En Stoke Gifford, un pueblo cercano a Bristol, allá por el
sur de Inglaterra, el ayuntamiento ha decidido cobrar una libra a quienes quieran
correr por el parque. No me parece bien, me parece poco. Dudo que, por una
libra de peaje, los forofos del running dejen de utilizar el parque para sus
correrías. Lo más efectivo sería la prohibición absoluta, bajo pena de cárcel.
Solo así podrían librarse de esa legión de ciborgs que, con sus podómetros, pulsómetros,
auriculares, MP3, gorra, manguera para hidratarse, mallas, cortavientos, y demás
parafernalia, invaden los parques y las aceras, corriendo al trote, sudando a
chorros, escupiendo aquí y allá y molestando al personal con su prepotencia y
ese postureo, hortera, de estirar cada dos por tres.
Dirán que alguna razón habrá para que tanta gente se dedique
a correr por los parques y las calles principales. Sí que la hay pero no es lo
que piensan. La mayoría de los que corren, no corre para hacer deporte, corre
para su ego. Para sentirse superior y publicar “sus hazañas” en Twitter y
Facebook.
Pura vanidad. Tengan en cuenta que quienes pasan corriendo a
su lado no suelen ir con unos pantalones viejos y una camiseta cualquiera. Van
de lo más fashion. A la última de la última. Con todo lo que dijimos encima y algún
invento sofisticado debajo, como ese que anuncian para que los hombres protejan
sus pezones. Como lo oyen. Al parecer, los runner sufren, incluso, heridas por
el roce de la camiseta con la punta de sus tetas. Pues bien, acaba de llegar a
España un producto que lo remedia y lleva tiempo comercializándose en EE. UU.
Se llama Nip Guards y es algo así como una tirita redonda, con una cavidad para
alojar y proteger el pezón, y una cola especial para que no se desprenda por
mucho que sude.
Si no lo sabían quédense con el dato. Nada de un vulgar esparadrapo
y pelos en las piernas. Depilados de pies a cabeza y con Nip Gards en los
pezones. Tontuna y pijismo para una moda que, en muchos casos, alcanza a ser
obsesión.
Y eso sin tener en cuenta que correr no es sano. Sufre el
corazón, se fastidian los tendones, los cartílagos, los discos
intervertebrales, el riñón… El cuerpo entero, cuando hablamos de cuarentones y
cincuentones, que es lo que más abunda en esto del running. Moda que han
aprovechado los que, siempre, huelen negocio para organizar carreras, de pago, en
las que inscribirse empieza a resultar prohibitivo. No todo el mundo puede pagar
una inscripción que va en aumento y llega a los 50 o 100 euros. Eso las más
modestas porque un medio Ironman cuesta
150 euros y un Ironman sobre los 400.
Quienes sospechen qué opino así porque no estoy dispuesto a
correr a menos que me persigan, aciertan. Soy de los que, alguna vez, hizo footing.
Pero eso fue el siglo pasado, cuando, a correr, lo llamábamos footing y era de
pobres. Esto del running es otra cosa. Esto cuesta un pastón, por eso se ha
puesto de moda.
No estaría mal que
nuestros ayuntamientos tomaran nota de lo que hacen en Stoke Gifford. El que
quiera correr por el parque que pague. Es una forma de fomentar el deporte.
Está demostrado que cuando es gratis y se práctica en plan anónimo, no le
interesa a nadie.
Milio Mariño / Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España
Muy acertado el artículo en el sentido que el running, que también se llamó footing, aeorbismo o simplemente correr, se ha convertido en una moda comercializada por las multinacionales. No estaría mal que todo el mundo salga a la calle a hacer ejercicio físico por calles, parques y jardines, con el único fin de convertirlo en un hábito saludable. Personalmente, busco el equilibrio, el término medio y me dedico ahora, a caminar con cambios de ritmos, quemo grasas, cuido el aparato cardiorespitario y evito lesiones.
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