lunes, 25 de enero de 2016

Consejos vendo, que para mí no tengo

Milio Mariño

Sentado en una terraza, con el periódico delante, un café y el cigarrillo inevitable, hice un alto en lo que estaba leyendo y me acordé de una fábula, de Ambrose Bierce, en la que un hombre rico quería contar una mentira, pero la mentira era tan monstruosa que se le atragantó. Así que encargó al director de un periódico que la redactara y la publicara como editorial.

La fábula es de principios del siglo pasado, pero nos pone al tanto de que, ya entonces, los medios de comunicación habían dejado de ser independientes y contaban lo que mandaba el dueño. Queda lejos aquella creencia idealista, o tal vez utópica, de una prensa libre que pudiera constituir un poder independiente. Aquello que algunos llamaban el Cuarto Poder y debería sumarse a los otros tres como garantía de libertades.

Pero si, hace un siglo, los medios ya estaban mediatizados ahora lo están mucho más. Ahora, están al servicio de intereses políticos y económicos que los utilizan para difundir sus mensajes envueltos en papel de regalo. Mensajes como ese de que lo más conveniente, para nosotros, es un Gobierno de coalición en el que estén Ciudadanos, el PP y el PSOE, porque solo así se podrá evitar que todo se venga abajo y nuestra vida se vaya al carajo.

Casi sin excepción, los periódicos y las televisiones, apuestan por esa idea. Cualquier otra alianza que pudiera formarse es recibida como si se tratara de una reposición de aquella película de Orson Welles, La Guerra de los Mundos, solo que sustituyendo la llegada de los marcianos por la de los rastafaris, el coletas, los descerebrados y los separatistas que quieren romper España. Deslegitiman cualquier posible Gobierno de izquierdas y lo hacen no importa con que argumentos, mentiras, trampas y argucias. Les vale todo, no tienen reparo en servirse de las alcantarillas del Estado y ofrecernos basura precocinada por unos supuestos periodistas que sustituyen las fuentes de la noticia por las cloacas de la inmundicia.

El plan es aparentar que a los medios, y a los que están detrás, no les importa quién gobierne. Lo único que les importa es que sea lo mejor para nosotros. Lo que hacen, lo hacen por nuestro bien. Trabajan para que no nos engañen, abusando de nuestra buena fe. Y, en ese empeño, no imaginan cuantos nos protegen y nos defienden. La mayoría de los periódicos, las televisiones y las radios, además de la Patronal, el Ibex 35, Ángela Merkel, el FMI, Europa, el BCE, Felipe González y hasta el Corte Inglés. Todos están de nuestro lado, tratando de evitar que tengamos un Gobierno de Izquierdas, porque eso nos llevaría a caer en el pozo y a que nadie tenga piedad de nosotros.

De todas maneras, no están muy seguros de conseguir su objetivo. Así que por si acaso, Podemos y el PSOE, siguen adelante y logran llegar a un acuerdo ya trabajan en otra propuesta que les permita salvar las muebles. Ahora el consejo es que se convoquen nuevas elecciones, que les corten la cabeza a Rajoy y a Pedro Sánchez y que sean Soraya y Susana las que gobiernen. Apuestan por una especie de Thelma y Louise, que tendrían la misión de despodemizar al país, librarnos de los independentistas y dejar las alfombras en su sitio, no vaya a ser nos que llevemos un susto.

Milio Mariño / Artículo de Opinión

lunes, 18 de enero de 2016

Juzgado de polígono

Milio Mariño

Estos días pasados, opinaron sobre el caso Nóos quienes saben de leyes, que son muchos, y quienes no sabemos un pimiento, que somos más. Por eso que no voy a entrar en lo que dijo el fiscal o la abogada del Estado, que ya vieron como les lució el pelo. Me interesa otro aspecto del que apenas han hablado nada o muy poco: el juicio desde el punto de vista estético. Algo que considero muy importante y, en mi opinión, clama al cielo. No sé a quién pudo ocurrírsele que el juicio se celebre en un juzgado de quita y pon, situado en un polígono industrial plagado de bazares chinos, talleres mecánicos y almacenes de repuestos.

