martes, 24 de abril de 2018

Lunes que ayudan al domingo

Mi nuevo libro


“Lunes que ayudan al domingo”, es un libro que contiene una selección de artículos que fueron publicados, el lunes de cada semana, en la sección de opinión del diario La Nueva España. El libro recoge solo unos pocos de los más de quinientos que, con mi firma, aparecieron, entre los años 2005 a 2015, en la edición de Avilés del periódico. Unos pocos que no son los mejores ni los peores que se publicaron, sino el resultado de una elección, al azar, que solo fue adulterada por la precaución de no repetirme en exceso.

En el libro hay de todo. Hay artículos sobre temas sociales, políticos, económicos y de la vida de diario, que fueron escritos al hilo de la actualidad del momento y siguiendo el impulso de un presente concreto. Un presente que ya pertenece a otro mundo y duró folio y medio.

No les oculto que siempre que escribo pongo todo mi esmero y corrijo lo que no está escrito, pero debo reconocer que, tal vez, hubiera venido bien que algún barbero, o sastre literario, hubiera dado un repaso a esta recopilación de artículos. Que alguien, con más conocimientos y mejor juicio, los hubiera aseado y vestido de limpio antes de presentarlos en este libro. Trabajo que no se hizo, no por pereza, o falta de medios, sino porque prefiero que figuren como aparecieron: sin someterlos a ningún maquillaje, o arreglo, para que resulten más atractivos.

Esto que digo, no debe entenderse como que intento justificarme, o poner excusas, al objeto de que sean benévolos. Prueba de ello, aunque no sé si suficiente, es que no he pedido a ningún amigo que redacte el prólogo. Podía haberlo hecho y ganarme una presentación elogiosa que les animara a leer, aunque solo fueran unas páginas. Pero, como ven, soy yo mismo quien asume la responsabilidad de presentar el libro con la candidez del iluso que se cree capaz de hacerlo porque entiende que la misión del prólogo ha de corresponderse con la de golpear una puerta y salir corriendo, de modo que cuando el lector la abra no encuentre a nadie.

Así es que frente a esa puerta les dejo. Los artículos son los que son y la división por capítulos se hizo a capricho. Podía haber elegido agruparlos por años, pero he preferido hacerlo por títulos que fueron surgiendo mientras jugaba con el deseo de que cada artículo estuviera a gusto en su nido. Creo que conviene advertirlo por si algún lector se pregunta a qué obedece que figuren como capítulos: Animaladas, Sucesos para anormales, Ultramarinos y come chicles, Baracalofi político y Estornudos de rododendro. Disparates que son como un mando a distancia que permite viajar de una página a otra sin el dramatismo de tener que hacerlo siguiendo el orden establecido. El libro puede abrirse por donde apetezca. Es un todo formado por piezas sueltas.

Explicado lo anterior, quizá falta que les explique por qué elegí, como título, “Lunes que ayudan al domingo”.

Una razón podría ser, y lo es, que los artículos se publicaron el lunes de cada semana. Pero hay más. Coincide que el lunes es el día que, de la nada, surgió todo. El día que Dios creó los cielos, la luz y la tierra, el día que el hombre puso, por primera vez, el pie en la luna y el día en que Avilés celebra su mercado semanal y puede considerarse, casi, como festivo.

Con estos antecedentes, y teniendo en cuenta que el lunes es el día más sobrio de la semana, las posibilidades de elegir cualquier otro título eran prácticamente ninguna. De modo que no le di más vueltas. Convine en que la vecindad del domingo y el lunes era suficiente motivo como para dar sentido al título de este libro.

Llegados a este punto, habrán advertido, supongo, que si se hubieran saltado el prólogo tampoco hubiera pasado nada. Dudo que sirva de ayuda para anticipar el contenido del libro. Sirve, si acaso, para pedirles que lo lean. Petición que queda hecha añadiendo el inconsistente consejo de que, ya que lo han abierto y lo tienen en sus manos, quizá merezca la pena que le echen un vistazo.

Milio Mariño

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