El pesimismo defensivo, el miedo
a no estar a la altura, dicen que es un trastorno habitual que sufren muchas
personas, pero me temo que debe afectar, sobre todo, a quienes somos ya muy mayores
para seguir la marcha que lleva el mundo. Da igual que hagamos un esfuerzo por estar
al día, no aguantamos el ritmo que impone la ciencia y la tecnología. Nos
parece un milagro haber asumido que podemos hacer fotos con un teléfono como
para que ahora nos pidan que reflexionemos sobre las consecuencias de que los chinos
hayan clonado un mono que llaman Retro, tiene tres años y está creciendo sano y
fuerte como cualquier otro de la misma especie que hubiera nacido de un padre y
una madre.
Algo sabíamos de la oveja Dolly
pero, según las revistas científicas, dos años más tarde, en 1998, clonaron los
primeros terneros. Luego, en 1999, clonaron cabras, en 2000 cerdos, en 2002
conejos, en 2005 perros y, en 2007, la Universidad de Naciones Unidas publicó
un informe en el que planteaba que la clonación de seres humanos, casi con toda
seguridad, sería inevitable.
Tan inevitable como que,
seguramente, ya se ha producido. Insisten en negarlo para que no nos asustemos,
pero si han clonado a todos esos animales tiene poco sentido que hubieran hecho
una excepción con nosotros.
Me refiero a clonarnos enteros, de pies a
cabeza, porque clonarnos por partes, como puede ser nuestra imagen o el tono y el
timbre de nuestra voz, ya lo están haciendo y no tienen reparo en reconocerlo.
Incluso presumen de qué pueden conseguir que nos parezcamos a Brad Pitt o que
cantemos como el mismísimo Pavarotti. Hemos llegado al extremo de que nos
cuesta saber qué es real y qué no. Nuestro cerebro tiene dificultades para
advertir la diferencia. Así que un humilde consejo, cuando nos asalta la duda
sobre sí, realmente, somos nosotros, es que cojamos un martillo y nos demos un
martillazo en un dedo. Si, sentimos dolor y gritamos una blasfemia muy gorda podemos
estar tranquilos porque somos quien somos y no un hermano gemelo creado en una
granja de repuestos humanos.
Quienes clonaron al mono Retro, en
declaraciones a la prensa, dijeron que clonar a una persona sería del todo
inaceptable. Insistieron en que la finalidad de su experimento es obtener
primates para la experimentación médica. Disculpa que, a estas alturas, es poco
creíble.
Comentaba al principio que las
personas de cierta edad no estamos capacitadas para abordar estos temas.
Imagino lo que van a decirme: Si no sabes para que te metes. Llevan razón, por
eso que no voy a recurrir a cuestiones éticas o argumentos filosóficos a favor
o en contra. Sería una temeridad por mi parte. Prefiero ir a lo práctico aún a
riesgo de parecer muy simplista.
Lo práctico es que, por mucho que
los chinos presuman de un gran avance científico, el mono clonado no deja de
ser una copia. Una buena copia, sí quieren, que se parece mucho al original,
pero, al fin y al cabo, una copia. Y eso lo dice todo. Un mono copiado, y además
por los chinos, será de la calidad que suelen tener sus productos. Si en vez de
chino fuera alemán...Pues igual qué sé yo... Pero a este pobre mono le doy de
vida lo que a un destornillador o a un serrucho.
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Milio Mariño