Parece un sarcasmo que personas relevantes, que se movían por los palacios de Palma y por el Club de Regatas, embutidas en trajes de lino y elegantes vestidos de seda, cuando no en polo y bermudas, sean juzgadas en un juzgado que es como una barraca de feria. Una especie de nave industrial que, por no tener, no tiene ni un banquillo de madera de pino. Tiene cincuenta sillas vulgares, tapizadas de azul, que fueron utilizadas, no hace mucho, para sentar al clan de Francisca Cortés, alias La Paca. Una matriarca del narcotráfico, reina del hampa en Mallorca y analfabeta funcional, con fama de dura, astuta y muy lista. Y, debe serlo porque la fiscalía pedía para ella 690 años de prisión y 29,4 millones de euros de multa y salió absuelta.

Apunto el dato para que se sitúen y sepan de qué hablo. No quiero que piensen que trato de comparar ambos casos. Ni se me ocurre. Ni rizando el rizo y echando mano de que uno fuera el clan de la reina del hampa y el otro el de Urdangarín y la Infanta podrían tener visos de similitud más allá de que el juicio se celebra en el mismo escenario. Fíjense lo que les digo: no serían comparables ni en el supuesto, que puede darse, de que el Tribunal absolviera a la ilustre acusada, como hizo con La Paca. Hay un abismo en todo: en el origen del supuesto delito, en su intención y utilidad, en las pruebas, en el relato de los hechos y en cuanto a la procedencia y extracción social de los acusados. Que es a lo que voy, y en lo que quiero incidir, porque La Paca y su clan se sentirían como pez en el agua siendo juzgados en una nave industrial de un polígono de todo a cien, pero los acusados del caso Nóos cabe suponer que, en un sitio así, se sentirán violentos e intimidados y que eso influirá en su ánimo a la hora de afrontar el juicio.

La justicia debe ser igual para todos. Si a La Paca la juzgaron en su terreno a la Infanta le corresponde otro tanto. Y no me llamen clasista porque no lo soy. Defiendo la igualdad de trato y el principio de igualdad ante la ley. No valen disculpas. No me valdría, tampoco, que alguien dijera que La Paca resultó absuelta porque, además de la falta de pruebas, el Tribunal tuvo en cuenta que debió criarse en el seno de una familia desestructurada, en la que el padre sería un mujeriego, con varias queridas, le gustaría empinar el codo, andar por ahí de juerga y meterse en negocios turbios.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 11 de enero de 2016

Que si quieres arroz, Catalina

Milio Mariño

Repasando notas de una libreta vieja di con un dicho antiguo, casi en desuso, referido a una tal Catalina, a quien le gustaba tanto el arroz que lo utilizaba para comer y también como medicina. Así que su marido, cuando la vio enferma, empezó a preguntarle: ¿Quieres arroz, Catalina? Pero la pobre mujer no decía ni sí ni no. Nadie sabe si es que estaba tan mal que no le quedaban fuerzas para responder o se hacía la sorda intentando disimular. Mil veces le repitió la pregunta -¡Que si quieres arroz, Catalina!- Y Catalina nada; siguió muda hasta que murió.

Esto de Catalina viene al caso de la situación política. Los partidos tienen delante el arroz y no dicen ni sí ni no. Callan y dejan que el tiempo pase hasta que el arroz entartalle y nadie lo pueda comer. Insinúan, con su silencio, que no les gusta, o no les conviene, lo que hemos votado. Entienden que hemos votado mal y la solución es votar otra vez, o las que hagan falta, hasta que el resultado sea el que les convenga a ellos.

Así están las cosas. Pondrán todas las disculpas habidas y por haber y se echarán la culpa unos a otros pero lo cierto es que se niegan a cumplir el mandato de las urnas y se burlan de la democracia. Que nadie piense que es que no saben o no pueden llegar a un acuerdo. Es que no quieren. Cada uno va a lo suyo y le importa un comino lo que ha votado la gente.

El primero el PP, que con 123 escaños tiene la arrogancia de reclamar para sí el derecho a gobernar en solitario, exigiendo a los demás que se lo faciliten a cambio de nada e imponiendo, como presidente, a un político que no se ha cansado de mentir y está salpicado de corrupción hasta las trancas. El PSOE no le va a la zaga. Dice que con el PP no pacta porque son de derechas y con Podemos tampoco porque son muy de izquierdas. Abstenerse, lo ve imposible porque ha llamado indecente a Rajoy y permitir que gobierne sería utilizado para quitarles, todavía, más votos. Podemos, por su parte, dice que a ellos que los registren. Que siempre han dicho, y mantienen, que no apoyarán al PP ni al PSOE y que si gobierna Rajoy será por culpa de otros. Ciudadanos avisa de que apoyará si apoyan los demás, porque apoyar ellos solos sería mucho desgaste y confirmaría que son la marca blanca del PP.

