lunes, 28 de julio de 2014

Autoridades que no lo son

Milio Mariño

Todos los veranos oímos hablar de las autoridades sanitarias como si fueran un estamento de cuya existencia no podemos dudar. Es decir, como si hubiera una autoridad de bata blanca, encargada de vigilar ciertos comportamientos y sancionar a los infractores, igual que lo puede hacer, por ejemplo, la Guardia Civil.

No es cierto. Las autoridades sanitarias, entendidas como tal, no existen. La misión que algunos les atribuyen corresponde, por ley, “a la autoridad que, en cada caso, sea competente para adoptar medidas que perturben las libertades individuales en aquellas situaciones en que se aprecien indicios racionales que permitan suponer la existencia de peligro para la salud de la población debido a una situación sanitaria concreta".

Si han leído la parrafada y piensan que domino el tema se equivocan. Yo estaba como ustedes hasta que caí en la cuenta de que nunca había visto a esas autoridades que los presentadores de los telediarios siempre citan en verano. Por eso la curiosidad. Porque desde hace ya no se sé cuánto, no hay verano en que los presentadores de la tele no hagan alusión a las autoridades sanitarias y les atribuyan el consejo de beber más agua, no salir a la calle entre las doce y las cuatro de la tarde, ducharse varias veces al día, usar ropa ligera, no beber alcohol y realizar actividades que requieran poco esfuerzo físico. Es decir, trabajar lo menos posible; un consejo que se agradece pero que no vendría mal que, además de para el verano, también lo recomendaran para todas las estaciones del año.

La curiosidad por saber qué autoridad era capaz de dar semejantes consejos fue lo que me llevó a buscar información. No pesó tanto que casi nos traten de idiotas como la diferencia con otras autoridades, por ejemplo la financiera, que nunca aconsejan nada. La disculpa podía ser que para darnos consejos chorra, mejor callada, pero sospecho que hay muchas autoridades que les pasa como a la sanitaria: que, aunque algunas veces las citen, tampoco existen.

Puestos a regalar consejos, llama la atención que los presentadores de los telediarios no aparezcan, de vez en cuando, para informarnos de que las autoridades financieras recomiendan que nos protejamos de las preferentes, apartemos el dinero de la sombra de los bancos o no bebamos alcohol antes de firmar hipotecas.

No se entiende que, si de lo que se trata es de protegernos, hagan alusión a unas falsas autoridades y a otras no. Lo mismo que hablan de una autoridad sanitaria inventada, podrían hablar de una autoridad de parados, otra de marginación social y todas las que sé nos ocurran, para, en su nombre, recomendar medidas y hacer que parezca que solo toca cumplirlas.

Ya sé que la mayoría de ustedes, y yo mismo, oyen esos consejos, eso de que en verano hay ponerse a la sombra y beber agua, como quien oye que está empezando a llover en Galicia. Apañados iríamos si estuviéramos esperando instrucciones y no actuáramos por nuestra cuenta. De todas maneras tengo la impresión de que, cada verano, aumentan la cantidad de agua y la dosis de crema. Así, por alto, calculo que ya debemos andar por los cuatro litros de agua y un tarro de crema al día. Lo cual demuestra que importa poco que las autoridades sean reales o de mentira. Al final todas tienen las mismas manías. Siempre piden más de la cuenta.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

viernes, 11 de julio de 2014

Lo qu’inflúi la cara y el cuerpu

Milio Mariño
La mio collaboración en programa de la RPA Noche tras noche.

El mio lio d'esta selmana ye qu'agora, en branu, toos nos ponemos de bon ver. Y cuando digo toos refiérome a qu'el 100% de les muyeres y el 90% de los homes consideramos que'l nuesu aspeutu meyoró bastante en rellación col que teníemos alló pol iviernu.

