lunes, 28 de marzo de 2016

Hablando de primaveras

Milio Mariño

Hablando de Primaveras, no estuve en la de Praga ni tampoco en la de París. Las dos importantes y coincidentes en 1968, cuando un servidor tenía 19 años y era un zangolotino que andaba de copas por Sabugo y tal día como hoy, Lunes de Pascua, supongo que acabaría bailando “Get on your knees” en la Pista de la Exposición. Muy lejos de aquellos universitarios que buscaban la playa debajo de los adoquines del Boulevart Saint-Michel.
Lo que hacía entonces: trabajar, estudiar, divertirme y jugar al escondite con la político-social, era un acomodo burgués. Pero eso lo supe luego, ya de mayor, cuando me enteré de que fui de los pocos, sino el único, de mi generación que no estuvo en París en 1968.

A París llegué diez años después y a Praga más tarde aún, allá por 1990, cuando la gente volvía de un concierto que acababan de dar los Rolling y Jagger decía que estaba feliz por lo mucho que el rock había contribuido a la instauración de la democracia. No se me olvida. Acabo de revivirlo viendo a los Rolling en Cuba. Por eso mantengo la idea de que la música es tan importante que un movimiento social que no tenga banda sonora, no triunfa ni vale la pena. Ahí tienen el 15-M...

Imagino que todo esto les sonará a batallitas del abuelo pero, que quieren, el abuelo es de aquella época y cuando se pone a escribir, sobre la primavera y la política, empieza por el Mayo francés, sigue con la Primavera de Praga y se embala. Recuerda “Grándola Vila Morena” y el 25 de abril portugués, “Libertad sin ira”, de aquella transición, hoy denostada, y llega hasta esta primavera que, quitando a los Rolling en Cuba, ni fu ni fa.

Imagino que será que ya voy para viejo porque esta primavera no me trajo ninguna alegría. Al contrario, me trajo un nudo en el alma que no vayan a pensar que es nostalgia. Es tristeza. Tristeza y desolación por la apatía social y el declive de la política. Por una primavera que llega sin la frescura de aquellas que incitaban a la conquista de una sociedad más justa.

No creo que la de 2016 vaya a ser una primavera de las que se recuerden. Aunque bueno, podía ser de esas en las que no pasa nada. Lo malo que sí pasa. Pasa que en las elecciones regionales de Alemania acaba de ganar la ultra derecha, que ahí están el Frente Nacional en Francia, el partido de la Libertad en Holanda y Austria, y el UKIP en el Reino Unido. Partidos, todos, ultraderechistas votados por millones de personas. Y pasa, también, que una especie de payaso de feria, llamado Donald Trump, apuesta por la supremacía blanca, el racismo y el desprecio a las mujeres, y es vitoreado por millones de americanos que lo aclaman como al mesías.

¿Qué primavera es esta? ¿Cómo es que, en vez de empujarnos a la rebelión, nos empuja al conformismo y la pasividad absoluta? ¿Será cosa del cambio climático? Igual es eso, que el clima social es, ahora, el clima del miedo agravado por la contaminación del dinero. Que estamos envenenados de egoísmo y alejados del compromiso. Solo así se explica que la primera encuesta de esta primavera arroje el dato de que si nos convocan, de nuevo, a las urnas, serán millones los que vuelvan a votar invierno.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 21 de marzo de 2016

Cuando Pepe se hizo llamar Josep

Milio Mariño

Conocía a Pepe porque estábamos en lo mismo, solíamos encontrarnos por el mundo adelante y, además, era asturiano. Pero cuando lo fui a ver, a la sede de UGT que está al final de la Rambla de las Flores, al lado del Museo de Cera, en Barcelona, me encontré con que en la puerta de su despacho ponía: Josep María Álvarez.

