Asombra que la lógica absurda acabe imponiéndose. Que la liga de futbol comience a mediados de agosto, los políticos vuelvan cuando vuelve el fútbol y la lotería del Gordo empiece a venderse en julio. No parece lógico. Si lo fuera febrero tendría treinta y un días y este mes veinte y ocho. Pero dicen que no es bueno llevar la lógica a sus últimos extremos. Que lo lógico ha de estar supeditado, siempre, a la eficacia.
Debe ser por eso que, aunque lo lógico sería que la gente tuviera estabilidad en el trabajo, treinta días de vacaciones y un salario digno, se impone la lógica de los contratos por horas, a precios ridículos, dejando para la historia aquellos que se hacían por meses, por años y ya no digo indefinidos porque esos pertenecen al Pleistoceno y, según los expertos en eficacia, supusieron la extinción de la megafauna que, como bien saben ustedes, estaba constituida por mamuts empresariales, felinos sindicalistas, perezosos terratenientes, dinosaurios obreros y, hasta, por el Cebro Ibérico, una especie que se extinguió allá por el siglo XVI y está siendo estudiada por el zoólogo de la Universidad de Oviedo Carlos Nores, cuyo trabajo acaba de ser publicado por el Museo de Ciencias Naturales de París.
La extinción del Cebro Ibérico, una especie de cruce, o mezcla, entre el burro y el caballo, algo así como un burro con FP, fue consecuencia, lógica, de la explotación. Los cristianos lo explotaron tanto, durante la Reconquista, que acabó extinguiéndose. Lo utilizaban para todo: como animal de carga, para fabricar escudos y zapatos y hasta para comerlo en filetes cuando no había carne mejor.
Cinco siglos después, hay ciertas similitudes entre la Reconquista que inició Pelayo y la pretendida por Rajoy. Las dos significan miles de cadáveres y la desaparición de alguna de las especies. Conviene tenerlo en cuenta y advertir a las mujeres que no piensen que la Cebra sobrevivió al Cebro. Son animales distintos cuya única coincidencia es que comparten casi todas las letras.
Todo esto lo sé porque acabo de leerlo. Lo incluyo dentro de la lógica, absurda, que acaba imponiéndose porque, al final, ya verán como agosto deja de tener treinta y un días, le asignan veinte y ocho y lo cambian por febrero. Ya pasó con Plutón. No sé si se acuerdan pero va para nueve años, por estas fechas, que lo despidieron. Fue al comienzo de la crisis, un día de finales de agosto, cuando la autoridad astronómica, la UAI, que así es como se llama, decidió liquidarlo. Tenían dos opciones: aumentar la plantilla de planetas hasta 12, incluyendo a Ceres, Caronte y el cuerpo celeste UBS313, o meter tijera y cargarse a Plutón. Optaron por lo segundo, por despedirlo sin darle las gracias ni una mísera condecoración por los años de servicio. Plutón estuvo en nómina, como Planeta, nada menos que 76 años. Hasta que lo sacaron del sistema y lo echaron al agujero negro.
Comento estos detalles porque, de cara a un nuevo curso político, me parece más interesante hablarles de lo que pasó con Plutón y el Cebro Ibérico que de la Bolsa China y su repercusión en la economía española. No quiero engañarles. Yo, del asunto de las bolsas, estoy como la mayoría de ustedes. Solo sé que en Carrefour cuestan tres céntimos y en Alimerka aún las regalan.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
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