Los cuerpos nun tán igual tol añu. Xorrecen y empiecen a meyorar a últimos del mes de marzu y, pa cuando lleguen estes feches, toos somos más altos, más delgaos y más guapos… Y más bonos, porque dellos filósofos planteguen que determinaes cualidaes morales tán suxetes a la condición física; a la guapura de la cara y al volume y la fachenda del cuerpu.

Yo barruntaba dalgo. Suponía qu'una cara guapa y un bon cuerpu ayuden a consiguir munches coses. Tenía esi camientu, pero dempués de lleer un estudiu del departamentu de socioloxía de la Universidá d’Essex, non me cueye denguna dulda.

L'estudiu nun diz gran cosa, asegura que los obispos tienen una talla, refería al cuerpu, mayor que la de los párrocos; que los rectores avecen a ser más altos que los decanos; los xenerales, más que los sarxentos, y los xefes de Gobiernu, más que los ministros. Les esceiciones, que tamién se contemplen, refiérense a Napoleón ya Lenin, pero yo amesté a José María Aznar, por mio cuenta, pa que se confirme dafechu la regla.

Naide duldará, imaxino, que los obispos, los rectores, los xenerales y los xefes de Gobiernu tienen más poder que los párrocos, los decanos, los sarxentos y los ministros. Un poder que, se supón, llograríen ensin baltiar esa norma que preside les sociedaes democrátiques y depende de ciertes cualidaes, intelectuales y morales, amestaes a la intelixencia, más qu'a la naturaleza.

Refiérome a que munchos, la mayoría, llegaríen a esos cargos non pol fechu de que sían guapos, altos, o tengan más o menos barriga, sinón porque son más llistos y más capaces que'l restu. Digo yo que sedría por eso, porque’l resultáu del estudiu atestera en que, siquier, nel planu estadísticu, determinaos puestos de relevancia tán suxetos a l’aspeuto y la condición física. Diz que les guapes y los guapos cuenten con una ventaya frente a los que somos más feos que Piciu.

La custión tien so aquello… Llevanos a si lo intelectual ta subordináu a propiedaes tan banales como la estatura y la traza del cuerpu o la cara. Nun debía ser asina, pero la realidá ye qu'hai más xente guapo ocupando puestos de relevancia que repartiendo bombones de gas butanu.

A veces unu barrunta dalgo pero nun se-y arregla esplicalo… Si s’entrugaben cómo ye que dellos pudieron llegar tan alto, yá tienen la esplicación científica. Ya tienen l'estudiu d'esa Universidá de prestixu que demuestra que los hai que tán onde tán... pola cara.



lunes, 7 de julio de 2014

Ahora naces y te registran por lo mercantil

Milio Mariño

Sin que, casi, nos diéramos cuenta, cual habilidoso trilero que esconde la bolita negra en el cubilete que menos adivinábamos, el ministro Gallardón ha pasado el Registro Civil al Registro Mercantil. Ha dado el cambiazo aprovechando que estábamos distraídos con el lío de la Infanta y los mil casos de corrupción. De modo que, por si no lo sabían, serán los Registradores de la Propiedad quienes, además de registrar los pisos, las fincas y las sociedades, registrarán los nacimientos, los matrimonios y las defunciones.

El cambiazo ha llegado por Real Decreto. Aunque bueno, dice Gallardón que no tenemos por qué preocuparnos, que no ha privatizado el servicio, que las inscripciones seguirán siendo gratis. De momento sí, pero cuando pidamos una partida de defunción, nacimiento o matrimonio, ya veremos cuánto nos cuesta porque gratis, lo que se dice gratis, no hay nada, como acaban de recordar los Registradores de la Propiedad, que llaman la atención sobre la supuesta gratuidad que se atribuye a servicios como la sanidad o la enseñanza, que pagamos con nuestros impuestos.

