lunes, 26 de mayo de 2025

La maldad se dio un festival

Milio Mariño

Como de aprovechados está el mundo lleno y en España estamos que no caben más, hubo quien aprovechó nuestro fracaso en Eurovisión para endosárselo a Pedro Sánchez. Que, al pobre, ya era lo que le faltaba, que lo acusen de cantar peor que Feijoo. No lo acusan del asesinato de John F. Kennedy porque aún no había nacido, pero quien sabe si la jueza de Badajoz o el juez Peinado no encontrarán algún familiar suyo que estuviera en Dallas por aquellas fechas y coincidiera en un bar con Lee Harvey Oswald.

Nuestro fracaso en Eurovisión está siendo muy celebrado por los patriotas que acuñaron aquella famosa frase: “que caiga España que ya la levantaremos nosotros”. Andan a la caza de cualquier mala noticia para lanzarla cual cascara de plátano, a ver si el Gobierno resbala y se da un leñazo que lo obligue a convocar elecciones. Recurren a lo que haga falta y, en este caso, a un Festival donde gran parte del voto del público fue movilizado y capitalizado por la ultraderecha que, incluso, se permitió el lujo de comprar votos. Lo sabemos porque ellos mismo lo dijeron. La Presidenta de “OK Diario” Pilar R. Losantos, dos horas antes de que empezara la gala, presumía en Twitter de haber gastado 21,80 euros, que era lo que costaba votar 20 veces la misma canción. Dijo que habían sido los 21 euros mejor invertidos del año. También Ester Muñoz, vicesecretaria del PP, confesaba que había hecho lo mismo y se vanagloriaba de semejante hazaña.

A esto hemos llegado. Parece mentira qué quienes presumen de su amor por la patria celebren que España haya quedado penúltima en Eurovisión. Visto lo visto, yo también lo celebro, pero por un motivo distinto. Dado que la música y las canciones eran lo de menos y lo que se votaba era si aceptabamos que Israel matara a 62.000 personas, incluidos 15.000 niños, y siguiera arrasando Gaza y matando de hambre a los que quedan, pensé que era una buena noticia que Melody quedara de las últimas en el ranking de los verdugos.

Hoy por hoy, mostrar simpatía por lo que está haciendo Israel es una falta de humanidad que no se concibe en nadie medianamente civilizado, por muy fanático que sea. La pretendida bofetada, que dicen los que votaron a Israel, dieron los españoles a Pedro Sánchez, fue una bofetada a la decencia y los derechos humanos. No vale restarle importancia y decir, ahora, que se trataba de un simple festival de la canción. En principio, eso creíamos pero lo convirtieron en otra cosa.

Quienes presumen y se jactan de haber votado a Israel, porque era lo que molestaba al gobierno, dejan bien a las claras que lo suyo es pura maldad. Hay cosas que nada tienen que ver con ser de izquierdas o de derechas, que solo requieren un mínimo de decencia, un poco humanidad y un par de neuronas. Apoyar y respaldar el exterminio de un pueblo y el asesinato de miles de niños porque molesta al Gobierno, es para hacérselo mirar. Supone una desfachatez que, además de vergüenza ajena, produce estupor e incredulidad.

España es un país mucho más sabio, decente y humano de lo que imaginan y pretenden algunos. Esta jugarreta de la que tanto presumen, ojala les salga al revés y se vuelva contra ellos mismos.

 

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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