren colos xabalís y los convencieren de que nun baxaren del monte nun creo qu'apaecieren munchos. Lo qu’asocedío en Siero demuestra que yá nun respeten nin a la Policía Municipal. Y como lo siguiente sía que tamién truñen a la Guardia Civil… Entós si que yá… Cualesquier día vémoslos merendando chocolate con churros nuna terraza de la calle Palaciu Valdés.

Milio Mariño

lunes, 21 de noviembre de 2016

Ronda que te rondaré

Milio Mariño

El anuncio de la alcaldesa de Castrillón, de presentar un nuevo recurso judicial contra el trazado elegido para la llamada Ronda Norte, ha devuelto a la actualidad un proyecto que lleva diez años parado, por más que se considere vital para el puerto de Avilés. Para el puerto y la Comarca, pues Avilés, Castrillón y Corvera forman un espacio urbano continuado, aunque se trate de tres ayuntamientos distintos. Tres ayuntamientos con la obligación de entenderse y ofrecer soluciones que en ningún caso pueden ser particulares. Las redes viarias, la movilidad y los accesos, de los tres concejos, están tan inter relacionados que han de contemplarse en su conjunto. No puede hacerse de otra manera, a menos que se quiera tirar el dinero y no resolver los problemas.

La cuestión, ahora mismo, es que se ha acusado al Ayuntamiento de Castrillón de localista por anunciar un nuevo recurso contra el trazado de la Ronda. Tal vez lo sea, pero allá se anda con el de Avilés pues el ayuntamiento avilesino, con su silencio, está aceptando un trazado que haría posible la construcción de la Ronda a costa de crear un problema mayor fuera de su término municipal. La Ronda Norte, tal como está concebida, desemboca en la Variante, una vía, actualmente, saturada de tráfico que con el aporte de vehículos pesados sufriría un colapso. De modo que ese trazado solo podría ser una solución, para los accesos al puerto, sí incluyera desdoblar la Variante y transformarla en Autovía. Circunstancia que no está contemplada en el estudio económico y el Ministerio de Fomento, en principio, no asume.

El Ayuntamiento de Castrillón estaría equivocado si lo que propone es volver al trazado del túnel bajo la ría. Los técnicos, es cierto que han calificado la llamada “alternativa 3”, la que contempla el túnel, como la mejor, pero su elevado coste la hace inviable. En cambio, sí el trazado propuesto incluyera el desdoblamiento de la Variante, podría ser una solución para los accesos de ambos concejos. Conviene tener en cuenta que el acceso a Castrillón ya genera problemas y los accesos de Avilés están todos por resolver. Avilés no tiene resuelto el acceso de la Autovía del Cantábrico, por la Cruz de Illas y La Carriona, ni el acceso de la Variante por Buenavista. Cuenta con único acceso aceptable, el de la Rotonda de Los Oficios, que es insuficiente.

El compromiso de Fomento es financiar el proyecto de la Ronda Norte una vez que el Principado lo redacte. Y en esas estamos después de diez años. De ahí que nos parezca que el Gobierno del Principado no puede permanecer al margen y asistir, como espectador, a la disputa entre dos Concejos. Tiene que tomar la iniciativa, sentarlos en torno a una mesa y si, al final, no hay acuerdo decidir una solución. No parece lógico que apueste por un Área Metropolitana Central y adopte una actitud neutral cuando es necesario corregir los desequilibrios, acabar con las tensiones entre los Concejos y resolver, de una vez, los problemas de un área congestionada donde la mejora de la accesibilidad es una necesidad prioritaria. No podemos seguir así otros diez años. Apelar al localismo no justifica la ineficacia. Tan censurable es que los Ayuntamientos de Avilés y Castrillón no se pongan de acuerdo cómo que el Gobierno del Principado deje pasar el tiempo y no haga nada.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España


lunes, 24 de octubre de 2016

Corruptotes y corruptitos

Milio Mariño

Las declaraciones de los acusados en el caso Gürtel nos han puesto al tanto de que hay corruptotes y corruptitos. Dos especies que se parecen pero son diferentes. De hecho, Bárcenas pertenecería a una y Correa a la otra. Fue lo que insinuó Correa, en su intento por convencernos de que la corrupción consiste en hacer de la política un negocio que enriquece a unos pocos pero beneficia a todos. Ahí estuvo, presumiendo de qué se lo llevó crudo porque se lo merece. Fue muy didáctico. Describió una época en la que quien no se hizo rico fue porque no quiso. Sirva como ejemplo que, entonces, cualquiera que se dedicaba a alicatar cuartos de baño ganaba el doble que un profesor de universidad. Lo cual, además de suponer la dignificación del proletariado, demostraba que los jóvenes que apostaban por ir a la universidad actuaban como unos parásitos que no contribuían en nada al progreso de la sociedad.

Aquella España era Jauja. Era consecuencia de la política neoliberal de Rato y Aznar, aderezada con la Ley del Suelo y el pelotazo. Todo un éxito si tenemos en cuenta que el PIB per cápita creció un 64%, la inflación se redujo y la riqueza neta de las familias casi se duplicó. De modo que pasamos a ser casi ricos por obra y gracia de una entelequia que, ahora, acaban de revelarnos. Aquella riqueza, aquello que parecía normal y no lo era, tenía su origen en la corrupción. La corrupción dinamizó la economía, favoreció el crecimiento y se convirtió en motor del progreso. De ahí que los acusados consideren que los cargos que les imputan son producto de una incomprensión moral pues, si bien es cierto que, sobre el papel, tal vez pudieron haber cometido alguna irregularidad, debería tenerse en cuenta que lo hicieron movidos por su enorme utilidad social.

El argumento, y la defensa, de los acusados en el caso Gürtel va por ahí. Pero eso no es todo. Han dejado en el aire la interesante pregunta de si era más corrupta aquella España de entonces o esta de ahora. Ésta en la que, aun sabiendo que los partidos y muchos de sus políticos están inmersos en casos de corrupción, la gente sigue votándolos y absolviéndolos en las urnas.

Algo de razón sí que tienen. Tal vez deberíamos admitir qué a muchos españoles, si se presentara la ocasión, no les importaría saltarse las leyes, sobornar o hacer lo que fuera, con tal de engordar su cartera. Es decir, que habría una mayoría de corruptitos que piensan como Correa. Lo cual explica que España sea el único país del mundo donde se afirma, con convicción, que la regeneración ética puede hacerse desde el poder. Que todo marcha como es debido porque los corruptos, al parecer, son capaces de condenarse a sí mismos y condenar a sus cómplices. Convicción que encaja, como anillo al dedo, con eso de que el votante del PP tenga derecho a que su partido gobierne pero el votante del PSOE no lo tenga a que el suyo se oponga y cumpla con la promesa que hizo a sus electores. Así que volvemos al principio, a los corruptotes y corruptitos. A un nuevo Gobierno que añadirá dos huevos duros a lo ya conocido y una oposición que se limitará a decir, como Groucho Marx, y nosotros tres huevos más y uno de ellos de oca.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 17 de octubre de 2016

La enseñanza y el uniforme escolar

Milio Mariño

La enseñanza se ha convertido en una de las actividades más complejas y complicadas de la sociedad actual. Tal vez por eso, y por la cortedad de miras de los sucesivos gobiernos, llevamos años sin ponernos de acuerdo al respecto de una Ley de Educación que sea aceptada de forma mayoritaria. La última, aprobada en diciembre de 2013, suscitó el rechazo de todos los Grupos Parlamentarios a excepción del PP, que fue quien la propuso. De todas maneras, a pesar del caos educativo, la educación no figura entre las preocupaciones de los españoles que aparecen reflejadas en las encuestas de CIS.