“¡Pepe no me jodas…! ¿Qué ye eso de Josep?” Dije nada más entrar. “Muy sencillo… Soy el Secretario de la UGT en Cataluña”. “Eso ya lo sé, pero tu yes de Alvariza, Belmonte, y estudiaste en Noreña”. “¿Y qué pasa?... ¿No puedo ser asturiano y catalán…?” “Puedes ser lo que quieras… Como si quieres ser aquel negrito del África tropical que cultivando cantaba”…

De aquella visita han pasado ya unos cuantos años y algunos menos desde la última vez que nos vimos, que fue en Madrid, pero cuando leí que Pepe había sido elegido Secretario General de UGT no pude por menos que acordarme de Josep y de una obra de Oscar Wilde que fue traducida al castellano como “La importancia de llamarse Ernesto”. Una traducción poco afortunada pues lo correcto hubiera sido: “La importancia de ser serio o La importancia de ser formal”. Cualquiera de los dos títulos antes que Ernesto, ya que Wilde, lo que pretendía decir, con el juego de palabras Ernest-Earnest, era que ciertos nombres propios nos predisponen a pensar que, quien los tiene, tiene también las virtudes que el nombre sugiere.

El caso fue que aquel letrero, en la puerta del despacho de Pepe, no lo decía todo. Acababa en Álvarez porque los letreros son limitados y dan para lo que dan, pero luego me enteré de que Pepe firmaba como Josep María Álvarez i Suárez. Casi me da un soponcio. Menos mal que reflexioné y llegué a la conclusión de que la vida en Cataluña debe ser tan dura y excluyente que los asturianos que viven allí no solo se ven obligados a cambiar el chorizo a la sidra por la butifarra y “les cebolles rellenes” por los Calçots, sino que algunos sufren tanta presión en su identidad personal que acaban tontos perdidos del nombre y los apellidos.

En la obra de Wilde, el protagonista miente sobre su nombre para resultar más atractivo a una chica. Una mentira que, al principio, funciona pero luego, como era de esperar, no acaba bien. La chica de la que estaba enamorado, y ante la que había fingido llamarse Ernesto, pone las cosas claras, deshace el equívoco y dice que solo se casará con "Earnest"; es decir, con un hombre serio.

Pepe, lleva tiempo enamorado de Cataluña, pero no sé yo si habrá logrado que Cataluña lo acepte, y se case con él, por ese detalle de añadir una “p” a José. En mi opinión, aunque su nombre lo escriba así, es fácil advertir que no es quien dice ser. No es Josep ni Pepet. Es un paisano que nació en Belmonte y emigró a Barcelona, donde lleva casi cuarenta años. Lo cual no quiere decir que tenga la obligación de sentirse asturiano. Puede sentirse de aquí, de allá o de dónde le apetezca. Está en su derecho si quiere renunciar al Paraíso y elegir el infierno. En cualquier caso, elija lo que elija, sigo sin ver la importancia de llamarse Josep. Pienso que, siempre, es más importante ser que llamarse.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

viernes, 18 de marzo de 2016

Estrenar, bendicir el ramu, y dar o recibir un regalu

El mio camentariu de los xueves nel programa Noche tras Noche, de la RPA.

El mi lio d'esta selmana tien que ver colo que va a celebrase d’equi a nada, nun vaya ser que como los neños y los padres anden tan entreteníos colos xuegos, los teléfonos y les maquinuques nun cumplan como ta mandáu. Quiero dicir que nun s’alcuerden de que tamos a mediaos de marzu, l'iviernu entama a quedar atrás y tenemos que salir del lletargu… Tenémos qu’espabilar porqu’esti domingu ye Ramos,… De cuenta que, como manda la tradición, los neños tienen qu’estrenar, si se pode… Y si non tamién... Que pa eso tán los padrinos, pa llegar a ónde nun puean llegar los padres.

Por eso lu traigo equí… Pa qu'unos, los afiaos, vaigan preparando'l ramu y otros, los padrinos, preparen la cartera.

