Milio Mariño
Para mí que los del Centro de Investigaciones Sociológicas, quiero decir el CIS, necesitan unas vacaciones como el comer. No puede ser que sigan al pie del cañón en pleno mes de agosto. Se han pasado todo el año cocinando y, a estas alturas, les salen unos guisos que no hay quien los trague. El calor seguro que influye pero también debe influir que los cocineros están hasta el gorro y cocinan cualquier cosa con tal de salir del paso.
Lo último que han cocinado es que los empresarios, los ejecutivos de alto nivel y la gente con más estudios, y mayor poder adquisitivo, coloca a Podemos, empatado con el PP, como su opción política preferida. Lo cual, digo yo que lo habrán cocinado, porque como tienen fama de que lo cocinan todo, esto, que huele a menú de verano, no iba a ser menos. Seguro que quisieron cocinar algo ligero y les salió un menú para incautos. Un menú de agosto que incluye el despropósito de que quienes están por la labor de emprender un cambio radical, cercano a la revolución, son los ejecutivos, los empresarios, los universitarios y los altos directivos. Es decir que los que más tienen, y los que más saben, han decidido votar a quien recorta sus privilegios, mientras que los pobres y los más ignorantes eligen al PP de entrante, al PSOE de segundo plato y a IU de postre.
¿Cómo se come eso? Pues se me ocurre que con lechuga y mucho tomate porque cuesta tragar que los explotados decidan seguir votando a quienes les explotan y que la clase obrera prefiera las berzas, estilo neofascismo, antes que la menestra de izquierdas de toda la vida.
No me lo creo. Para mí que los del CIS se pusieron a cocinar y se les fue la olla. Se les pasó el guiso con eso de que la clase obrera y los pobres han decidido votar al PP y un poco al PSOE. Igual es que ya estoy muy mayor y no entiendo nada de la Nouvelle Cuisine, pero no acabo de ver que la revolución la vayan a hacer los altos ejecutivos, vestidos con trajes de lino y oliendo a perfume que cuesta lo que gana un obrero, ahora que la reforma laboral rebajó su salario en trescientos o cuatrocientos euros. Eso tiene que estar cocinado. Y muy mal cocinado porque parece un refrito de aquella película en la que un esclavo anhelaba seguir siendo esclavo y se jugaba la vida por defender a la señorita Escarlata.
Por eso decía, al principio, que los del CIS necesitan un descanso. Acaban de cocinar que la gente con estudios superiores elije a Podemos, el partido de los perroflautas, mientras que el PSOE es la fuerza mayoritaria entre las personas sin estudios y el PP arrasa entre los que solo han alcanzado la enseñanza primaria o ni eso. No puede ser cierto. Significaría que alguien ha dado vuelta a la tortilla agarrando la sartén por el mango. Pero a mí me huele a potaje de verano. A cocina llena de humo y cocineros que, hartos de cocinar todo el año, mezclaron los ingredientes y les salió un marmitaco que no traga nadie.
Siempre se dijo que con las cosas de comer no se juega pero ya ven que no se respeta esa regla. Y, al parecer, todo marcha.
Para mí que los del Centro de Investigaciones Sociológicas, quiero decir el CIS, necesitan unas vacaciones como el comer. No puede ser que sigan al pie del cañón en pleno mes de agosto. Se han pasado todo el año cocinando y, a estas alturas, les salen unos guisos que no hay quien los trague. El calor seguro que influye pero también debe influir que los cocineros están hasta el gorro y cocinan cualquier cosa con tal de salir del paso.
Lo último que han cocinado es que los empresarios, los ejecutivos de alto nivel y la gente con más estudios, y mayor poder adquisitivo, coloca a Podemos, empatado con el PP, como su opción política preferida. Lo cual, digo yo que lo habrán cocinado, porque como tienen fama de que lo cocinan todo, esto, que huele a menú de verano, no iba a ser menos. Seguro que quisieron cocinar algo ligero y les salió un menú para incautos. Un menú de agosto que incluye el despropósito de que quienes están por la labor de emprender un cambio radical, cercano a la revolución, son los ejecutivos, los empresarios, los universitarios y los altos directivos. Es decir que los que más tienen, y los que más saben, han decidido votar a quien recorta sus privilegios, mientras que los pobres y los más ignorantes eligen al PP de entrante, al PSOE de segundo plato y a IU de postre.
¿Cómo se come eso? Pues se me ocurre que con lechuga y mucho tomate porque cuesta tragar que los explotados decidan seguir votando a quienes les explotan y que la clase obrera prefiera las berzas, estilo neofascismo, antes que la menestra de izquierdas de toda la vida.
No me lo creo. Para mí que los del CIS se pusieron a cocinar y se les fue la olla. Se les pasó el guiso con eso de que la clase obrera y los pobres han decidido votar al PP y un poco al PSOE. Igual es que ya estoy muy mayor y no entiendo nada de la Nouvelle Cuisine, pero no acabo de ver que la revolución la vayan a hacer los altos ejecutivos, vestidos con trajes de lino y oliendo a perfume que cuesta lo que gana un obrero, ahora que la reforma laboral rebajó su salario en trescientos o cuatrocientos euros. Eso tiene que estar cocinado. Y muy mal cocinado porque parece un refrito de aquella película en la que un esclavo anhelaba seguir siendo esclavo y se jugaba la vida por defender a la señorita Escarlata.
Por eso decía, al principio, que los del CIS necesitan un descanso. Acaban de cocinar que la gente con estudios superiores elije a Podemos, el partido de los perroflautas, mientras que el PSOE es la fuerza mayoritaria entre las personas sin estudios y el PP arrasa entre los que solo han alcanzado la enseñanza primaria o ni eso. No puede ser cierto. Significaría que alguien ha dado vuelta a la tortilla agarrando la sartén por el mango. Pero a mí me huele a potaje de verano. A cocina llena de humo y cocineros que, hartos de cocinar todo el año, mezclaron los ingredientes y les salió un marmitaco que no traga nadie.
Siempre se dijo que con las cosas de comer no se juega pero ya ven que no se respeta esa regla. Y, al parecer, todo marcha.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
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Milio Mariño