Será que no es para tanto. A lo mejor el problema no está en la citada Ley sino los uniformes escolares. Lo digo en serio. Me remito al manifiesto publicado por varias asociaciones feministas que consideran inaceptable que se incluya la falda como parte del uniforme escolar pues, en su opinión, se trata de una prenda sexista que fomenta la desigualdad. Lo que no aclaran es por qué demonizan la falda y santifican el pantalón. Y deberían aclararlo porque en base a su razonamiento también podía ser inaceptable que incluyeran el pantalón y que tanto los niños como las niñas vistieran falda.

Cuando leo estas cosas no sé si el mundo se ha vuelto loco o el loco soy yo. Pienso que ya tengo una edad y temo no haber evolucionado al ritmo de los demás. En cualquier caso, aun a riesgo de que me llamen carca, opino que educar en la igualdad no puede ser que consista en hacer que las niñas se parezcan a los niños. Así que ya pueden ser ciento y la madre las asociaciones feministas que suscriben el manifiesto que, para mí, es un disparate que consideren que la vestimenta determina los comportamientos sexistas. Y un disparate mayor que traten de fomentar la igualdad imponiendo la forma de vestir.

Yo lo tenía claro. Pero como quería saber si lo que plantean esas asociaciones feministas venía dado por lo que proponen en otros sitios, di una vuelta por internet y encontré que en el Reino Unido ochenta colegios adoptaron, de forma experimental, el uniforme escolar neutro. Un único uniforme, para niñas y niños, que incluye pantalones, faldas y corbata. El objetivo es que cada alumno, a partir de los cinco años, pueda vestirse en función de su iniciativa y no, necesariamente, de su sexo. Es decir que pueda ponerse la prenda que le apetezca porque los niños, según Paula Weaver, directora del colegio pionero en esta práctica, tienen derecho a expresar su identidad sin nada que les coarte.

El experimento, que ya se hizo el curso pasado, confirmó lo que, seguramente, sospechan. El pantalón fue más popular entre las niñas que la falda entre los niños. Al parecer ni uno solo acudió al colegio vestido con falda. Lo cual demuestra que para ese viaje no hacían falta alforjas. Solo hacía falta que los padres de los niños compraran una falda. Un gasto innecesario que podían haberse ahorrado. Pero que importan unos euros cuando de lo que se trata es de no coartar al niño y que tenga una falda en su armario por si le apetece ponérsela.

Creo que, en esto, la tontería está suplantando a la razón. Menos mal que los niños aportan la sensatez y ponen las cosas en su sitio.

Milio Mariño / Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España

viernes, 14 de octubre de 2016

Bañeres nos praos como bebederu pal ganao

El mio camentariu de los xueves nel programa Noche tras Noche de la Radio del Principáu

El mi lio d'esta selmana empezó por un twit del escritor Roberto González Quevedo nel que sollertaba de que les bañeres tán convertiéndose nun elementu más del paisaxe asturianu, como bebederu pal ganáu.

Dalgunos diréis: Bahh… Menudu problema… Cola que ta cayendo y esti esmoleciéndose por una tontura. Pero, de tontura nada… Basta con dar una vuelta per cualesquier zona rural pa comprobar la cantidá de praos nos qu'hai una bañera vieya como bebederu pal ganáu. Lo cuál, podemos míralo como queramos pero enfea la redolada, enllordia'l paisaxe y da una imaxe tercermundista que nun ye propia d'esti paraísu del que tantu presumimos.

Por eso, nun creo que nin Roberto nin yo seamos los únicos que llamentamos ver un prau preciosu con un montón de vaques pastiando y una bañera en medio enfeándolo tou. Supongo que munchos pensareis lo mesmo. Agora bien, la cuestión ye cómo solventar esi problema. Si lo que cuadra ye reivindicar que'l Gobiernu Rexonal dexe de llamase a andana y ordene al Seprona qu'entame a poner multes o sí sedría meyor concienciar a los ganaderos nel sentíu de q’usar una bañera vieya tirada nun prau, como bebederu pal ganao, queda feu y ye posible que, hasta a les vaques, yos produza refugu. Pa mi que les vaques beben neses bañeres porque nun tienen otru remedio pero si fixéramos una encuesta, apuestu que responderíen que-yos repuna facelo.

Yá sé que falta por conocer la versión de los ganaderos, les razones que los lleven a utilizar esi inventu. Figúrome la respuesta. Van dicir que se trata d'una bebederu baratu que facilita que les vaques tengan agua onde non l'hai y qu'amás cumple cola función de reciclar un trastu. Eses bañeres que cada vez s'usen menos y vamos sustituyendo por una ducha zarrada con cristalinos.
 No del reciclaje lleven razón. Ye verdá que reciclen, pero siguiendo esi exemplu, eso de poner una bañera vieya nun prau como bebederu pal ganao tamién podíamos poner un váter como asientu nuna marquesina del autobús. Hai que mirase un pocu, nun val tou. Si polo menos disimularen enterrando la bañera en suelu o poniéndo-y unos tapinos alredor… Pero tirala de mala manera en mediu del prau. Ehí va, según quede… Queda fatal.

El problema nun ye solu nuesu. Tamién los praos gallegos y cántabros tán llenos de bañeres que s'usen como bebederos pal ganáu. A lo qu'hai qu'amestar les finques onde'l paisanu tuvo la ocurrencia de poner un somier vieyu como portiellu. Son detalles qu’igual paecen de poca importancia pero queden fatal.. Asina que nun taría mal que los ganaderos se fueren concienciando. De momentu avisamos… Dicímoslo equí pola radio…Pero si naide fai casu nun refugo que lo llevemos al Parllamentu Asturianu.

Milio Mariño

lunes, 10 de octubre de 2016

Robots con Seguridad Social

Milio Mariño

Una de las propuestas más interesantes que he oído en los últimos tiempos la hizo mi amigo Pepe Álvarez en  la convención anual de UGT que se celebró en Pruvia, hace siete días. Consiste en que los Robots coticen a la Seguridad Social, al igual que lo harían los trabajadores a los que sustituyen.

Tiene mucho sentido. Los Robots no solo se están haciendo cargo de los puestos de trabajo más elementales y repetitivos sino que según un estudio, publicado por los economistas de la Universidad de Oxford Carl Frey y Michael Osborne, el 47% de los puestos de trabajo actuales será reemplazado por sistemas de automatización y robots de coordinación y visión avanzada. Calculan que en las próximas tres generaciones, unos 75 años, los robots se harán cargo de los puestos de trabajo más tradicionales. No se necesitará gente para recoger las cosechas, ni para pintar una vivienda, limpiar las ventanas o incluso luchar en las guerras. Los robots harán todas las tareas repetitivas, peligrosas, desagradables o aburridas que los seres humanos abordan en la actualidad. Tareas que también incluirán buena parte de la administración y la medicina, e incluso la abogacía, la enseñanza y los periodistas. Es decir, de todos aquellos cuyo trabajo pueda automatizarse en cierta medida. Una medida que crece cada vez más. Por ejemplo, ya hay Robots que corrigen los exámenes de los estudiantes con una aproximación ajustada a como lo haría el profesor.