Esti domingu, hai que dir a bendicir el ramu, o la palmera. A mi gustame más el ramu de lloréu. La palmera, ol ramín d’olivu, paezme que son d’otru sitiu… El lloréu ye nuestru. Ye unu de los nuestros árboles sagraos, un árbol capaz de tornar el rayu y trayer la fortuna… Los ramos de lloréu, bendicíos el domingu, protexen les cases, les colleches y los animales. Y, amás, quiten el mal de Güeyu…. Son too ventayes y, enriba, nun cuesten nada… Basta con dar una vueltina pel monte y coyer una rama… Eso si, poniendo cuidáu de nun estrozar l'árbol.
Col ramu benditu, los afiaos, van ver a los padrinos, pa dayoslo y desea-yos suerte, y estos, primeru que lleguen los afiaos col ramu nuevu, tienen que quemar el vieyu, pa cumplir col ritu. Depués, el domingu siguiente, el de Pascua, ye cuando yos toca a ellos… A los padrinos. Que tán obligaos a dar un regalu hasta que los afiaos se casen, que ye cuando esa obligación acaba, con un bon regalu de boda.

Los regalos dependen de la edá de los afiaos: cuando son pequeños avecen a ser bollos o dulces… Y cuando son mayores dineru, anque nun ta reñíu, nin lo prohibe la tradición, que sean los dos coses.
Lo que llamamos dulces tamién depende d'ónde vivan los padrinos y los afiaos…. N'Avilés, por casu, ye un Bollu Mantecau de Pascua, un bollu escarcháu que se paez a les fueyes d'un trébole. Si falamos de L.lena y Mieres ye la pegarata, en dellos sitios el manolitu y nos pueblos pesqueros, sobremanera en Candás y Lluanco, anque tamién  n’Avilés, les marañueles…. Un dulce caseru que la so forma y sabor son distintos. Les marañueles de Lluanco y Candás son paecíes a una galleta y tienen forma de nudu marineru y n'Avilés son una especie de pan duce fecho como una estrella de cuatro picos.

Asina que yá sabéis… Esti domingo que vien y el siguiente,… los afiaos y los padrinos tenéis xera. Tenéis que cumplir con esa llei nun escrita que llamamos tradición... Estrenar, bendicir el ramu y dar, o recibir, un regalu… Non se vos olvide.

Milio Mariño

lunes, 14 de marzo de 2016

Insisto, a riesgo de resultar un peñazo

Milio Mariño
Mi artículo de los lunes en La Nueva España.

Hace unos días tuve que puntualizar que no escribo para convencer. Escribo y ya está. Sé que mi opinión, vertida aquí, quizá trascienda un poco más allá del bar donde tomo café, pero nada más. Es decir, soy consciente de que diga lo que diga no será importante, así que cuando me pongo a escribir lo hago con la tranquilidad de que no me temblarán las palabras, hable de lo que hable.

 Insisto porque hubo quien entendió que en mi artículo de la semana pasada pretendía sentar cátedra, y convencer, sobre el papel que le corresponde a Podemos. Dios me libre de tamaña desfachatez. Era solo una opinión. Una opinión que partía de un planteamiento muy simple: Aunque nuestros ojos estén puestos en el horizonte, la vida se explica mirando al pasado. Es por eso que nuestros sueños y nuestras vidas pocas veces coinciden. Siempre quedamos lejos de lo que hubiéramos deseado. Siempre acabamos dando ortigas antes de llegar a “La Tierra Prometida”. De modo que la frustración, o el fracaso, habrá de medirse por la distancia, mayor o menor, a esa tierra de promisión.

