lunes, 16 de febrero de 2015

Hacer caja con Monedero

Milio Mariño

Mientras leía el linchamiento que le hacían a Monedero, incluida la petición de que lo expulsen de Podemos, me acordé de que el Subcomandante Marcos, líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, había trabajado como dependiente en El Corte Inglés de Madrid. No me pregunten por qué asocié una cosa con otra pero recordaba que la noticia, que apareció en El País, no procedía de ninguna agencia, sino que era el propio Subcomandante quien lo confesaba a Concha García Campoy en una entrevista que quizá no llegó a conocerse en la selva Lacandona, en los altos de Chiapas, o que si se conoció no debió afectar para nada a la popularidad del profesor universitario Rafael Sebastián Guillén, que así se llamaba el líder zapatista que se ocultaba bajo el pasamontañas.

La entrevista se publicó en 2001 y el líder zapatista revelaba que siete años antes había trabajado vendiendo ropa, un trabajo que, por lo visto, no anula el espíritu revolucionario. Ahí está la labor del Subcomandante reclamando libertad, tierra, pan y justicia para los indígenas, lo cual no quita para que, de haber sabido su pasado de vendedor de pantalones en la sección de caballero de unos grandes almacenes, sus enemigos políticos emplearan el dato para restarle legitimidad. Seguro que si Ernesto Zedillo hubiera sabido que Marcos trabajó en El Corte Inglés lo habría utilizado para desprestigiarlo, que es lo que acaba de hacer Soraya con Monedero, diciendo que “si todo el mundo actuara como él habría que ver cómo pagaríamos la sanidad, la educación y los servicios sociales”.

Me parece bien que la vicepresidenta exija que se paguen impuestos para mantener el Estado de Bienestar, pero hay que tener mucho morro para afearle la conducta a Monedero y pasar por alto los 1,7 millones en B con los que el PP pagó la reforma de su sede. Hay que ser muy cínico para preguntarse como pagaríamos la sanidad, la educación y los servicios sociales si alguien escamotea unos euros y no decir nada de la facilidad con la que Mariano Rajoy transfirió 67 mil millones, de dinero público, a las cuentas de Bankia, Caixa Catalunya, La Caixa y Nova Galicia, para evitar su supuesta quiebra.

A Monedero, estaría bien exigirle lo mismo que a un tal José María Aznar, que, pocos meses después de dejar de ser Presidente del Gobierno, constituyó Famaztella SL, una sociedad familiar cuyo objeto social es “la explotación de los derechos de propiedad intelectual de doña Ana Botella Serrano y de don José María Aznar López en todas sus manifestaciones, como libros, escritos, discursos, conferencias y otras análogas”. Una sociedad a través de la cual ha facturado varios millones de euros, supuestamente para declarar menos a Hacienda. La Agencia Tributaria abrió una inspección a la citada empresa en el año 2013, que fue cerrada pocos meses después sin sanción. Nada se dijo de fraude a Hacienda, ni de delito fiscal, pero lo cierto es que la citada sociedad encubre unas actividades personales que, aplicando el criterio que se exige a Monedero, deberían de haber tributado por encima del 45%, y no por el impuesto de sociedades.

El problema es la falta de ética. Nuestra sociedad se ha degradado tanto que lo mismo encontramos a un revolucionario que trabajó en una tienda que a un profesor de izquierdas que pretende hacer lo mismo que un expresidente del PP.

Milio Mariño / Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España

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