El futuro es inquietante. Obliga a ver cómo viene y tomar precauciones. Por eso me parece bien la idea de que las empresas compensen a la Seguridad Social, a través de una cotización o alguna otra medida, por la pérdida de empleo que suponen los avances tecnológicos. Sería una aportación que facilitaría la sostenibilidad del sistema y supondría anticiparnos a un debate que, tarde o temprano, tendremos que afrontar. Los beneficios de la reducción de la mano de obra, que representan los avances tecnológicos, deberían ser redistribuidos y servir para algo más que para engrosar las cuentas de resultados de las empresas.

Cierto que también hay estudios, entre ellos uno elaborado por la Asociación de Industrias de Robótica, que indican que por cada robot instalado se crean una media de 1,3 puestos de trabajo. Los estudios depende quien los haga, pero luego vamos a los datos reales y resulta que los salarios caen en picado y cada vez hay más paro. Fíjense en este dato: en el año 2013, descontada la inflación, un trabajador medio cobraba un 13% menos que en 1973, a pesar de que la productividad aumentó un 107% en dicho período.

El dato es asombroso, pero ningún partido político ha planteado abordar cómo afecta y afectará la automatización creciente a las relaciones y los derechos laborales, el paro y el Estado del Bienestar. Nadie plantea la necesidad de conciliar los intereses empresariales con los de los ciudadanos, en el escenario actual y los que se puedan presentar. No se proponen acciones concretas para hacer frente a que cada vez hay menos puestos de trabajo, los salarios evolucionan a la baja y el sistema público de pensiones, así como la Seguridad Social, están a punto de quebrar.

 No es cierto que las cosas se arreglarán por sí mismas y las nuevas generaciones solo tendrán que prepararse mejor. La tecnología no es un instrumento neutral, crea desigualdades que es preciso corregir.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

viernes, 7 de octubre de 2016

El tren que descarriló pa llamar l’atención

El mio camentariu de los xueves nel programa Noche tras Noche de la RPA

El mi lio d'esta selmana ye por esi tren que volvió a descarrilar. Por esi Alvia que venía de Barcelona y descarriló'l vienres pasáu, nun túnel que llamen Llombu del Pollín… Unu de los primeros túneles de Payares según se vien de Llión.

Nesi tren viaxaben 78 pasaxeros y, gracies a que descarriló nun túnel, namás se mancó unu. Renfe diz que l'accidente debese a la rotura d'un rail. Esa ye la versión oficial pero, pa mi, que'l tren descarriló, arrede, pa llamar l'atención…. Seguru que debe tar fartu de que nun-y faigan casu. Seguru que se siente discrimináu al ver que los trenes de toa España rueden per víes y túneles acordies con estos tiempos. Esa tuvo de ser la causa. La frustración de volver atopase colos 61 túneles de Payares. Túneles que fueron construyíos en 1884, mentanto que'l túnel nuevu sigue muertu risa esperando. Imaxino que’l tren debió dicir… Tenéisme hasta les bieles… asina que voi davos un toque… Voi descarrilar dientro d’un túnel pa que nun se manque naide… Ye lo meyor pa mover un pocu la cosa y que los medios de comunicación falen d’esti problema.

Total que l'Alvia descarriló y la repercusión foi inmediata. La conseyera d'Infraestructures, Belén Fernández, que de xuru nin s'alcordaba de que podíamos venir en tren dende Barcelona y, de pasu, vivir una aventura propia del sieglu diecinueve, desiguida reclamó l'apertura de la Variante y del túnel grandón. Esi túnel qu'acabaron va cinco años ensin qu'asocediera'l desliz del chiste… Por suerte non asocedió aquello de poner a un obreru cavando dende Llión y a otru dende Asturies… Y tener dos túneles pol preciu d’unu. Nesti casu atopáronse y la cosa salió bien… Pero tamién atoparon un manantial que mana 300 llitros d'agua per segundu. Y ehí sigue, ensin que les autoridaes sepan si facer un santuariu como'l de Cuadonga, una fábrica d'agua embotellada o un riu con criaderu de truches.

El túnel nuevu tien pa cuntar. Entamaron con un presupuestos de 1.100 millones d'euros, nel 2004, y doce años dempués lleven gastaos 4000 y tururú que te vi morena. Acabaron la obra pero siguimos esperando que se decidan a inauguralo. Asina que yá digo, la escusa oficial foi un rail rotu pero la realidá apunta a que'l tren encabronóse y fexo como facíen los obreros na seronda, decidió pasar a l'aición y reivindicar el so derechu a circular pol túnel nuevu y non por unos túneles que son de fai 136 años. Yá sé que les autoridaes nun van reconocer que'l tren descarriló arrede pa reivindicar sos derechos. Les protestes, siempre procuren callales. Sobremanera si quien protesta son les máquines. Sí, porque a la xente engáñenla con cualquier tontería pero si un tren s’empina nun hai otra vía que dai lo que pida.

Milio Mariño

viernes, 30 de septiembre de 2016

La seronda pa entamar

La mio collaboración de los xueves nel programa Noche tras Noche de la RPA

 El mi lio d'esta selmana ye qu'esti día llamome Marcos Vega y díxome que yá s'acabara'l branu. Y equí me tenéis, faciéndome la entruga de qué ye lo qu'acaba y lo qu'empieza. Nada, porque nun acaba nin empieza nada. Too flúi, que diría aquel. Too escurre per esi ríu qu'un día llegará a la mar. Y, nós intentando flotar. Faciendo lo posible por nun afoganos. Espatuxando pa caltener la identidá de lo que fuimos y nun cayer nel vacíu d'esi sentir que nos lleva a pensar que cada día ye unu menos ya inda nun fiximos nada que mereza la pena.

Si me notáis un pelín raru que naide s'asuste. Tamién yo lo noté, yá me dí cuenta de que toi quedando fora de la realidá. Pienso que debe ser cosa de la seronda, d’esa seronda que nos vuelve un pocu más grises y un pocu más murnios. La seronda siempres paga les culpes del pesimismu y la murnia. Y, a lo meyor, quien sabe, igual ye culpable de too. Hasta d’esos pelos qu'atopamos nel llaváu, na ducha, nel peñe y per tolos llaos… Seguru que ye culpa de la seronda, de los factores esternos, non de que temos quedando calvos.

De toes formes, nun quixera, por nada del mundu, que naide s'amurniara. Los qu'acabáis de matriculavos nun cursu d'alfarería, talla de madera o cualesquier ximnasiu anti panza, tenéis que caltener la ilusión intacta. Los médicos encamienten facer el tontu como terapia. Dicen que ye bien cenciellu, sobremanera pa los más llistos.

Facer el tontu ya rise ye sanu y nun sal mui caru. Ta demostráu qu'asina curense munchos males. Muncho más que pol procedimientu d'encamenta-y la nuesa salú a un santu. Y nun falo solu de los santos tradicionales, amesto santos modernos como San Ibu Profeno o Santa Aspirina de Bayern.
Sé qu'estos díes hai muncha xente enfociada con esu de que s’acabara’l branu, llegara la seronda y la vida volviera a ser cuchu. Pero non tou ye negativu. Agora ye cuando entama a llover y a facer fríu pero, precisamente por eso, amenórgase la contaminación del aire y alendamos muncho meyor qu’en branu.

