Un paseo por el centro de Avilés: la ‘acerona’ de Pedro Menéndez
Dando un paseo por Avilés llegué a la esquina
de lo que era el Café Colón y me encontré con la sorpresa de un paisaje
desco- nocido. En frente tenía el Parque del Muelle, el de siempre, pero a la
izquierda había como un páramo de cemento que se extendía hasta, casi, el
inicio de Sabugo. Un espacio que cuanto más lo miraba más me provocaba la
sensación de sentirme como un idiota estético, pues no lograba apreciar la obra
de un urbanista, seguramente de prestigio, que se habría devanado los sesos
discurriendo el proyecto que supuso quitar la fuente, que al parecer afeaba el
entorno, para construir algo que me parecía horrorosamente más feo. Esa fue la primera
impresión, pero no estaba conforme del todo porque, aparte de feo, había algo
más que se me escapaba y no acertaba a definir. Algo que me sumía en la
angustia de no encontrar la palabra que diera significado a la sensación que
sentí.
Tardé en encontrarla porque, a
veces, las palabras son como esos calcetines sueltos que buscas y no encuentras
por ningún sitio. Al final la encontré y quedé más tranquilo. Es una palabra que apenas uso, pero define lo
que sentí cuando me asomé a lo que han hecho en el espacio que dije: el comprendido
entre el Parque del Muelle y la acera de la Plaza de Abastos.
La palabra que me costó encontrar
fue: inhóspito. Inhóspito definía mejor lo que me pareció aquel lugar: un
rincón de Avilés desposeído de cualquier identidad, frio, impersonal, mal
concebido, nada acogedor y difícilmente habitable ni siquiera por las palomas
que no tienen a dónde ir.
Lo que han construido podría ser
qué se yo… Una pista de aterrizaje para helicópteros, o el vestigio de una
civilización, de hormigón y cemento, que puedan descubrir los arqueólogos
dentro de un par de siglos como ahora han descubierto los restos de la muralla.
Podría ser lo que ustedes quieran porque es nada. Es un espacio muerto que no
tiene utilidad. Solo tiene desolación y ningún respeto por un entorno que
merecía algo mejor. Algo más amable y humanizado que una explanada de cemento
que ha empeorado el uso y la estética del lugar y no sirve de conexión entre la
Plaza de Abastos y el Parque del Muelle que, al parecer, era lo que pretendían.
En vez de lo pretendido han
construido lo contrario: un obstáculo difícilmente salvable. Lo digo, claro
está, como opinión personal. No hablo en nombre de nadie más allá del mío
propio y, si acaso, el de cuatro amigos. Cinco, a lo sumo, todos avilesinos y
muy contentos con el Avilés de hoy, que es más amable y acogedor que el que conocimos
en nuestra infancia. Reconocerlo y alegrarnos no impide ser crítico con ese
empeño por arreglar lo que no hace falta, intervenir sin que haya una necesidad
concreta y buscar soluciones a lo que no es un problema.
Se me escapan los motivos que les
llevaron a lo que han hecho con la Plaza Pedro Menéndez. Solo se me ocurre que
alguien debió pensar que necesitábamos un lugar feo e inhóspito que sirviera de
contraste y nos ayudara a valorar lo guapo que es Avilés. Si esa era la
pretensión, lo han conseguido. No sé cuánto habrá costado pero, aunque fuera
barato, saldrá caro porque podrían haberse ahorrado semejante despropósito.
Es un auténtico atentado, aunque como dice el refran "para gustos..." y seguro que alguno habrá que lo alabe.
ResponderEliminarEn Madrid alaban a Ayudo aunque otros no lo entendamos
Pues esto igual
DE PENA
Totalmente de acuerdo contigo, has plasmado con las palabras exactas el batiburrillo que a mí se me pasó por la cabeza y no sabía cómo expresar por qué me quedé en blanco 🐻❄️
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