Siempre que salía a relucir el
tema me costaba admitir que el deporte favorito de los políticos fuera, como
decían, maltratar y despreciar a los ricos. Creía más bien lo contrario pero,
poco a poco, me fui desengañando y acabé por desengañarme del todo gracias al reciente
Foro Económico Mundial de Davos, donde un grupo de multimillonarios exigió que
les pongan más impuestos y los políticos quedaron mudos. No dijeron nada para
evitar decir lo que piensan: a los ricos ni agua. No les conceden una. Les
gusta hacerles sufrir.
Pero los ricos aguantan y son tozudos.
Plasmaron su petición por escrito en una carta, titulada “Proud to Pay More”,
con la que instan a los líderes políticos a que les pongan más impuestos para mejorar
los servicios públicos. La carta está firmada por más de 250 multimillonarios, entre
los que destacan Brian Cox, Abigail Disney, Robert Bosch y Valerie Rockefeller.
Puede llamar la atención que,
entre los firmantes, no figure ningún millonario español, pero es que los millonarios
españoles saben jugar sus cartas. Están deseando pagar más impuestos igual que
sus colegas, los millonarios de otros países, pero no lo piden porque saben que
aquí, basta que lo pidan para que no se lo den.
A lo mejor el PSOE, que siempre quiso llevarse bien con ellos, igual podría
estar por la labor, pero el PP se negaría y diría rotundamente que no.
Acaba de hacerlo Alberto Núñez Feijoo, que ha dejado claro que
no piensa ceder y asumir lo que piden los ricos. Ha pedido eliminar el impuesto
a las grandes fortunas, aprobado por el Gobierno de coalición, y también que
devuelvan el impuesto de Patrimonio a las Comunidades Autónomas para que, donde
gobierna el PP, lo eliminen en la práctica, como hizo él en Galicia.
El PP se mantiene firme en sus
convicciones. Tiene marcada su hoja de ruta y, por más que los ricos insistan,
seguirá adelante con su postura. Está radicalmente en contra del masoquismo
fiscal.
Habrá que ver si los ricos se
quedan de brazos cruzados. Lo que acaba de suceder en Davos no fue, como
piensan algunos, un calentón después del champán. Se trata de una tendencia que
los políticos no vieron venir y dará mucho que hablar. La agencia de encuestas
Survation, con sede en Londres, publicó hace unos días un sondeo, en el que
participaron muchos millonarios de los países que forman el G20, y el resultado
fue que el 74% apoya que aumenten los impuestos sobre la riqueza para ayudar a los
Gobiernos a que puedan hacer frente a los problemas de exclusión social.
La democracia exige tratar a
todos por igual y así debería ser. Los ricos dicen que quieren pagar más, pero
no les corresponde a ellos decidir cuánto tienen que pagar. En eso llevan razón
los políticos que, lógicamente, defienden los intereses del pueblo y la
soberanía popular. No puede ser que quienes más tienen hagan siempre lo que
quieran y se salgan con la suya. Ahora bien, lo mismo que digo una cosa digo la
otra. Tampoco merece la pena hacer un drama por esto. Si fuera que los políticos
se plegaran, habitualmente, a las exigencias de los poderosos sería otro
cantar. Pero como sabemos que están de nuestro lado, seguro que nadie les hará
ningún reproche si es que al final acaban cediendo y dan ese capricho a los
ricos.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
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