Me refiero, claro está, a lo personal, pero también vale para la política. Apostar por el todo o nada servirá para mantenernos libres de culpa, pero no sirve para gobernar. Ya sé que hay gente que sigue creyendo en milagros. Gente que promete las mil maravillas, las deja ahí, y culpa a los demás de que no sé consigan. Eso sale gratis. Lo costoso, lo duro y difícil, es ejercer la responsabilidad de llevar a la práctica mejoras reales. Y cuesta más, todavía, hacerlo teniendo en cuenta nuestra pertenencia y dependencia de un sistema que nos obliga a cumplir con ciertas obligaciones. Prescindir de ese compromiso supondría la ruptura con los países de nuestro entorno que, por cierto, constituyen sociedades más avanzadas que la nuestra  y no han llegado a esa situación con gobiernos maravillosos, sino por la denostada alternancia de gobiernos conservadores y socialdemócratas. Por ese procedimiento, tan poco válido para algunos, los principales países de Europa están mejor que nosotros en educación, justicia, salud,  estado de derecho y desarrollo democrático. Tienen más y mejor empleo, mejores salarios y mejor calidad de vida.

Dicho esto, estoy de acuerdo en que el tamaño del cambio es directamente proporcional a la voluntad política. Tiene que haber voluntad, real, de cambiar para que se modifique el estado actual de las cosas. Y, en ese sentido, tal vez el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos se quede corto y se acerque más a un Recambio que al Cambio propiamente dicho.

 Visto así, cabe pensar que elegir el Recambio es tanto como apostar por la mediocridad. Aunque bueno, Tierno Galván, que no era precisamente un mediocre, justificaba esa apuesta de esta manera:  "Quienes creemos que debemos luchar por el bien de todos, hemos aceptado y aceptamos la presencia de la mediocridad como un escalón democrático, hasta que una mayor igualdad de bienestar produzca una mayor desigualdad de espíritu".

Suscribo lo dicho por el profesor Tierno. Y, para que no se diga que me aprovecho de las citas brillantes, lo amplío con la respuesta de un entrenador de fútbol al que dieron a elegir entre dos jugadores. Traducido a lo que comentamos la respuesta sería: para jugar una final Pablo Iglesias, para jugar todos los domingos, Pedro Sánchez.

Milio Mariño

viernes, 11 de marzo de 2016

Asturies: pocos neños… y munchos vieyos

La mio collaboración de los xueves nel Programa Noche tras Noche de la RPA.

El mi lio d'esta selmana ye un lio depende cómo se mire. Si tomamos, por separáu, dos datos estadísticos referíos a la población d'Asturies, tenemos un problema. Si los xuntamos siguimos teniendo'l mesmu problema pero atopamos una esplicación que, quiciabes, non sía científica pero tien sentíu.

Vamos al casu: Asturies tien una tasa de natalidá de les más baxes d'España, pero resulta que, al empar, tenémos el mayor índiz de mortalidá del país. Los dos datos xuntos llévennos a una crisis demográfica del copón. Y los espertos apunten que la solución ye que ñazan más neños… Que si, que nun digo que tea mal… Pero equivoquen el tiru… A la mio manera de ver, la escasez de ñacimientos depende, más que nada, del altu índiz de mortalidá. ¿Quién va querer ñacer equí si ye onde más y primeru se muerre? Asina que yá puen dexar de falar de tou eso que falen siempre….

Qué si la crisis… Les dificultaes económiques… Lo caro que ta la vivienda… El pocu trabayu qu'hai y lo mal pagáu que ta…. Nada… Alloriar la perdiz…. Lo que, daveres, pasa ye que los espermatozoides que van camín del óvulu, en cuantu s’enteren del índiz de mortalidá qu’hai equí, dan media vuelta y escapen xiblando.

Esta teoría, estu de qu'aumentaría la natalidá si los asturianos viviéremos más, ocurrióseme a mi... Y nun discuto que tenga pocu de científicu y muncho d’interés personal. Unu, que yá ye mayor, ta nel negociu de vivir munchos años… Dalgo que, por supuestu, nun comparte la tesorería de la Seguridá Social, que siempre acaba diciendo que'l problema d’Asturies ye qu'el 40 % de la población pasa de 64 años.

Estos, los de la Seguridá Social, la solución que baraxen, pa rebaxar esi datu, ye más ñacimientos. Nun dicen que muerran los vieyos porque nun s’atreven pero piénsenlo.