Tamién tien otres ventayes. Si t’apetez un petite exóticu: comer mangos de México, o espárragos peruanos, pués comelos anque sía a mediaos de payares o principios d’avientu. Y otra cosa, ye precisamente agora cuando nos damos cuenta de qu’aquellos quince díes de vacaciones que nos fixeron sentir persones yeren una cruel mentira. La vida real nun yera aquello, ye esto. Asina que, caún, pue tómalo como-y de pola gana pero pienso que lo meyor ye facenos a la idea de que nos queden once meses per delantre pa esfrutar y ser felices. Once meses de felicidá, eso sí,  quitando los sábados, los domingos y les fiestes de guardar.

Milio Mariño

lunes, 26 de septiembre de 2016

El Maquinista y la máquina de la verdad

Milio Mariño

Hace poco apareció en varios periódicos una noticia que me llamó la atención: “Un maquinista abandona el tren en Osorno y deja tirados a ciento nueve pasajeros”. Ese era el titular pero, si seguíamos leyendo, descubríamos que el culpable de la faena no era el conductor del tren sino el responsable de personal de la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles que no había previsto que el maquinista rebasaría su jornada laboral, en esa estación. De modo que cuesta entender que la noticia apareciera en esos términos. Solo se me ocurre que tal vez haya que interpretarlo como que no alcanzaría a ser noticia que RENFE dejara tirados a ciento nueve pasajeros. A lo mejor, en las facultades de Periodismo, siguen poniendo el ejemplo de que no es noticia que un perro muerda a un hombre, sino que sea este el que muerda al perro. Esa puede ser la razón, no se me ocurre otra.

Si el asunto va por ahí significaría que solo se considera noticia el mundo al revés. Si alguien le echa valor, para que las cosas sean como tienen que ser, se silencia o se tergiversa la acción. La verdadera noticia era que un trabajador no había sucumbido a las presiones de sus jefes y había actuado de forma responsable y conforme a la ley. Es decir, que lejos de dejar tirados a los pasajeros lo que había hecho era protegerlos aun a riesgo de que lo pusieran en el disparadero, como, al final, sucedió.

El tratamiento que algunos medios dieron al suceso fue, ciertamente, escandaloso, pero responde a la abulia de una sociedad que, todavía, no ha tomado conciencia de que la democracia se acaba a las puertas de la empresa. Las órdenes del empresario tienen la presunción de que son legítimas. Es decir que, hasta que se demuestre lo contrario, la orden debe cumplirse. El trabajador, ante una orden que considera injusta, o contraria a derecho, tiene, primero, que cumplirla y luego reclamar, para que un Juez diga si era correcta o no. Solo en casos donde exista un riesgo grave e inminente, la legislación hace posible que el trabajador deje de realizar su trabajo. Pero lo que parece una medida de protección acaba siendo meterse en un lío. ¿Cómo y quién determina que el trabajador corre un riesgo grave e inminente? Es el propio trabajador, el que tiene que valorar la situación, exponiéndose a que, luego, un juez considere que el riesgo no era tan grave ni sé demostró que fuera inminente porque, a lo mejor, no pasó nada.

¿Era un riesgo grave que el maquinista prolongara su jornada? ¿Corrían, él mismo y los pasajeros, el riesgo inminente de un accidente ferroviario? Si hubiera continuado el viaje y no hubiera pasado nada, todos tan contentos. Pero si surgiera un accidente sería considerado culpable ya que realizaba su trabajo sabiendo que había superado el límite legal del horario establecido.

Lo que sucedió, que el maquinista se negara a exponer a los pasajeros a un posible accidente, tal vez no sea noticia. El responsable de un medio es quien decide si lo ocurrido tiene relevancia y debe ser conocido por la sociedad. Es un poder casi mágico, pero esa magia no debe emplearse para tergiversar los hechos y construir un llamativo titular. Además de faltar a la verdad, puede hacer mucho daño.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Tino Casal, 25 años de la muerte de un genio

En el aniversario de su muerte reproduzco un artículo que escribí para la serie Asturiano en el Paraíso


Quienes constituían su entorno, afirman que cuando Tino Casal cumplió 40 años tuvo el presentimiento de que no llegaría a viejo. Era como si intuyera que, en cualquier momento, podía ocurrirle algo malo y definitivo. Las letras de sus canciones dejaban entrever un mensaje fatalista que, entonces, nadie tuvo en cuenta, quizá porque era conocida su obsesión por el más allá, la muerte y los esqueletos. Siempre andaba a vueltas con esos temas pero, al inicio de 1990, además de sus neuras, estaba un poco perdido. Su música se alejaba de lo que la gente quería escuchar y él, que era un perfeccionista, se veía como alguien derrotado, abatido y, en cierta manera, nostálgico. Parecía como si despertara de un sueño y constatara, de pronto, que era un insignificante mortal.

Tino había estado al borde la muerte, le había dejado su novia, se había muerto Costus, y algún otro amigo de su pequeño mundo, y notaba que los demás empezaban a verle como un personaje esperpéntico que no encajaba dentro de las nuevas tendencias de la música. Le quedaba un halo de esperanza y aquel tesón incansable que lo llevó a iniciar una nueva etapa volcándose, con pasión, en la pintura y la escultura. Volvió a la pintura y, siguiendo la línea del arte neosicodélico y el pop-art, pintó cuadros de grandes dimensiones, al tiempo que realizaba ocho esculturas, abstractas y figurativas, en las que repetía, de forma obsesiva, los temas relacionados con su enfermedad y la muerte.

Tino era mucho más que un cantante de éxito, era un artista completo. Compositor, productor, arreglista, pintor, escultor y diseñador, su música recorrió la década de los 80, marcando la pauta de la vanguardia y de un planteamiento estético-artístico que era impactante e innovador. Lo increíble de sus éxitos musicales es que no sabía interpretar ni un acorde, su formación musical era nula, pero era capaz de componer de oído una canción completa, arreglos incluidos, sirviéndose de su voz como instrumento.

José Celestino Casal Álvarez, Tino Casal, había nacido en Tudela Veguín, el 11 de febrero de 1950. Allí, al pie de la fábrica de cemento, y de los tejados blancos que recordaba con nostalgia, fue a la escuela y se hizo amigo de los hermanos Palicio, pasando, en 1961, a la academia del Frailín, en La Felguera, donde estudió el bachillerato al tiempo que asistía al taller de pintura de Fernando Reguera. En 1963, con sólo 13 años, se desplazó a Oviedo y entró en la Escuela de Artes y Oficios. Ya le gustaba la música, así que formó un grupo que fue de los primeros en usar guitarras eléctricas y tocar el “Twist & Shout” de los Beatles. Después fundó Los Zafiros Negros y en 1967, con solo 17 años, entró a formar parte de "Los Archiduques", sustituyendo a Cholo Juvacho, que se había puesto enfermo. Sin tiempo para ensayar grabó un disco y sorprendió a todos por sus grandes dotes artísticas. Con Archiduques grabó tres discos más, pero al éxito inicial sucedió una etapa en qué la crítica no fue favorable y el grupo acabó separándose.

Disueltos los Archiduques, Tino se fue a Londres y volvió a la pintura. En Londres se sintió atraído por la corriente glam y se relacionó con figuras como John Miles, Brian Ferry o David Bowie. Regresó a España en 1977, firmando un contrato con la discográfica "Philips" y grabando dos discos de discreta acogida.