Con nuestros impuestos pagábamos a los 4.500 funcionarios que se encargaban del Registro Civil. Pero esos 4.500 funcionarios, al haber eliminado el servicio, pasarán a los Juzgados. ¿Quién pagará, entonces, el coste del Registro? Pues, si el servicio lo asumen los registros mercantiles, solo se me ocurren dos cosas: que los usuarios del Registro Mercantil, es decir los que vayan a inscribir un piso, una finca, etcétera, paguen, al mismo tiempo que el servicio que solicitan, la inscripción de un matrimonio, un nacimiento o una defunción, o que las inscripciones civiles las paguen los ciudadanos a tocateja. No cabe otra. Ya puede el ministro inventarse la historia que más le convenga que lo que está claro es que los Registradores de la Propiedad no van a asumir, gratis, el coste del nuevo trabajo.

Cae por su peso que registrar por lo mercantil un nacimiento o una defunción no será gratis, pero es que, además, nadie del ministerio parece haber reparado en los problemas que esa solución plantea desde la perspectiva del Derecho de la Unión Europea. Otro argumento que avala la irracionalidad de una propuesta que el ministro trata de justificar apelando a las deficiencias del servicio.

Según Gallardón el Registro Civil funcionaba mal. Estamos de acuerdo, pero el Mercantil no funcionaba mejor, de modo que, si fusiona los dos, el resultado será que ambos funcionen fatal. No creo que los 4.500 funcionarios estuvieran a verlas venir y se dedicaran a redactar poemas como aquel que hizo Gómez de la Serna cuando estuvo de funcionario y su jefe le preguntó qué hacía: “La sección está al corriente/ y los papeles en regla. / Sólo me queda pendiente/ este bolo que me cuelga”.

Es cierto que, desde hace ya treinta años, los funcionarios del Registro Civil no tenían el cometido de velar porque los nombres de las personas fueran todos cristianos. Ahora solo tenían que estar atentos a que no fueran irrespetuosos, soeces o vejatorios. Tenían que saber, por ejemplo, que en España no puedes llamar a tu hija “Mandarina” porque es nombre de fruta, pero sí puedes llamarla “Marciana”. De todas maneras, reducir a esa simpleza la labor de 4.500 funcionarios, es tanto como cerrar los ojos al lucrativo negocio que Rajoy acaba de regalar a sus colegas, los Registradores de la Propiedad.

(Milio Mariño/ Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España)


viernes, 4 de julio de 2014

El branu ye tiempu d’apaiciones

Milio Mariño

(La mio collaboración nel programa Noche tras Noche RPA)

Esti foi el camentariu qu’ayer grabé pal programa, anque después, por eses coses que pasen, tracamundiaren la grabación y emitieren el de la selmana pasada.

El mio lio d'esta selmana ye que yá tamos nesa dómina del añu na que tienen por zuna apaecese les bisarmes, los extraterrestres y los santos que faen milagros.

Los branos igual ye pol clima, pero son mui daos a les apaiciones. Que yo sepa, no que va d’esti, entá nun se dio denguna pero nun s'esmolezan, yá verán cómo cualesquier día los periódicos recueyen la noticia de que trés o cuatro persones, cuando tornaben a casa, a les cinco la mañana, dempués de beber diez botelles de sidra, vieron una lluz cegadora que s’averaba y fuxía dando vueltes en círculu. La mesma lluz que tamién creyó ver un rapaz que taba nun descampáu, dientro del coche, intentando resolver un sudoku, en compañía de la so moza.

Testimonios asina, o mui paecíos, avecen a dase tolos branos. Socesos paranormales, avistamientos, apaiciones y pequeños milagros que salpiquen les páxines de los periódicos, entemeciéndose cola crónica de les playes y los trespasos del fútbol.

Nun sé a ustedes pero a min prestame que, siquier pel branu, les bisarmes, los extraterrestres y los santos vuelvan por estos pagos pa facenos una visita. Piensen que dende tiempos inmemoriales vienen asocediéndose les apaiciones, los milagros y tou un cúmulu de socesos que demuestren que nun tamos solos, qu'hai daquién que vive nos confines del universu y, de xemes en cuando, alcuérdase de nos, anque sía pel procedimientu de danos un xustu.

