Estos días pasados, opinaron sobre el caso Nóos quienes saben de leyes, que son muchos, y quienes no sabemos un pimiento, que somos más. Por eso que no voy a entrar en lo que dijo el fiscal o la abogada del Estado, que ya vieron como les lució el pelo. Me interesa otro aspecto del que apenas han hablado nada o muy poco: el juicio desde el punto de vista estético. Algo que considero muy importante y, en mi opinión, clama al cielo. No sé a quién pudo ocurrírsele que el juicio se celebre en un juzgado de quita y pon, situado en un polígono industrial plagado de bazares chinos, talleres mecánicos y almacenes de repuestos.
Parece un sarcasmo que personas relevantes, que se movían por los palacios de Palma y por el Club de Regatas, embutidas en trajes de lino y elegantes vestidos de seda, cuando no en polo y bermudas, sean juzgadas en un juzgado que es como una barraca de feria. Una especie de nave industrial que, por no tener, no tiene ni un banquillo de madera de pino. Tiene cincuenta sillas vulgares, tapizadas de azul, que fueron utilizadas, no hace mucho, para sentar al clan de Francisca Cortés, alias La Paca. Una matriarca del narcotráfico, reina del hampa en Mallorca y analfabeta funcional, con fama de dura, astuta y muy lista. Y, debe serlo porque la fiscalía pedía para ella 690 años de prisión y 29,4 millones de euros de multa y salió absuelta.
Apunto el dato para que se sitúen y sepan de qué hablo. No quiero que piensen que trato de comparar ambos casos. Ni se me ocurre. Ni rizando el rizo y echando mano de que uno fuera el clan de la reina del hampa y el otro el de Urdangarín y la Infanta podrían tener visos de similitud más allá de que el juicio se celebra en el mismo escenario. Fíjense lo que les digo: no serían comparables ni en el supuesto, que puede darse, de que el Tribunal absolviera a la ilustre acusada, como hizo con La Paca. Hay un abismo en todo: en el origen del supuesto delito, en su intención y utilidad, en las pruebas, en el relato de los hechos y en cuanto a la procedencia y extracción social de los acusados. Que es a lo que voy, y en lo que quiero incidir, porque La Paca y su clan se sentirían como pez en el agua siendo juzgados en una nave industrial de un polígono de todo a cien, pero los acusados del caso Nóos cabe suponer que, en un sitio así, se sentirán violentos e intimidados y que eso influirá en su ánimo a la hora de afrontar el juicio.
La justicia debe ser igual para todos. Si a La Paca la juzgaron en su terreno a la Infanta le corresponde otro tanto. Y no me llamen clasista porque no lo soy. Defiendo la igualdad de trato y el principio de igualdad ante la ley. No valen disculpas. No me valdría, tampoco, que alguien dijera que La Paca resultó absuelta porque, además de la falta de pruebas, el Tribunal tuvo en cuenta que debió criarse en el seno de una familia desestructurada, en la que el padre sería un mujeriego, con varias queridas, le gustaría empinar el codo, andar por ahí de juerga y meterse en negocios turbios.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
Chapó!
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