Solo hizo falta asomarse a la televisión
para comprobar que el funeral más caro de la historia, el de la reina Isabel
II, contó con el fervor de unos súbditos
que los medios manejaron a su antojo, demostrando que aquello de pan y circo,
que decían los romanos, sigue igual de vigente que hace dos mil años.
Por un lado nos mostraron a miles
de ingleses guardando unas colas interminables aderezadas con síncopes y soponcios y, por otro, los retrataron como aduladores y
pagafantas de unos personajes cuyos caprichos y rarezas evidencian que Monarquía
y Democracia son tan incompatibles como el aceite y el agua.
Desconozco si lo hicieron a propósito
o fue una coincidencia, pero para que espabilaran, y espabiláramos, al tiempo
que retrasmitían los desfiles, las cabalgatas y las filas de señores y señoras
haciendo pucheros delante del féretro, los medios nos recordaron que la difunta
reina, objeto de veneración y respeto, había pagado nada menos que 14 millones
de dólares para resolver, extrajudicialmente, las acusaciones de abusos
sexuales que pesaban sobre su hijo, el príncipe Andrés, aficionado, al parecer,
a las orgias con menores.
Por si no fuera bastante también
se ocuparon de informarnos que su otro hijo, el heredero y ahora rey Carlos III,
exige que le planchen los cordones de los zapatos, que le pongan, exactamente,
2,5 centímetros de pasta dentífrica en el cepillo de dientes y otros soberanos
caprichos que él mismo se encargó de corroborar mostrándose como un energúmeno ante
problemas tan triviales como cuando le estorba un tintero o la estilográfica le
mancha de tinta los dedos.
Estuvo bien que nos recordaran
los despropósitos, desmanes y disparates de una monarquía que es como las demás:
con sus reyes, reinas y ramas de parientes que conforman un árbol genealógico cuyos
frutos suelen ser autoritarios, amorales y corruptos.
Con todo, no deja de ser
asombroso que semejantes personajes gocen del fervor popular y que cuando se
habla de ellos lo primero que nos exijan sea que les tratemos con el debido respeto.
Un respeto que, a fuerza de intentar encontrarle sentido, entiendo que debe ser
hacia el espectáculo que representan y no tanto hacia los actores que lo
protagonizan.
Presumimos de ser racionales,
pero lo que hemos visto estos días, a propósito de la reacción de la gente en
torno al funeral de Isabel II, no se sustenta en la racionalidad como forma de
pensar. No es, ni puede ser, producto de nuestra capacidad para formar juicios
razonables que justifiquen nuestras acciones. Si ya es irracional que en el siglo XXI admitamos que
quien ostenta la máxima autoridad del Estado ocupe el cargo por vía hereditaria
y goce de unos privilegios que no tiene ninguna otra persona, todavía lo es más
que le demos nuestro aplauso y le rindamos pleitesía como muestra de sumisión.
La explicación que se me ocurre
es que nos gusta tanto el circo que nos convertimos en espectadores indulgentes
que perdonan lo que haga falta con tal de disfrutar de un grandioso espectáculo
que creemos gratis. Lo malo es cuando se acaba. Cuando, como en este caso, el
muerto ya está en el hoyo y falta por ver qué puede pasar con el vivo y el
bollo. Pasará, casi seguro, que vivirá otro duelo porque le enseñarán la
factura y se echará a llorar, esta vez con motivo.
Se podría decir ( sin temor a equivocarse ) que desde desde el homosapien, "" porque creo imprescindible conocer y saber la condición humana"". Y esto que considero trata de reflejar el artículo, no es de monarquías o repúblicas u otros..... Pues el mismo circo ha estado presente en multitud de ocasiones de todos y en todas direcciones..... Estoy de acuerdo en la falta de elección: aunque viendo la capacidad de gente como yo para elegir....""igual el mejor que sea por herencia""!!?? Me parece que el problema, el tema ""tiene más enjundia y profundidad social"", y si no nos ""mojamos"" solo estamos contribuyendo al circo y al ruido. ( tratando de ir comiendo)
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, estupendo artículo, además todas las cadenas ,se ahorraron programación,y dejaron escondidas otras informaciones sobre el estado de nuestro pais
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