Si nun fuera asina, si esti branu nun se produxera nengún estrañu socesu, esmoleceríame enforma. Sedría tantu como confirmar un ciertu esbarafuste y desequilibriu del mundu. De cuenta que, pol bien de toos, espero que no que va d'agora a setiembre, sían unos cuantos los que vean, moviéndose pel cielu, un oxetu brillosu, paecíu a una paellera, procedente d'un planeta alloñáu habitáu por una civilización cimera que sabe muncho más que nós, non yá no tocante a la mecánica de propulsión, les pastilles de frenu y el gastu de carburante, qu'eso dase por supuesto, sinón a otres custiones que tienen de tener yá superaes como les operaciones de ciruxía estética, la unificación de les talles o gastar la paga estra nes rebaxes de xunetu.

Tómenlo en chancia si quieren pero si, esti branu, los estraterrestres, les bisarmes o los santos, nun fixeren actu de presencia sedría pa esmolecese. Significaría que pasen de nós, que yá nos dan por imposibles.

Sedría una catástrofe. De mou qu’atentos a la pisada. Si cualesquier día d'estos, cuando tornen a casa, a les cinco la mañana, dempués de beber diez botelles de sidra, creen ver una lluz cegadora dando vueltes en círculu, nun s'asusten. Esos homes vistíos de verde y con una tartera prieta encuallada na cabeza, van ser lo qu’imaxinen: criatures d’otru planeta, anque asina, a primera vista, mialma paezan la pareya de la guardia civil, embocándolos con una llinterna.



lunes, 30 de junio de 2014

Para el juez Castro, Cristina es una mujer libre

Milio Mariño

Al final, es cierto que acaba imputándola pero nadie puede negar que el juez Castro devuelve a Cristina de Borbón la condición jurídica y social de mujer que, empezando por sus propios abogados, tantos le quieren negar. Castro no. Castro considera que Cristina es una mujer libre que no está sometida a esa visión retrograda y caduca que perpetúa la imagen de las mujeres como seres inferiores. De modo que si yo fuera Cristina, que no lo soy porque mi sangre no es azul y además gasto perilla y bigote, estaría agradecido de que el juez me tratara como a una mujer normal y no como a ese tipo de mujer que solo cuenta como adorno y el maestro Pitigrilli considera un mamífero de lujo.

Por eso celebro la cordura del juez, porque quienes presumen de defender a la Infanta fundamentan su defensa en el papel inferior que desempeñan las mujeres y en su incapacidad manifiesta para estar a la altura del marido, sobre todo, cuando este se mete en negocios.

El juez Castro actuó por derecho. No consideró, en ningún momento, la relación de dominio que, el fiscal del caso, los abogados de la defensa y una legión de notables de la patria, siguen empeñados en mantener. Rescató a la Infanta del sometimiento y la marginalidad, a la que sus defensores la quieren condenar, y la situó en una sociedad libre que no penaliza su condición de mujer relegándola a un papel subsidiario que, además de injusto, se me antoja contrario a ley.

Pero, todas esas cuestiones, al coro de aduladores, le traen sin cuidado. Prescinden de qué la igualdad entre hombres y mujeres sea uno de los principios fundamentales del Derecho comunitario. Ellos van a lo suyo, que es salvar los muebles, sin importarles el obligado respeto a las leyes y, menos aún, la consideración de las personas. Su postura es defender la ignorancia de Cristina y les da igual cómo quede.

Suena raro que un país en el que abundan los que presumen de inteligentes y los listillos haya algunos que, según sea el caso, no quieren serlo y consideran que la inteligencia, en el fondo, es un arma peligrosa que usan los antisistema, pero no las personas de bien y, menos aún, la realeza. Ya lo están viendo, entre ser considerado persona dueña de sus actos o tonto de remate e inocente por ignorancia prefieren lo segundo. Y no son los únicos. Ahí están esos eurodiputados que ignoraban que tuvieran un plan de pensiones. No sabían si lo tenían, ni a cuanto ascendía ni qué país era el depositario. Tampoco sabía, la ministra, que tuviera un Jaguar en el garaje, ni quien pagaba los viajes y las fiestas de cumpleaños.

