Suelen decir del fútbol que solo
es un deporte, pero todos sabemos que es mucho más que eso. También es negocio,
espectáculo y otras cosas que se callan por no poner en un aprieto a los
millones de personas que consumen fútbol a diario. A esos adictos que han
pasado de la afición al vicio y sienten la imperiosa necesidad de darse un
chute de fútbol para que su adrenalina mantenga la actividad del cerebro y les aporte
cierto equilibrio. Así que ya digo, además de un deporte, un negocio y un espectáculo,
el fútbol es lo que están pensando. Eso mismo. Una droga que, cuando no se
consume, provoca el síndrome de abstinencia. Algo que, según los expertos en
drogas, es muy difícil de llevar, pues quien lo padece sufre una perturbación
importante que apenas le deja vivir.
Esa es la historia. Todos estamos
al tanto de qué es lo que ocurre cuando alguien que consume se queda sin su
dosis diaria. Se queda como han quedado los que consumían futbol y de repente,
por culpa de la pandemia y los estados de alarma, se vieron privados del
suministro que necesitaban. El bajón fue tan grande que no voy a decir que la
desesperación los haya llevado a protagonizar las famosas caceroladas porque
eso sería demagogia barata, pero sí que el personal anda desorientado y sufre como
un burro al que le han puesto una albarda con cien quilos encima.
No están sufriendo menos, aunque de forma
distinta, los que suministraban esa droga que decimos. Las televisiones, los
clubes y todos los que se han quedado sin ingresos por la suspensión de la liga
de fútbol. Las pérdidas son cuantiosas y el negocio amenaza ruina sin nada que
lo compense, ya que ni hartos de ERTES logran cuadrar las cifras.
Así las cosas y dado que, al
parecer, va para largo que puedan suministrar el producto con una calidad
razonable y en las dosis habituales, los que dirigen el negocio, con el visto
bueno de las autoridades, han decidido que se recurra a un paliativo y se
facilite, con carácter general, el consumo de fútbol metadona. Que no es, ni de
largo, como el fútbol que conocíamos y está por ver si servirá para paliar el síndrome
de abstinencia.
El fútbol metadona supone que las
once jornadas de Liga que quedan por disputarse se disputen cumpliendo las
medidas que son necesarias para evitar posibles contagios. Es decir, con los
estadios desnudos de gente y, tal vez, vestidos con fotografías que imiten
espectadores y sin que los jugadores puedan celebrar los goles en grupo,
escupir en el césped o cambiarse de camiseta. Además, también deberán reducir
el tiempo de estancia en los vestuarios, llevar mascarilla en los mismos y en
el banquillo, y guardar la distancia de seguridad cuando transiten por el túnel
de salida al campo.
El objetivo es minimizar los
contactos, pero nadie ha dicho cómo hay que hacer cuando los jugadores se
apelotonen en un saque de esquina o se junten en una barrera. Veremos qué pasa y cómo se desarrolla ese fútbol que piensan
suministrarnos, a modo de metadona, para aliviar el síndrome de abstinencia
y rebajar las tensiones acumuladas por los efectos del prolongado encierro y la
desescalada. El tiempo lo dirá, pero tal vez fuera mejor aguantar el mono y quedarnos
sin fútbol hasta septiembre.
Milio Mariño / Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España
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