Milio Mariño
Sucede, a menudo, que cuando veo de nuevo la misma película encuentro escenas que no había visto antes. Pues bien, esa fue la sensación cuando leí que alguien propone abrir un túnel, o los dos, de la variante de Pajares que se construyó para el AVE, y utilizarlo para el tren convencional. Me pareció buena idea. Una idea que, si se confirma, supondría una rebaja considerable de la duración del viaje entre Asturias y Madrid que, ahora, con al Alvia, ha quedado en 4,40 horas.
Usando el nuevo túnel ahorraríamos, como poco, esos cuarenta minutos y podríamos ponernos en Madrid en apenas cuatro horas, un avance importante que cuestionaría, incluso, la necesidad real de que Asturias necesite un trazado de Alta Velocidad.
Pero claro, todo fue aparecer la noticia y ya hubo quien puso el grito en el cielo por el dinero gastado y el trato discriminatorio que recibiría Asturias en comparación con otras comunidades que ya disfrutan del AVE.
No dudo de la buena fe de quienes se plantan y dicen que AVE o nada, pero, a veces, la realidad de las cosas es tan contraria a lo que uno había dado por supuesto que algo que le parecía obvio, después lo ha cuestionado. A mí me ha pasado y quiero creer que no soy el único. Imagino que otras muchas personas han sido capaces de llevarse la contraria al respecto de lo que pensaban en otro momento. Imagino también, aunque sea mucho imaginar, que algunos de los que no quieren dar el brazo a torcer, mantienen el tipo por el prejuicio de rectificarse a sí mismos, o por un sentimiento de venganza, entendida en el sentido de que si, el AVE, estaba prometido, proyectado y construido en la parte más costosa, que eran los túneles, tienen la obligación de cumplirlo.
Todos coincidimos en que Asturias necesita una buena conexión ferroviaria. La discrepancia aparece cuando tenemos que decidir entre un tren de velocidad alta o de alta velocidad, pues, aquí, el orden de los factores si altera el producto. En un caso estaríamos hablando de un tendido específico para el AVE y en el otro de mejorar las conexiones y que estas puedan ser utilizadas por los trenes convencionales de viajeros y también por los de mercancías.
Sin apasionamientos, y sin que prime el no enmendallo, la discusión sería si merece la pena gastar una millonada y renunciar a una salida mejor y más rápida, de personas y mercancías, hacia la Meseta, a cambio de que los viajeros reduzcan el viaje en no más de quince minutos.
Visto así, es decir como yo lo veo, sería un despilfarro. Seguiríamos incidiendo en lo que tanto hemos criticado: que se gasten miles de millones, que no tenemos, en infraestructuras sobredimensionadas y sin sentido.
Oyendo a los que discrepan, uno se sorprende de qué hayan desaparecido los partidarios del término medio y sean cada vez más los que apuestan por el todo o nada. Los que insisten en qué si se dijo esto se hace, haya que hacerlo, cueste lo que cueste y pese a quien pese.
Si ese es el argumento no insisto defendiendo la idea, apelo a lo que dijo Julio Camba cuando, un día, le informaron de que el tren llevaba retraso. No se preocupe: qué más dará llegar una hora antes que después, si el destino estará aguardándonos, tardemos lo que tardemos.
Milio Mariño/ Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España
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