Como ven, estamos gobernados por ignorantes. Por gente que ignora lo que hace mal y defiende que la mujer casada, debido a su condición, lo ignora en mayor medida. Afirmar que doña Cristina no es ignorante, que sabía lo que hacía, dice el fiscal Horrach que es especular. Y las especulaciones, en un proceso penal, no tienen cabida.

A la espera de lo que diga la Audiencia así están las cosas. Yo creía que ignorantes, lo que se dice ignorantes, éramos cuatro. Estaba equivocado. Debe ser que, como dijo el filósofo, aprendemos a ignorar, y preferimos ser ignorantes, porque lo real resulta más incómodo.


Milio Mariño/ Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España

viernes, 27 de junio de 2014

Rebaxa fiscal: el suañu d’una nueche de branu

Milio Mariño
La mio collaboración, de los xueves, nel programa de la RPA Noche tras Noche)

El mio lio d'esta selmana vien a cuentu de que llegó'l branu y baxaron los impuestos. Eso diz el Gobiernu, que como vía que tábemos cabreaos quixo convencenos de qué nun son tan malos, qu'aprieten pero nun afueguen.

La intención yera esa… Nun crean que foi casualidá qu'anunciaren la rebaxa fiscal la víspora de San Xuan. Les elecciones tán a la vuelta d'un añu, de mou que dalguién debió pensar que lo meyor yera regalanos el suañu d'una nueche de branu. Esa comedia, en cinco actos, na que la protagonista, cuando espierta, atopa al so amante con una cabeza de pollín en cuenta la propia.

Pa min que dalgo asina debió pensar Montoro… Pero nin Montoro ye Shakespeare nin nós precisamos que nos esfreguen los güeyos pa desfacer l'encantu. Tamos tan desencantaos que nun suañamos nin queriendo. Tenemos mui claro que vivimos nel reinu de la mentira, de cuenta que yá puen cantanos l'añada de los impuestos que, lloñe de tener un bon suañu, tenemos velees a cientos.

El cantar ye’l de siempre. Prometen que vamos aforrar nun sé cuantu pero llueu lleemos la lletra pequeña y espertamos suañando lo que yá imaxinen que nun se pue dicir pela radio.

Montoro apuntó, de mano, que baxaba los impuestos, pero depués matizólo y dixo que la presión fiscal calteníase, lo cuál ye tantu como dicir que lo que baxaba per un llau xubíalo por otru y tou diba quedar, más o menos, igual.

Igual o peor porque, con esi trasiegu del xubi y baxa, pue pasar que nos xuban del cuartu al sestu y después nos baxen al quintu, colo cuál non solo quedamos peor sinón cola sensación de que nos tomaron el pelo.

¿Quiero dicir, acasu, que tol mundu ta cabriáu cola rebaxa fiscal del Gobiernu? De xuru que non. Ehí van dellos exemplos. Un trabayador que tenga un salariu brutu de 15.600 euros, va aforrar 390 na declaración de la renta de 2016. Daquién que gane 90.000, va tener una rebaxa de 2.400 euros. Y una nómina de 300.000 va aforrar na menos que 11.600.

Nun sé pue negar que rebaxa si que l'hai pero pa que, daveres, nos supla tenemos que cobrar menos de 14.500 euros a l’añu o rondar los 90.000.

Esi ye’l quiz, lo malo que la mayoría, los que llamamos clase media, anque seyamos del mediu p’abaxo, nun tamos nesi supuestu. Cobramos bastante menos de 90.000 y un pelín más de 14.500.