Lo que yo plantego ye que nun ñacen más neños porque'l nuesu índiz de mortalidá ye'l más altu d'España. Igual nun toi acertáu, pero yá probaron con otres midíes y tururú que te vi corneta. Va unos años, nel Conceyu de Ponga, alcordaron dar 3.000 euros a la pareyes que fueren vivir ellí y otros 3000 per cada neñu que tuvieren. Una ufierta que paecía bien guapa, pero nun dio resultáu.

Total que seguimos como tábemos… Col problema de que, n'Asturies, ñacen pocos neños y hai munchos vieyos… a pesar de que muerren primero que n'otros sitios.

Si la cosa nun sé remedia dicen que nel 2023, que yá ta ehí, vamos tener 67.000 habitantes menos y solu cuatro de cada diez asturianos tarán n'edá de trabayar. Son pocos, pero queden en menos si, como paez, tres de los cuatro van siguir en paru.

Tenémos un problema demográficu, pero la solución nun pue cayer solo d'un llau. L’índiz de natalidá hai que meyoralo… Y el de mortalidá tamién. La solución nun ye que ñazan más neños… Ye que ñazan más neños y los vieyos sigan viviendo.

Milio Mariño

lunes, 7 de marzo de 2016

Pajaritos por aquí, pajaritos por allá

Milio Mariño

No suelo comentarlo porque me da corte, pero a veces pienso que soy más adolescente ahora que entonces. Y si solo fuera eso, un pensamiento, pues bueno… Pero debe ser más, pues nunca falta algún familiar o amigo que, de vez en cuando, me dice que tengo pájaros en la cabeza. No lo tomo a mal. Al contrario, respondo que procuro cuidarlos para que estén siempre conmigo porque disfruto y me divierto con ellos. Ya soy mayor y, además, como los pájaros van y vuelven, me queda tiempo de sobra para estar a solas con la realidad.

A solas estaba cuando leí: Exigir un tope salarial para los más ricos, la jubilación a los 60 años, una renta mínima, de 600 euros, para cada ciudadano, dejar de cumplir la obligatoriedad del déficit, nacionalizar las principales empresas energéticas, un mayor control a las empresas multinacionales, reducir el gasto militar, suprimir las SICAV…

No sigo porque se habrán dado cuenta de que estaba leyendo el Programa Económico de Podemos. Pues bien, cuando acabé de leerlo, me acordé de aquella película en la que Groucho le pide al camarero una lista interminable de platos y, al terminar, se oye a Chico gritar desde el camarote: ¡Y dos huevos duros! Luego suena la bocina de Harpo y Groucho añade: en lugar de dos, ponga tres.

Admito que los de Podemos me caían muy bien. Es más, sí hubiera estado en uno de esos momentos en los que tengo la cabeza a pájaros, seguro que hubiera dicho: ¡Estupendo! Y, a lo mejor, hasta hubiera añadido… Y dos huevos duros. Pero estaba a solas con la realidad y la realidad obliga a reconocer que es imposible que se puedan introducir esos cambios por la vía de las urnas. Insistir, como insiste Podemos, en que, si se cuenta con ellos para el Gobierno, todo eso se llevará a efecto, es mentir, engañar y crear falsas expectativas. El caso, aún reciente, de Grecia puede servirnos de ejemplo para aventurar qué pasaría con España si se acometieran esas medidas. Unas medidas que Podemos ha planteado desde una ambigüedad muy calculada para atraer al mayor número de votantes: tanto de la izquierda rupturista, como de la izquierda moderada, los desencantados de cualquier signo e incluso los del centro político.

Por sorprendente que parezca, ha sido ahora, en el Debate de Investidura, cuando Podemos ha revelado que es de izquierdas y se considera heredero del legado de Pablo Iglesias, el fundador de PSOE. Hasta hace nada huían del vocabulario de clase con frases como “los de arriba y los de abajo”, con las que solían cerrar un discurso interclasista, en el que no reconocían ser de izquierdas ni de derechas.

