Milio Mariño
Como esas realidades que sólo son creíbles en la ciencia ficción, pasaremos de un año a otro con menos esfuerzo que cuando cambian la hora y tenemos que adelantar o atrasar el reloj. Cambiar de año no exige nada. Si quieres sales de juerga y si no quedas en casa pero, hagas lo que hagas, será 2015 y empezará otra historia que acabará siendo la misma. Habrá elecciones, juicios y propósito de enmienda, pero seguirá presente la sensación de impunidad por más que juzguen a la Infanta, a Bárcenas y a tres o cuatro sinvergüenzas. Ninguno ha robado gallinas ni lo han pillado con un jamón bajo el brazo. Son ladrones con cuentas en Suiza y buenos abogados. Saben que las leyes que regulan los procesos penales en España no están previstas para ellos. De modo que no les será difícil demostrar que donde mejor se elude a la justicia es en los juzgados.
En cualquier caso, por si algo pudiera fallar, ya han puesto en marcha la idea de que la diferencia entre ellos y nosotros no estriba en la honradez sino en la circunstancia de haber tenido la oportunidad, o no, de estar donde estaba el dinero. Y, para reforzar esa idea, plantearán una campaña de regeneración social. Hablarán de acabar con la corrupción, advirtiendo que hay que mirar al futuro porque cualquier medida referida al pasado, lejos de ser justicia, seria venganza. Dirán que lo hecho, hecho está y querer removerlo es como cuando metes un dedo en uno de los agujeros de un enchufe. Que no pasa nada, a no ser que metas el otro y exijas responsabilidades. Si, al final, lo metes sabes a qué te expones. Sabes, porque ya te lo advirtieron cuando eras niño, que da calambre y provoca un cortocircuito que puede dejarte grogui.
El año que viene llega, más o menos, así. Pero lo bueno de la vida, y de que vayan pasando los años, es que podemos seguir aquí aunque no entendamos nada de lo que ocurre. Volveremos a oír que el Gobierno pondrá todo su empeño en crear empleo y desearemos haber entendido bien porque, hasta ahora, destruir empleo ha generado millones de euros de beneficios. Las empresas han ganado más dinero con los despidos que contratando. Por eso cuesta entender que vayan a invertir la tendencia.
Ojala estemos equivocados y no entendamos lo que sucede por nuestra torpeza. Ya decía Einstein que cada día sabemos más y entendemos menos. Quizá por eso, además de no entender que los empresarios ganen dinero con los despidos, tampoco entendemos que el Banco de España diga que subir los salarios sería un paso atrás para la recuperación económica.
No entender estas cosas puede parecer ignorancia, pero para mí que, en el fondo, es puro egoísmo. Decimos que no entendemos lo que propone el Gobierno porque somos tan egoístas que nos preocupa más nuestra economía que la de España. Sobre todo a los de mí época. Así nos fue, que reivindicábamos mejoras sociales creyendo que construíamos el futuro de nuestros hijos y lo que estábamos haciendo era un futuro para alienígenas. Para gente que no tendrá sanidad pública, ni educación gratuita y ni derecho a pensión.
El futuro, después de la crisis, va por ahí. No es humano, es humanoide. Apuesta por Terminator y reniega de Darwin y la teoría de la evolución.
Como esas realidades que sólo son creíbles en la ciencia ficción, pasaremos de un año a otro con menos esfuerzo que cuando cambian la hora y tenemos que adelantar o atrasar el reloj. Cambiar de año no exige nada. Si quieres sales de juerga y si no quedas en casa pero, hagas lo que hagas, será 2015 y empezará otra historia que acabará siendo la misma. Habrá elecciones, juicios y propósito de enmienda, pero seguirá presente la sensación de impunidad por más que juzguen a la Infanta, a Bárcenas y a tres o cuatro sinvergüenzas. Ninguno ha robado gallinas ni lo han pillado con un jamón bajo el brazo. Son ladrones con cuentas en Suiza y buenos abogados. Saben que las leyes que regulan los procesos penales en España no están previstas para ellos. De modo que no les será difícil demostrar que donde mejor se elude a la justicia es en los juzgados.
En cualquier caso, por si algo pudiera fallar, ya han puesto en marcha la idea de que la diferencia entre ellos y nosotros no estriba en la honradez sino en la circunstancia de haber tenido la oportunidad, o no, de estar donde estaba el dinero. Y, para reforzar esa idea, plantearán una campaña de regeneración social. Hablarán de acabar con la corrupción, advirtiendo que hay que mirar al futuro porque cualquier medida referida al pasado, lejos de ser justicia, seria venganza. Dirán que lo hecho, hecho está y querer removerlo es como cuando metes un dedo en uno de los agujeros de un enchufe. Que no pasa nada, a no ser que metas el otro y exijas responsabilidades. Si, al final, lo metes sabes a qué te expones. Sabes, porque ya te lo advirtieron cuando eras niño, que da calambre y provoca un cortocircuito que puede dejarte grogui.
El año que viene llega, más o menos, así. Pero lo bueno de la vida, y de que vayan pasando los años, es que podemos seguir aquí aunque no entendamos nada de lo que ocurre. Volveremos a oír que el Gobierno pondrá todo su empeño en crear empleo y desearemos haber entendido bien porque, hasta ahora, destruir empleo ha generado millones de euros de beneficios. Las empresas han ganado más dinero con los despidos que contratando. Por eso cuesta entender que vayan a invertir la tendencia.
Ojala estemos equivocados y no entendamos lo que sucede por nuestra torpeza. Ya decía Einstein que cada día sabemos más y entendemos menos. Quizá por eso, además de no entender que los empresarios ganen dinero con los despidos, tampoco entendemos que el Banco de España diga que subir los salarios sería un paso atrás para la recuperación económica.
No entender estas cosas puede parecer ignorancia, pero para mí que, en el fondo, es puro egoísmo. Decimos que no entendemos lo que propone el Gobierno porque somos tan egoístas que nos preocupa más nuestra economía que la de España. Sobre todo a los de mí época. Así nos fue, que reivindicábamos mejoras sociales creyendo que construíamos el futuro de nuestros hijos y lo que estábamos haciendo era un futuro para alienígenas. Para gente que no tendrá sanidad pública, ni educación gratuita y ni derecho a pensión.
El futuro, después de la crisis, va por ahí. No es humano, es humanoide. Apuesta por Terminator y reniega de Darwin y la teoría de la evolución.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Milio Mariño