La realidá ye la que ye. Montoro diz, con razón, qu'él malditu si tien culpa de que nun ganemos lo suficiente como pa beneficianos de la rebaxa qu'acaba d'establecer. Y nun diz más por vergoña porque ehí tan los conseyeros del Ibex 35, que na declaración de 2015, van aforrar 173.000 euros per cabeza. La rebaxa, pa esos, mialma que nun va ser el suañu d'una nueche de branu, va ser como si yos tocara la llotería ensin mercar el décimu.



viernes, 20 de junio de 2014

El peligru de llamar Tartufo a dalguién

Milio Mariño
( La mio collaboración nel programa de radio Noche tras Noche)

El mio lio d'esta selmana vien a cuentu d’esi rifirrafe que protagonizaron nel Parlamentu Asturianu Javier Fernández y Álvarez Cascos. Dos políticos que, nuna sesión de control de la Xunta, celebrada va unos díes, tuvieron un enfrentamientu dialécticu cuyu algame ta por ver.

Cascos, acusó a Javier Fernández de refugar les sos obligaciones parlamentaries, de manifiesta incompetencia, de folganzanería y de protagonizar una situación que calificó de calamidá p'Asturies.

Javier, pela so parte, retrucó que'l comportamientu de Foro ye dafechu indecente, que nun tien llende, caución nin vergoña, que'l so portavoz paez portacoz y que Cascos ye’l gran Tartufo de la política asturiana.

De tolo que se dixeron, Tartufo suéname como l'insultu más gordu. Un insultu que los que somos xente cenciella non utilizamos nunca. Y esi ye'l problema que, al desconocer el significáu, pue resultar peligrosu.

Imaxinemos que dalgún asturianu toma como exemplu al so Presidente y, tando nun chigre, llama Tartufo a cualquiera… Seguru que s'arma la de coyer. Seguro que lleguen a les manes y acaben sabe dios como. Otra cosa sería si cagara en so madre o lu llamara bandarra, fatu, castrón, caxuetu, babayu o milenta coses más. Nesi casu nun habría problema. Tol mundu sabría a qué atenése, pero llamalo Tartufo…

De toles maneres, barrunto lo que vais dicime… Que tanto da que se sepa o non el significáu del insultu, que lo que nun ye plan ye andar faltándose y menos nel Parlamentu.

Dalgo razón tenéis, pero yo toi más d’alcuerdo con aquello que dixo Freud, que'l primer humanu qu’insultó al so enemigu, en cuenta de tira-y una piedra, foi'l fundador de la civilización. Mirándolo asina nun hai pero que poner. Agora, lo mesmo que digo una cosa digo la otra: colos insultos hai que tener cuidáu. Si Javier Fernández y Álvarez Cascos, deciden insultase deberíen facelo con pallabres qu'entendamos toos. Non solo pol bien de la democracia sinón por respetu al pueblu asturianu.

¿Qué ye eso d'usar pallabres que non entendemos? A mi yá me preguntaron unos cuantos… Oi una cosa, to que tas un pocu estudiáu, podríes dicinos qué significa Tartufo… Y costóme esplicalo… Quedé un cachu pensando hasta que dixi… Daquién que se fai pasar polo que nun ye.

¿Un piraván?... non. ¿Un rabiures?... tampoco… ¿Un trapaceru?…. Más o menos per ehí anda la cosa.

¿Y pa eso tantes vueltes? ¿Hai que saber llatín pa entender lo que dicen los políticos cuando s’insulten..? De mano non pero un pocu de llatín tampoco vien mal. Va unos años, un parllamentariu andaluz defendía nes cortes que s'amenorgara'l númberu d'hores de llatín, pa dedicalo a otres materies, y terminaba diciendo: Güei en día ¿pa qué sirve'l llatín?

Respondió-y otru parllamentariu, ensin dulda, más preparáu. Sirve, como pocu, pa qu’a so Señoría, que nació en Cabra, lu llamen egabrense y non otra cosa.