Hasta hace nada era de los que pensaban que con fútbol ocurriría lo que con el boom del ladrillo. Que si alguien no planificaba un pinchazo suave de la burbuja fútbolera, cualquier día saltaría por los aires y el desaguisado, como ocurrió con los bancos, acabaríamos pagándolo los que pagamos siempre, aunque ya no tengamos dinero. Menciono los bancos porque si las altas instancias consideran que son imprescindibles para que el sistema funcione con el fútbol pasa lo mismo. Nadie concibe que España pueda funcionar sin fútbol, sería inviable.
Adivino lo que piensan. Suponen que utilizo la ironía como un procedimiento retorico para abordar la crítica del fútbol y arrancarles una sonrisa que modere lo que todo el mundo se pregunta y nadie se explica. Como es posible que el fútbol siga funcionando como si nada pasara. Como si la ruina que todo lo invade se hubiera propuesto que solo el fútbol merece salvarse.
Quién sabe, a lo mejor es cuestión de buscarse un hado madrino, pero después de ojear un estudio que, sobre la situación del fútbol, publicó no hace mucho una auditora de prestigio, me atrevo a decir que, a veces, la solución a nuestros problemas está al lado mismo y, sin embargo, no acabamos de verla.
¿Por qué digo esto? Pues porque ya pueden cerrar miles de empresas, quebrar los bancos, hacer un ERE la iglesia, o que los catalanes voten a Mad Max, el salvaje autonomista, que al fútbol parece que no le afectan ni la prima de riesgo, la caída de la Bolsa o la falta de crédito. Es lo que se deduce de los datos que aporta Deloitte, que ha hecho un informe económico y dice que, actualmente, el fútbol es la decimoséptima economía mundial.
A nivel mundial no lo discuto pero, en nuestro país, no sé yo si no será la primera, pues el fútbol profesional, en España, supone 85.000 empleos directos e indirectos y aporta 9.000 millones de euros a la economía nacional.
La Liga española es una de las que más ingresos generan, apenas está por detrás de la Premier League inglesa y la Bundesliga alemana. Y lo más sorprendente, según el estudio de la citada auditora, es que el año pasado ha aumentado sus ingresos en un cinco por ciento.
Ahí es nada, crecer un cinco por ciento en estos tiempos que corren. Cierto que los clubes españoles deben 750 millones a Hacienda y 11 millones a la Seguridad Social. Y, también, que la UE ha propuesto investigar al fútbol español por presuntas ayudas del Estado, pero no sabemos la deuda del resto de las empresas y lo que el Estado las está ayudando a pesar de que no dejan de fabricar parados.
Las Sociedades Anónimas, deberían tomar ejemplo de las Anónimo Deportivas, que no se quejan de la millonada que pagan en salarios y apenas envían a nadie al paro. Tal es así que si la economía española funcionara como el fútbol estaríamos en la gloria. Solo se me ocurre un reproche. No comprendo cómo, a estas alturas, aún se mantiene, en España, la prohibición de que las mujeres puedan ejercer la profesión de futbolista.
Las mujeres, en nuestro país, pueden ser médicas, arquitectas, mineras o soldados del ejército pero futbolistas profesionales lo tienen prohibido. Un empecinamiento absurdo, que nos lleva a desperdiciar talento y a no disminuir el número de parados.
Milio Mariño/ Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España
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