Durante un concierto en la sala Pachá de Valencia, en el verano de 1985, Tino sufrió un esguince de tobillo y, desoyendo a los médicos, siguió de gira durante dos meses, automedicándose con antiinflamatorios y analgésicos, hasta que tuvo que ser hospitalizado, al borde de la muerte. El exceso de antiinflamatorios había provocado una descalcificación, que degeneró en necrosis de la cabeza del fémur, llegando a temerse que se extendiera a los riñones de forma irrecuperable. Afortunadamente no fue así. Tuvo que permanecer en cama, y luego en silla de ruedas, más de un año, lo cual provocó que llegaran a circular rumores de que padecía Sida. También se habló de su presunta homosexualidad, pese a que era conocido que había tenido una relación, de más de diez años, con Pepa Ojanguren.

Tino Casal presumía de asturiano. Venia, de vez en cuando, por Tudela Veguin y luego regresaba a Madrid hablando con acento de aldea para que supieran donde había estado. Decía que echaba de menos hasta el ruido ensordecedor de la fábrica.

Superado el mal trago de la enfermedad, Tino, que era divertido, accesible, generoso y manirroto, volvió a salir adelante pero quiso el destino que un lluvioso 21 de septiembre del año 1991, después de haber cenado en el restaurante Mythos, Casal y sus amigos fueran a la discoteca Gotham, en Pozuelo de Alarcón. Al final de la noche, ya por la mañana, Tino decidió volver a casa con Gonzalo García Villanueva y Antonio Villa-Toro. Volvían en un Opel Corsa que acabó estrellándose, a causa del agua en la carretera, contra una farola y reventando la parte delantera derecha, donde viajaba Tino, que no podía ir en la parte de atrás por sus problemas de cadera. Lo evacuaron en un helicóptero pero falleció, en el aire, mientras lo trasladaban al hospital. Según la autopsia, una de sus costillas se había fracturado y le había partido el corazón en dos.

Bastones de todas clases y broches brillantes en forma de salamandra adornan el recuerdo del autor de Lágrimas de cocodrilo. Tino, fiel a su estilo, insiste en provocar. Siempre que hay tormenta suena su voz.

Milio Mariño

lunes, 19 de septiembre de 2016

Es lo que hay…

Milio Mariño

El culebrón que estamos viviendo, con el devenir de las relaciones entre Pedro Sánchez, Mariano Rajoy, Albert Rivera, y Pablo Iglesias, no deja de añadir nuevos episodios que auguran un final de terceras elecciones en navidad. Un desenlace que nadie quiere y evidencia que entre los sufrimientos más comunes está el deseo de que las cosas sean distintas a como son. Distintas aunque no del todo, pues las últimas encuestas reflejan que hay un alto porcentaje de españoles que si volvieran a convocarse elecciones, volverían a insistir en la idea de que cualquier gobierno que no fuera el actual sería, incluso, peor. Lo cual, traducido al lenguaje de la calle, podría resumirse con esa frase que se ha hecho famosa y se ha convertido en la más repetida de los últimos tiempos: “Es lo que hay”.

“Es lo que hay” sirve para casi todo. Para justificar que llueva tres días seguidos y como exclamación después de ver el recibo de la luz. Pero como me gusta enredar y no temo meterme en un campo de minas, aún me quedaba la duda de si la frase se habría hecho famosa en el sentido de tirar la toalla o como actitud frente a la realidad. Quiero decir que lo que expresa tanto puede ser que nos damos por vencidos como que aceptamos los hechos de forma realista. Puede entenderse de las dos maneras. En un caso significaría que nos resignamos y renunciamos a la posibilidad de cambiar lo que no nos gusta o nos perjudica y en el otro que somos conscientes de la realidad y nos armarnos de paciencia para cambiarla.

El resultado que avanzan las encuestas confirma que los electores volverían a decir: “Es lo que hay”. Y, tal vez no signifique que se resignan pero, en cualquier caso, aceptan que nada cambie y todo siga igual. Un síntoma preocupante porque se empieza por aceptar lo que hay y se acaba aceptando que la corrupción es algo consustancial y propio de una sociedad heredera de la dictadura, donde los chanchullos, el clientelismo y la designación a dedo eran los mecanismos habituales. Las cosas siempre funcionaron así y así seguirán funcionando, dirán los escépticos, reacios a cualquier cambio. Aquí el que no roba, o no defrauda, es por qué no puede. El que puede lo hace en la medida de sus posibilidades: ya sea levantando unos bolis y dos paquetes de folios en la oficina, una caja de herramientas en la fábrica, o defraudando y pagando en negro cuando se tercie. 

A lo mejor no vale la pena que hagamos cábalas sobre cómo puede ser que, si se convocaran nuevas elecciones, al 34% de los votantes no le supondría ningún problema moral votar al partido con más escándalos de corrupción de la democracia. A lo mejor la cosa es tan simple como que son más los que se sienten identificados con una sociedad corrupta que con la otra que algunos proponen. Solo así se explica esa preferencia por que sigan gobernando los que gobernaron.


Y, en esas estamos, tratando de digerir que son más los partidarios de “Es lo que hay” que los de lo que no hay. Habíamos planteado que la frase podía significar resignación pero también una actitud pragmática que incluía cambiar la realidad de forma sensata. No es ninguna de las dos cosas, es una advertencia de que sería inútil que esperáramos más.  

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 12 de septiembre de 2016

Cruceros y pateras en paralelo

Milio Mariño

La vida es dura. Ya sé que quejarse no sirve de nada pero cuando vi los seis autobuses que esperaban, a pie de muelle, a los pasajeros del crucero alemán “MS Europa”, no pude por menos que hacer esa reflexión y acordarme de que vivir no consiste en hacer lo que a uno le dé la gana sino lo que alguien dispone para nosotros. Si albergaban alguna duda fíjense en lo que les digo. Los pasajeros del MS Europa acababan de desayunar y los autobuses los esperaban para llevarlos a jugar al golf y a pasear por Avilés, Oviedo y Gijón. Menudo tute. Pero así es la vida.

También es verdad que hay gente que se rebela y no acepta que le hagan un traje a medida. Cualquiera de nosotros se hubiera rebelado y esgrimido que pagó una pasta por el pasaje para reclamar su derecho a la pereza, pero esta gente, me refiero a los que frecuentan los cruceros de lujo, disfruta con el esfuerzo. Es otra mentalidad. Confían más en el esfuerzo físico que en la inteligencia. Seguro que, cuando subieron a los autobuses, dirían que menudo día les esperaba. Pero lo dirían con la boca pequeña. En el fondo, lo que pensaban sería que para eso habían pagado, para que les zurraran la badana.

Estaba yo dándole vueltas a la mentalidad alemana cuando empezó a rondarme por la cabeza lo que suele decirse de los que viven por allá arriba. Que las buenas vacaciones y los cruceros de lujo son consecuencia de lo mucho que trabajan. Que, seguramente, se lo habrán ganado y lo tienen merecido. Pero entonces aparecieron los autobuses y se me cruzaron los cables. Los cables y unas imágenes que hicieron que me entraran unas ganas locas de recurrir a la demagogia.

La realidad suele ser demagógica. Desde donde yo estaba, los autobuses se parecían, de forma asombrosa, a los que, el pasado mes de febrero, desfilaron por Clausnitz (Alemania), cargados de refugiados y fueron recibidos, a pedradas, por una turba de vecinos que les impidió el paso al asilo donde iban a ser alojados. Mientras les tiraban piedras gritaban: "¡Somos el pueblo!" "¡Fuera de aquí, no os queremos!"

