lunes, 2 de junio de 2025

La soledad avanza como negocio

Milio Mariño

Acostumbrado a viajar y pasar mucho tiempo en las grandes ciudades, vivir, de seguido, donde has nacido y estar jubilado no significa que desconectes y te importe poco lo que pasa en el mundo, pero lo ves de otro modo. La realidad que tenías a mano, ahora la tienes más lejos y ya no es lo mismo. Quedas a cuadros cuando lees que un chatbots, una plataforma que ofrece la amistad de un robot como sustituto de la compañía humana, ha recibido, el mes pasado, 194 millones de visitas.

En principio desconfías, piensas que puede ser una broma, pero luego sigues leyendo y te encuentras con una sorpresa: “La soledad es una posibilidad de negocio que podría superar los 500.000 millones de dólares en el año 2030”.

Alabado sea San Pancracio, patrono de los negocios. Para que luego digan que hay quien se hace rico a lo tonto. Mientras algunos pedimos un vino y pensamos qué nos pondrán de pincho, otros piensan como hacerse ricos. Donde usted y yo vemos gente que creemos acompañada porque no para de hablar y chatear por el móvil, otros ven que esa gente está sola y tiene un problema. Ven que hay chollo donde algunos no vemos tres en un burro.

Supe después, por un estudio de la Universidad de Comillas, que el 21% de los españoles se siente solo y el 44% siente la soledad de forma indirecta. Varios sociólogos y sicólogos sociales coinciden en que asistimos a un silencioso cambio en la conformación de la sociedad y que la unidad familiar que conocemos, formada por padres, hijos y abuelos, ya es historia. La familia sigue existiendo, pero se está llevando a cabo un proceso de individualización en el que cada vez más gente vive sola y su relación afectiva es menor.

Por lo visto, no solo los viejos echan en falta el mayor afecto, amparo y seguridad que da la familia, hay jóvenes y personas de mediana edad que presumen de vivir solas, intentan ocupar su tiempo libre con actividades lúdicas como los cursos de cocina, el bricolaje, el senderismo o partirse el culo en el gimnasio y luego, cuando llegan a casa, sienten el peso de la soledad.

 La soledad empieza a ser un problema. Por eso los chinos, que están en todo, hace tiempo que trabajan en la producción de robots empáticos de acompañamiento con los que puedes hablar, discutir y jugar al mus, amén de otras funciones como avisarte para que tomes la pastilla o avisar al 112 si ven que bizqueas y abres la boca como un hipopótamo.

Es triste imaginar que podemos acabar nuestros días sentados en el sofá y charlando con un robot. Tenemos, a nuestra disposición, más medios que nunca para comunicarnos y cada vez estamos más solos. La soledad se está extendiendo como una plaga y abarca todas las edades y clases sociales, sin distinción.

No se trata de algo que llegará, es algo que ya está aquí y convendría tomarlo en serio para ponerle remedio. Lo que me deja perplejo es que en lugar de aconsejarnos que cambiemos nuestra forma de vida, que volvamos a conectar con la familia y seamos más amables, tolerantes y generosos, lo que hacen es avisarnos de que la soledad se perfila como un gran negocio que, si estamos al loro, puede reportarnos pingues beneficios.


Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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