A todo esto sumen las rayas rojas, las condiciones previas, el por aquí no paso y por allí me meto en un charco. Y, por si fuera poco, añadan que apenas tienen espacio. Se han empeñado en que la izquierda y la derecha no existen y ahora se encuentran con que en el centro no caben todos.

Habría que hacerles entender que los electores no somos Catalina. Nosotros estamos diciendo que sí queremos arroz. De modo que oído cocina. Los chefs tendrán que ponerse las pilas y echar mano de todos los ingredientes para hacer un arroz que no podrá ser blanco o negro. Tendrá que ser más sabroso. Ellos verán si lo hacen con carne o con marisco: con conejo y setas o con bogavante, gambas y berberechos. Que lo hagan como quieran pero que sea pronto.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 4 de enero de 2016

Todos quieren que a Pedro Sánchez lo pille el toro

Milio Mariño

La frase seguro que la conocen porque es muy antigua y la habrán oído ya muchas veces, pero lo que tal vez no sepan es que nació en una tertulia, cuando uno de los tertulianos dijo a un recién llegado: Le voy a poner una dificultad a ver como se desenvuelve. Suponga que va por una calle y aparece un toro. ¿Qué haría? Echaría a correr en dirección contraria. Olvídese, la calle solo tiene una salida y es por donde viene el toro. Pues me metería en algún portal. Los portales están todos cerrados. Entonces me subiría a un árbol. Esa calle tampoco tiene árboles. No siga… Usted, lo que quiere es que me pille el toro.

El juego es sencillo: Sustituyan al tertuliano recién llegado por Pedro Sánchez, y al toro por la situación política, y tendrán la historia actualizada. Si gobierna Rajoy la culpa será de Pedro Sánchez. Si Rajoy no logra apoyos suficientes para formar gobierno, también será culpa de Pedro. Y si al final toca repetir las elecciones Pedro será el culpable de una solución que no quiere nadie.

De modo que así están las cosas. Pedro Sánchez está delante de un toro en una calle que no tiene salida, los suyos acaban de cerrarle cualquier portal donde refugiarse y, aunque esa calle ha mejorado y si tiene un árbol, el árbol de Pablo Iglesias es como una cucaña imposible pensada para que quien lo intente se estrelle.

Son tantos los inconvenientes que cualquiera diría que algo gordo habrá hecho, ese tal Pedro Sánchez, para que todo se ponga en su contra. Y aquí viene lo bueno porque lo que ha hecho Pedro ha sido un milagro. Ha conseguido mantener al PSOE como segunda fuerza política, con 90 diputados, a pesar del ascenso de Podemos y de una campaña de desprestigio que incluye el ninguneo de algunos líderes de su partido.

Pedro ha salido mejor parado de lo que pronosticaban las encuestas y ahí lo tienen, intentando coger al toro por los cuernos. Será difícil pero cabe la posibilidad, aunque remota, de que pueda formar gobierno. Por eso algunos principales de su partido se han puesto nerviosos y han comenzado a pintar rayas rojas, no vaya a ser que por una casualidad de la vida, como la de Oviedo, o la de Valencia, se convierta en Presidente del Gobierno y sea imposible descabalgarlo de la dirección del partido. Ese es el peligro. Por eso Javier Fernández, que en Asturias ha conseguido peor resultado que Pedro Sánchez, se opone a que se aplace un congreso que él mismo, a nivel regional, aplazó cuando le convino. Otro tanto se puede decir de su amiga andaluza y otros varones, líderes autonómicos, que no pintaron ninguna raya para hacerse con el gobierno en sus respectivas autonomías y están dando pruebas de un sectarismo y un ansia de poder que no pasa desapercibido para un electorado, estupefacto, que no volverá a dar su voto a esos caciques decimonónicos que viven en una dimensión paralela en la que solo cuenta lo suyo.

A Pedro Sánchez es posible que acabe cogiéndolo el toro, pero a quién cogerá, seguro, es al PSOE que, con estas intrigas y el espectáculo que está dando, no pasará de 50 diputados si es que cambia de líder y hay elecciones en marzo.

Milio Mariño/ Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España