Como el parecido era asombroso creí estar ante una especie de videojuego de realidades invertidas. Trescientos extranjeros acababan de llegar al puerto y eran transportados en autobuses al refugio de un campo de golf y a pasear por nuestras ciudades. No venían de un país africano, venían de un país rico y beligerante que nos había exigido recortes en Sanidad, Educación, Atención Social y Pensiones. De modo que hubiera estado justificado, desde luego mucho más justificado que lo que hicieron en Clausnitz, que alguien gritara: "¡Somos el pueblo, fuera de aquí, no os queremos!"

Ocurrió lo contrario. La gente se felicitaba de qué hubiera llegado al puerto un crucero alemán con trescientos turistas adinerados. Todo eran parabienes y vaticinios de que la llegada de los extranjeros supondría una buena inyección de dinero para la hostelería y el comercio locales.

¿Qué hubiera sucedido si en vez de haber llegado un crucero de lujo lo hubiera hecho una patera con trescientos africanos a bordo? No lo sabemos, pero lo más probable es que hubiéramos sido educados, tolerantes y solidarios. Nada que ver con lo que hicieron en Clausnitz. Pero eso, a los del crucero, les trae al pairo.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 5 de septiembre de 2016

Pedro, se fuerte

Milio Mariño

Prisioneros de nuestro capitán en funciones, antes incluso de que acabara agosto volvieron a torturarnos con otro discurso de investidura. Un discurso gris, triste y frío sobre las bondades de ese matrimonio de circunstancias entre Rivera y Rajoy. No sé ustedes pero yo quité la voz al televisor y procuré disfrutar del cine mudo. Tuve que hacerlo porque no podía soportar la pesadez de un modelo retórico que consiste en repetir la misma cosa tres veces. La primera para el español medio, la segunda para el español tonto y la tercera para los que somos tontos de remate ya que ni a la de tres entendemos nada.

Cuesta entender que Mariano siga empeñado en que lo hagan Presidente por aclamación. Que insista en que navega mejor que nadie por el mar de la crisis y la corrupción. Por ese abismo que describe masticando las palabras y haciendo unos gestos que solo hay que fijarse en el rictus para imaginar dónde pudo haber guardado la lengua antes del discurso.

Intenté no pensar en ello. Volví a poner el audio para escuchar los discursos de réplica pero tuve que volver a quitarlo. Nadie, ni uno solo de los que hablaron, dijo algo interesante. Todos se afanaron en disculparse.

Vino a ser lo de siempre. Unos hicieron de su lengua una alfombra, otros la agitaron para parecer ofendidos, algunos la usaron para dar lametazos y los nacionalistas para preguntar por lo suyo. Cada cual, con mejor o peor fortuna, intentó parecerse al fallecido Antonio Ozores, aquel actor que tenía como mérito hablar de forma que nadie entendiera una palabra.

Hay quien dice que en eso consiste la política. Que lo políticamente correcto es no llamar a las cosas por su nombre ni decir lo que se piensa. Quienes eso afirman suelen poner como ejemplo que pensamos negro y decimos de color.

Ya lo dejó escrito Quevedo: “Por hipocresía llaman al negro moreno; trato a la usura; a la putería casa y al barbero sastre de barbas”. Lo dijo hace siglos y no voy a decir que estamos igual porque faltaría a la verdad. Estamos peor. Ya no se trata de cuatro eufemismos sino de que los políticos hablan para ellos y nadie más. La esencia de los discursos ha sido eso. O yo, o el caos.

Con todo, el problema, al parecer, es que unos descerebrados se oponen a que gobierne el Presidente de un partido acusado de corrupción y financiación ilegal. Una irresponsabilidad que perjudica nuestra economía e intranquiliza a los mercados. De modo que la mayoría de los periódicos y los medios de comunicación no han dudado en señalar al culpable, puesto que está causando un perjuicio de consecuencias impredecibles, sobre todo, a los jubilados y las personas humildes.

El culpable, dicen que es Pedro Sánchez. Pedro fue culpable cuando era candidato y vuelve a ser culpable cuando el candidato es Rajoy. Aún así, por muy culpable que sea, creo que merecerá el mismo trato que Mariano le dispensó a Luis. Un mensaje que diga: Pedro, se fuerte. Hacemos lo que podemos.

Poco podemos hacer los que pensamos que cualquiera mejor que Rajoy. Lo único esperar y, si llega el caso, votar en navidades. Al fin y al cabo es el vecino el que elige al presidente y es el presidente el que convoca por tercera vez al vecino para que elija al presidente.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 22 de agosto de 2016

Gustavo Bueno prefería al malo

Milio Mariño

Entre las pequeñas cosas que guardo, como oro en paño, están las dos horas que pasé con Gustavo Bueno. Fue por casualidad. Gustavo venía con Pepe Martínez, aparecí yo, Pepe tuvo que ausentarse y me encargó que acompañara al filósofo hasta la hora de la conferencia. Fuimos al Monterrey, a tomar un café. No se me olvida. Lo que no recuerdo es la fecha. Debió ser a principio de los ochenta y quizá en diciembre porque Gustavo hablaba, sin parar, de la lotería. Decía que hacerse rico así era lo más injusto del mundo y peor, incluso, que atracar un banco, pues no requería ningún esfuerzo. Cargaba contra el Estado, asegurando que transformaba el bombo del sorteo en el dios de los calvinistas. Yo estaba embobado con su discurso. Y con sus manos. Las movía de una forma muy peculiar, vueltas hacia sí y con la habilidad de un trilero.

Años después, hará nueve o diez, le dediqué un artículo a propósito de unas declaraciones suyas, en este periódico, en las que decía que Zapatero era bobo porque pensaba como Alicia la del espejo. Gustavo acababa de publicar un libro,  “Zapatero y el pensamiento Alicia”, en el que comparaba el cuento de Lewis Carroll con el ideario del líder socialista.

Discrepaba entonces, y discrepo ahora, de que lo único aprovechable del espejo sea la parte opaca. Es decir, lo que no aparece reflejado y, a juicio del filósofo,  deberían ser cualidades del buen gobernante: la insensibilidad, la desconfianza, el distanciamiento, el autoritarismo y la mala uva.
 Eso, precisamente, era lo que Gustavo Bueno reprochaba a Zapatero, que tuviera esas carencias, que fuera bobo en ese sentido. Lo denunciaba en el libro. Un libro que escribió, según sus  palabras, por patriotismo.

Creo, sinceramente, que Gustavo había entrado, ya, en una deriva imparable. Y no me refiero a sus apariciones en los programas de la tele basura. Me refiero a sus ideas y al empeño por proclamarse patriota, contra el que no tengo nada, pero apelar al patriotismo para reclamar que merecemos ser gobernados por una persona malvada que ejerza el poder sin escrúpulos, equivale a dar por bueno que, para Gustavo, quienes gobiernan como está mandando son los dictadores y los sátrapas.
Ignoro si ese autoritarismo, y esa mala uva, que Gustavo reclamaba para el Presidente del Gobierno también lo hacía extensible a otros ámbitos, como los empresarios, los guardias de la porra, los alcaldes e, incluso, los filósofos. Menos mal que el libro que le dedicó a Zapatero tenía un objetivo pedagógico. Según él, había hecho un esfuerzo para, sin perder el rigor de los conceptos,  procurar que todo el mundo lo entendiera.

