Milio Mariño
Algo tan elemental como procurarse una buena comida hay mucha gente que no se lo puede permitir. Comer de forma aceptable se ha convertido en una aspiración imposible para miles de personas cuyos ingresos no alcanzan siquiera esos 425 euros que algunos consideran renta mínima de supervivencia. Así que imaginen qué pensarán cuando oyen que lo peor ya pasó y ven en la tele esos programas culinarios que se dedican a recordarles el olvidado sabor de un buen solomillo y el delicioso aroma de un pescado de roca cocinado al horno con un lecho de cebolla y patatas panadera. A esa gente lo que le preocupa no es la mezcla de los ingredientes, ni el punto de cocción, es que no les llega para comer.
Hablamos de España, un país que las autoridades financieras y monetarias consideran que, este año, será el que más crezca de Europa. Y tal vez sea cierto, a lo mejor crecemos el 2,6% o más incluso, pero arrastrando la realidad vergonzosa de casi la mitad de la población sumida en la pobreza. Actualmente, 12 millones de personas disponen de menos de 300 euros al mes para hacer frente a sus gastos de manutención y vivienda. Y hay otros 12 millones que cada vez tienen menos ingresos y se acercan a ese umbral fatídico que ya ha colocado a España como el segundo país más desigual de Europa, sólo por detrás de Letonia.
Los datos son demoledores, pero Rajoy y los suyos insisten en que las cosas van bien, el crecimiento es superior al previsto, la balanza de pagos es favorable y cada vez nos alejamos más de la crisis. De modo que si hay gente que pasa hambre o necesidad, o las dos cosas a la vez, será culpa suya. El Gobierno cumple con su deber de mejorar la economía por más que les pese a los populistas y cenizos, siempre empeñados en regodearse en la miseria con tal de hacer daño. Bankia está a salvo, la economía está encarrilada y el paro lleva camino de estarlo. En enero ha subido en 77.980 personas, pero es un dato muy positivo porque se trata del menor repunte desde hace siete años. De modo que todo son buenas noticias. El problema más preocupante, lo que más prisa corría, era firmar un pacto contra el yihaidismo, que incluyera la cadena perpetua, tema que también se ha resuelto, pues Rajoy y Pedro Sánchez, acaban de firmarlo demostrando una responsabilidad encomiable.
La conclusión es que todo va bien salvo para algunos millones de españoles que no saben o no quieren aprovechar esta oportunidad. Y, aquí seguimos, viendo como transforman la mierda en perfume de rosas. Pero, quien más sabe de esto es Slavoj Žižek, un filósofo esloveno que comparó los estilos políticos de cada país con el funcionamiento de sus inodoros. No sé rían, la forma de drenaje es diferente en los tres países europeos más importantes: Alemania, Francia y el Reino Unido. Los inodoros alemanes permiten que, después de acabar, podamos contemplar la materia fecal, los franceses la desaparecen instantáneamente y los británicos hacen que quede parcialmente diluida en el agua. Ese funcionamiento de los inodoros, según el filósofo, representa el estilo de cada país. España no aparece referenciada, pero todos sabemos cómo funcionan nuestros inodoros, de modo que ahí seguirán las heces hasta que tiremos de la cadena.
Algo tan elemental como procurarse una buena comida hay mucha gente que no se lo puede permitir. Comer de forma aceptable se ha convertido en una aspiración imposible para miles de personas cuyos ingresos no alcanzan siquiera esos 425 euros que algunos consideran renta mínima de supervivencia. Así que imaginen qué pensarán cuando oyen que lo peor ya pasó y ven en la tele esos programas culinarios que se dedican a recordarles el olvidado sabor de un buen solomillo y el delicioso aroma de un pescado de roca cocinado al horno con un lecho de cebolla y patatas panadera. A esa gente lo que le preocupa no es la mezcla de los ingredientes, ni el punto de cocción, es que no les llega para comer.
Hablamos de España, un país que las autoridades financieras y monetarias consideran que, este año, será el que más crezca de Europa. Y tal vez sea cierto, a lo mejor crecemos el 2,6% o más incluso, pero arrastrando la realidad vergonzosa de casi la mitad de la población sumida en la pobreza. Actualmente, 12 millones de personas disponen de menos de 300 euros al mes para hacer frente a sus gastos de manutención y vivienda. Y hay otros 12 millones que cada vez tienen menos ingresos y se acercan a ese umbral fatídico que ya ha colocado a España como el segundo país más desigual de Europa, sólo por detrás de Letonia.
Los datos son demoledores, pero Rajoy y los suyos insisten en que las cosas van bien, el crecimiento es superior al previsto, la balanza de pagos es favorable y cada vez nos alejamos más de la crisis. De modo que si hay gente que pasa hambre o necesidad, o las dos cosas a la vez, será culpa suya. El Gobierno cumple con su deber de mejorar la economía por más que les pese a los populistas y cenizos, siempre empeñados en regodearse en la miseria con tal de hacer daño. Bankia está a salvo, la economía está encarrilada y el paro lleva camino de estarlo. En enero ha subido en 77.980 personas, pero es un dato muy positivo porque se trata del menor repunte desde hace siete años. De modo que todo son buenas noticias. El problema más preocupante, lo que más prisa corría, era firmar un pacto contra el yihaidismo, que incluyera la cadena perpetua, tema que también se ha resuelto, pues Rajoy y Pedro Sánchez, acaban de firmarlo demostrando una responsabilidad encomiable.
La conclusión es que todo va bien salvo para algunos millones de españoles que no saben o no quieren aprovechar esta oportunidad. Y, aquí seguimos, viendo como transforman la mierda en perfume de rosas. Pero, quien más sabe de esto es Slavoj Žižek, un filósofo esloveno que comparó los estilos políticos de cada país con el funcionamiento de sus inodoros. No sé rían, la forma de drenaje es diferente en los tres países europeos más importantes: Alemania, Francia y el Reino Unido. Los inodoros alemanes permiten que, después de acabar, podamos contemplar la materia fecal, los franceses la desaparecen instantáneamente y los británicos hacen que quede parcialmente diluida en el agua. Ese funcionamiento de los inodoros, según el filósofo, representa el estilo de cada país. España no aparece referenciada, pero todos sabemos cómo funcionan nuestros inodoros, de modo que ahí seguirán las heces hasta que tiremos de la cadena.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
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