Ahora dicen que la izquierda son ellos, y nadie más, y lo escenifican con un beso que se adivina amañado para ser portada de periódicos y telediarios.

Menos pájaros señor Iglesias. Menos Programa de Alicia en el País de las Maravillas y menos besos, arrogancia y falsas expectativas. Menos Sálvame Deluxe y más seriedad y cordura. Baje ya de la nube. No le discuto que, como a mí, le gusten los pájaros en la cabeza, pero los pájaros saben cuándo tienen que estar y cuando tienen que irse. No los convoque para un Debate de Investidura porque lo suyo, lo de los pájaros, no es la política. Es otra cosa.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

viernes, 4 de marzo de 2016

Falar en B

La mio collaboración de los xueves en Noche tras Noche de la RPA

El mi lio d'esta selmana ye que, ensin dame cuenta, toi falando fora de la llei… Non lu sabía pero asina ye… Yá se que vais dicime. Tu como toos… Cuando te pañen nun renunciu: Non lu sabía… Non m’alcuerdo…Soi medio fatu… Eso ya ta mui vistu.

Tará pero nun ye'l casu. Llevo tola vida falando como creo que tengo que falar, como falaba mio güelu, pero esti día, cuando lleí esi twit de Cherines, la presidenta del PP Asturianu, nel que presumía de llograr que namás se pudiera usar el castellán nel parlamentu autonómicu… Dixi: Meca… Pa m’idea toi falando en B. Si porque Cherines ta mui al tantu de la corrupción… Sobre tou de la llingüística. Buenu y de la otra tamién, porque, agora, el PP asturianu lleva la contabilidá como ta mandáu, non como antes de que llegara ella, que yera un caos.

Asina que yá ven… Yo ensin enterame y falando en B. Que nun ye falar en baldre… ye falar en negru, de tapadillu. Como comprar el periódicu con un billete de Quinientos…. Cosa que pue facese pero que mosquia a les autoridaes. Anque buenu, non tantu como falar nel parlamentu asturianu na nuesa llingua, que ta prohibíu. De mou que nun s'estrañen si cualquier xueves sintonicen Noche tras Noche y nun oyen los mios llíos selmanales.

Viendo cómo ta la cosa, yo yá non me plantego defender l'usu del asturianu, namás me plantego que puea siguir falándolo ensin que m'escuerran o me metan en chirona. Confórmome con que non me traten como alló polos años sesenta del sieglu pasáu… Con que por orde del cura, o l'autoridá competente, que nesti casu sería Cherines, nun se presente una pareya de la Guardia Civil y me detenga en cualesquier chigre.

Fora d'equí, quiero dicir allá per Galicia, Cataluña o'l País Vascu, seique nun s'entiende, pero lo que pidimos nun ye que fomenten l'usu del asturianu, ye que non lu prohiban. Nun desaxero… Imaxinen como tará la cosa que la presidenta d'ún de los principales partíos, una asturiana nacía en Xixón, presume, ante los asturianos y el públicu, en xeneral, de prohibir l'usu del asturianu nel parllamentu autnómicu.

Podía toma-ylo a mal pero, pa min, que va ser ignorancia. Tien que ser eso porque Cherines, dau'l partíu nel que milita, barrunto que será cristiana y devota de la Virxe de Cuadonga. Si asina ye tendría que conocer un llibru d’Agustín de la Villa, publicáu en 1923, que se titula Remontóse la Santina. Un llibru nel que diz Agustín que la nuestra vixen falando con otra, nun sé si la Pilarica o La Moreneta, protesta porque los asturianos s'empeñen en rezar d'otru moldu que nun sía na so llingua, nuna xirigoncia que nun entiende. Y pon en boca de la Santina que los asturianos tienen que rezar y pidíi les coses como Dios manda. O sía, n’asturianu… Siéntolo por Cherines… Pero si La Santina diz que falar como Dios manda ye falar n’asturianu yo voi facéi casu, anque me detengan. 

Milio Mariño