 Se agradece el esfuerzo, pero ni con esas logré entenderlo. En parte, porque soy muy corto y, lo que resta para el todo, porque el filósofo empleaba un discurso que cada vez se entendía menos. Metía en el mismo saco a Zapatero, Mao, Kofi Annan y Abimael Guzmán, el que fuera líder de Sendero Luminoso. Y, yo, cuando me hablan del pensamiento Gonzalo ya es que me pierdo. Mi cabeza no da para tanto.


Lo que digo no quita para que siga considerando que Gustavo Bueno fue un genio. Lamento que haya fallecido y guardo aquellas dos horas, que pasé con él, como oro en paño, pero discrepo en lo que se me alcanza. No me gustan los malos. Prefiero que me gobierne una buena persona antes que un malvado.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 15 de agosto de 2016

Prohibido cantar

Milio Mariño

Los chigres y los bares han cambiado mucho. No se parecen en nada a lo que fueron hace unos años. Ahora sirven tapas en platos cuadrados y donde ponía “Se prohíbe cantar” pone “Prohibido fumar”. Casi todo es distinto. Lo único que sigue igual son los baños. El otro día entré en uno y estoy por apostar que la mosca gorda y azul que daba cabezazos contra el ventanuco oxidado que había encima del inodoro era la misma que hace veinte años intentaba salir de allí. Ya sé que las moscas no duran tanto, pero si no era la misma sería de la familia, la hija o la nieta, porque tenía un parecido asombroso.

La nostalgia nos lleva a cosas así; es manipuladora y frustrante. Dicen que recurrimos a ella cuando presentimos el futuro vacío. Lo que yo presentía era una necesidad imperiosa de hacer aguas menores. Por eso entré en aquel chigre y me vino a la memoria lo que dijo Faulkner: “El pasado no está atrás ni olvidado, ni siquiera estoy seguro de que esté en el pasado”. Bien dicho. La prueba es que, en la tele, aparecen las mismas películas de cuando éramos niños. Tal vez por eso, volví a encontrarme con el letrero: “Se prohíbe cantar”. Eché de menos que no estuviera acompañado de otro que siempre estaba a su lado: “Se reserva el derecho de admisión”.

Digo que lo eché de menos porque, cuando era niño, pasé mucho tiempo sin comprender el significado de aquella frase. Y me intrigaba no saben hasta qué punto. La otra no. “Se prohíbe cantar”, para mí estaba claro. Imagino que le encontraba sentido porque como, aquí, llueve tanto tiene su lógica. También la tiene otro letrero que recuerdo porque debió parecerme sensato: “Prohibido blasfemar sin motivo”.

Repasando algo tan simple como los letreros de los bares, pensaba que ya va siendo hora de olvidar ciertas cosas pero, luego, al recordar mi infancia y mi juventud no pude evitar el reproche hacia aquellos energúmenos que lo prohibían todo. Porque, lo de prohibir cantar en los bares, no creo que viniera de la Sociedad General de Autores.

Lo curioso es que ahora, cuando apenas queda ninguno de aquellos letreros, a casi nadie se le ocurre ponerse a cantar en un bar. Solo unos pocos, como los clientes del bar “La Eritaña”, se rebelan contra la vieja prohibición y todos los lunes disfrutan cantando tonada, habaneras y lo que se tercie.

También es partícipe de la rebelión, la Asociación Folklórico-Musical “Villa y Condado de Noreña”, que ya va por la octava edición de un certamen tan curioso como: “Prohibido cantar... desentonáu”. Todo un acontecimiento en el que participan las sidrerías, bares y chigres de la localidad, reviviendo lo que, al parecer, era una costumbre burguesa. Cantar después de beber, o a los postres de una buena comida.

La gente seria no suele fijarse en estas cosas, pero cualquier tarambana nostálgico que tenga mis años, o alguno menos, no solo se fija sino que habrá aprovechado, alguna vez, para disfrutar y regalarse los sentidos, literario y estético, con las prohibiciones y los mensajes, esmeradamente enmarcados o pintados en azulejos de colorinos, que todavía encontramos en algunos bares. Mensajes que no todos son prohibitivos o han desaparecido. Los hay simpáticos como uno que vi hace poco: “En este Bar no tenemos Wifi, hablen entre ustedes”.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diaro La Nueva España

lunes, 8 de agosto de 2016

¡¡ Qué reblinquen !!

Milio Mariño

Por falta de presupuesto -eso dijeron- el paseo de la ría no acogerá este año lo que hubiera sido la cuarta edición de Bitácora. Una semana dedicada al mar cuyo coste no creo que arruinara las arcas municipales. Pero ellos sabrán. Es cuestión de prioridades. Así que viendo la decisión y, aun, contando con que Bitácora no fuera gran cosa, parece ser que los regidores locales consideran una pérdida de dinero, y de tiempo, que Avilés recuerde lo que fue: un pueblo de pescadores. De pescadores y pescaderas, que allá se van en importancia.

Marcos del Torniello, en un romance titulado “¡Que reblinquen!”, ya hacía un precioso retrato de las mujeres que recorrían las calles de Avilés, llevando sobre sus cabezas una “paxa”, una especie de cesta plana, repleta de pescado. Llanzones, xibiellos, chicharrinos… Y sobre todo, ahora por estas fechas, sardinas.

Aquella “paxa” solía pesar entre cuarenta y cincuenta quilos y las mujeres, casi siempre vestidas de negro, o de alivio, cargaban con ella en la cabeza mientras pregonaban la mercancía con una frase que se hizo muy popular y hace tiempo que ya no se usa: “¡Que reblinquen!”

La frase no era, solo, publicidad. Tenía sentido. Por eso la recuerdo y la traigo aquí. Porque tal vez quede alguien que, aún, no sepa que estamos en el mejor momento del año para comer sardinas. Pasó la Virgen del Carmen y está por venir la Virgen de la Asunción. Entre una y otra es cuando las sardinas están más sabrosas. La temperatura del agua es mayor, el plancton es más abundante, las sardinas comen más, tienen más grasa y saben mejor.

Las sardinas siempre saben bien, pero se convierten en manjar si se asan a la brasa, se colocan sobre un trozo de pan y se comen con los dedos. No obstante, a pesar de su extraordinario sabor, fueron despreciadas hasta, como quien dice, hace dos días. Influía su bajo precio, el intenso olor que desprenden y que los restaurantes de postín se cuidaban de incluirlas en la carta. Pero desde que se dio a conocer que tienen omega 3 y que son buenas para el colesterol, los triglicéridos y la arterosclerosis, podemos darnos un festín y echarle la culpa al médico.

Ya no está mal visto comer sardinas. Solo me queda la duda de sí, en una fiesta social, se aceptaría que comiéramos un bocadillo de sardinillas en aceite. La duda es casi certeza del no. Saber, saben a gloria pero me temo que aquí estamos lejos del refinamiento de los franceses. En Francia clasifican las latas de sardinas por añadas, como el vino bueno. Los envases ponen la fecha en que fueron enlatadas y una lata que tenga diez años es considerada Gran Reserva. Así que ya saben, miren en la despensa y si encuentran una lata de sardinas añeja, han encontrado un tesoro.

Sería un hallazgo y un buen aliciente para salvar este verano de días grises y regidores municipales que suprimen pequeños festejos con la excusa del presupuesto. Una docena de sardinas, a la brasa, o una lata de sardinas, añeja, puede alegrarnos el día y hacer que gritemos: “¡Que reblinquen!”. Pero no las sardinas… Que reblinquen quienes están en el gobierno municipal o los que ejercen la oposición. Cualquiera nos vale si lo hace para rebelarse y que vuelvan a reponer lo que era un pequeño festejo y un homenaje al Avilés de la mar.

MIlio Mariño / Mi artículo de Opinión de los Lunes

lunes, 1 de agosto de 2016

Samalandrán

Milio Mariño

En la Ría de Avilés, a poco más dos millas del embarcadero que había junto a la Rula vieja, aquella que estaba frente al paso a nivel de Larrañaga, los avilesinos teníamos una playa que llamábamos Samalandrán. Digo llamábamos porque el nombre, oficial, era San Balandrán. Un promontorio de arena flanqueado por un bosque de eucaliptos, un chigre, que lucía el ostentoso letrero de Club de Mar, y un algo extraño que hacía qué fuera diferente a otras playas que conocíamos.

Como palabra, Samalandrán, me parece preciosa. Es sincopa afortunado de San Balandrán y la utilizábamos para nombrar aquel lugar que hizo realidad la leyenda, pues desapareció hará medio siglo, o más. Algunos tuvimos suerte y, en nuestra niñez, pudimos disfrutar de aquel paraje sin saber que era la famosa isla del monje irlandés Balandrán, quien, a finales del siglo VI, después de vagar siete años por el océano, en compañía de otros catorce monjes y abandonando el timón a la voluntad de Dios, llegó a la Ría de Avilés el día de Pascua y desembarcó en una isla, advirtiendo que su viaje había concluido allí. Poco después y, con gran pesar, el monje regresó a Irlanda y escribió un libro en el que relata aquélla expedición, pero los historiadores están empeñados en tomar esta historia por otra leyenda más.

Yo no. A mí no me pueden venir con leyendas porque fui testigo de que allí, en Samalandrán, había una playa que ya no hay. De modo que cumple la principal cualidad de la isla que descubrió el santo irlandés, que es la de aparecer y desaparecer. Cosa que los estudiosos de la historia pasan por alto porque no tienen en cuenta que los magos celtas eran capaces de hacer surgir la tierra del fondo del mar y crear una isla para que los navegantes pudieran descansar. Luego, cuando volvían a zarpar, la isla se sumergía y volvía al fondo del mar.

El recuerdo de Samalandrán vino porque la semana pasada se celebró en Avilés otro festival Intercéltico que tuvo como protagonistas el mar y las islas. Y, como es natural, se hablaría de las islas británicas, pero supongo que pocos, o nadie, pondrían sobre la mesa que nosotros también tenemos un territorio insular. Nada menos que cuatro islas fijas, La Deva, La Ladrona, El Carmen y Hervosa, y una a tiempo parcial, San Balandrán, que ya explique cómo es que aparece y desaparece, aunque no pueda concretar si es por capricho del mago celta o decisión del monje irlandés.

De lo que puedo dar fe es de qué estuve allí: en Samalandrán. Y el viaje no vayan a creer que era cualquier cosa, eran dos millas de travesía en una barca motora que si se cruzaba con algún barco, mercante o de pesca, sufría los embates de un oleaje que los niños temíamos como si se tratara de una galerna. Nos aferrábamos al asiento y quedábamos quietos, siguiendo el consejo de un paisano que iba al timón y nos parecía poco menos que Marco Polo.

Donde estaba Samalandrán, cierto que no hay nada, pero eso no quiere decir que hayamos perdido nuestra isla del tesoro. Hace cincuenta años decidió sumergirse en el fondo de la ría, pero pienso que la añoranza y, sobre todo, el recuerdo de los avilesinos hicieron que recapacitara y volviera a emerger. Lo que ocurre es que ha emergido en un sitio distinto y con un centro cultural a cuestas. Ahora la llaman Isla de la Innovación.

Milio Mariño / Diario La Nueva España / Artículo de Opinión

lunes, 25 de julio de 2016

El Avilés que cerró

Milio Mariño

Harto de escribir de lo mismo, de que después de ocho meses aún estemos a vueltas con la formación de gobierno, había decidido aparcar el tema político, por lo menos, hasta septiembre. Y, en esas estaba mientras tomaba una caña en una terraza de El Parche. Estaba en lo mío, buscando un motivo para escribir este folio y medio que aparece los lunes, cuando caí en la cuenta de que justo enfrente, donde ahora venden montaditos que anuncian en número de cien, había una tienda que vendía calderos de plástico, regaderas, rastrillos, flotadores, juguetes, pinzas de la ropa y cualquier cosa de las que, luego, vendieron las tiendas de revoltijo a un euro y acabaron vendiendo los chinos. Se llamaba Precios Únicos y era única no sé si en los precios pero en todo lo demás seguro.

El recuerdo de aquella tienda me llevó a reflexionar sobre qué queda de aquel Avilés, pues las ciudades, además de los sitios donde vivimos, también son memoria. Están hechas de todas las cosas que recordamos, de nuestros recuerdos de la infancia, la adolescencia o, incluso, la edad adulta. Llámenme sentimental, nostálgico o, simplemente, inculto pero, para mí, las tiendas y los establecimientos antiguos tienen la misma importancia, o más, que los monumentos. Pienso que forman parte de la identidad de nuestras ciudades e incluso de nosotros mismos. Y, por si fuera poco, son un símbolo de resistencia contra esa uniformidad mediocre que todo lo invade y nos ha llevado a que la calle principal de Jerez de la Frontera, o cualquier ciudad de España, tenga los mismos comercios que la avilesina calle de La Cámara.

Vaya usted a donde vaya se encontrará con las mismas tiendas de ropa, las mismas ópticas, perfumerías, zapaterías y hasta los mismos quioscos de chuches. ¿Que ha sido de aquella esencia local? De aquellas tiendas, bares y comercios, con décadas de historia, que nos distinguían de cualquier otro sitio y hacían que fuéramos únicos.

Todo aquello ha ido desapareciendo y, en el mejor de los casos, su desaparición se ha saldado con una breve reseña, en las páginas del periódico local, en la que se daría cuenta de los motivos que propiciaron el cierre, pero dudo que se abordaran las consecuencias de su desaparición por lo que se refiere a la imagen de la ciudad.

Algunos de ustedes, no sé si pocos o muchos, tal vez recuerdan como era Precios Únicos, La Parisién, El Modelo, La Esperanza, Los Álvarez, Verano, el Bar Busto, El Colón, Toldao, Galé, Los Castros, Almacenes Pi, el Marta, el Florida… Yo sí lo recuerdo. Tengo en la memoria un lugar específico donde guardo, como un tesoro, aquel Avilés que digo. Un Avilés por el que sigo paseando entre la añoranza y el extrañamiento.

Hace no recuerdo cuanto, imagino que poco, el portavoz de la Unión de Comerciantes de Avilés y Comarca, decía, en una entrevista, que desde el comienzo de la crisis, en 2007, Avilés había perdido 700 establecimientos. Me parecieron demasiados, pero luego fui sumando… Y quien sabe. La suma apabulla y si le añadimos los cambios en las calles, las aceras, los parques y los jardines, nos pone al día de aquel Avilés que se fue. Habrá quien opine que se fue para bien. No digo nada. Soy consciente de que cuando uno despierta puede elegir la ropa que se va a poner pero no el paisaje con el que se viste su ciudad.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España