lunes, 24 de octubre de 2016

Corruptotes y corruptitos

Milio Mariño

Las declaraciones de los acusados en el caso Gürtel nos han puesto al tanto de que hay corruptotes y corruptitos. Dos especies que se parecen pero son diferentes. De hecho, Bárcenas pertenecería a una y Correa a la otra. Fue lo que insinuó Correa, en su intento por convencernos de que la corrupción consiste en hacer de la política un negocio que enriquece a unos pocos pero beneficia a todos. Ahí estuvo, presumiendo de qué se lo llevó crudo porque se lo merece. Fue muy didáctico. Describió una época en la que quien no se hizo rico fue porque no quiso. Sirva como ejemplo que, entonces, cualquiera que se dedicaba a alicatar cuartos de baño ganaba el doble que un profesor de universidad. Lo cual, además de suponer la dignificación del proletariado, demostraba que los jóvenes que apostaban por ir a la universidad actuaban como unos parásitos que no contribuían en nada al progreso de la sociedad.

Aquella España era Jauja. Era consecuencia de la política neoliberal de Rato y Aznar, aderezada con la Ley del Suelo y el pelotazo. Todo un éxito si tenemos en cuenta que el PIB per cápita creció un 64%, la inflación se redujo y la riqueza neta de las familias casi se duplicó. De modo que pasamos a ser casi ricos por obra y gracia de una entelequia que, ahora, acaban de revelarnos. Aquella riqueza, aquello que parecía normal y no lo era, tenía su origen en la corrupción. La corrupción dinamizó la economía, favoreció el crecimiento y se convirtió en motor del progreso. De ahí que los acusados consideren que los cargos que les imputan son producto de una incomprensión moral pues, si bien es cierto que, sobre el papel, tal vez pudieron haber cometido alguna irregularidad, debería tenerse en cuenta que lo hicieron movidos por su enorme utilidad social.

El argumento, y la defensa, de los acusados en el caso Gürtel va por ahí. Pero eso no es todo. Han dejado en el aire la interesante pregunta de si era más corrupta aquella España de entonces o esta de ahora. Ésta en la que, aun sabiendo que los partidos y muchos de sus políticos están inmersos en casos de corrupción, la gente sigue votándolos y absolviéndolos en las urnas.

Algo de razón sí que tienen. Tal vez deberíamos admitir qué a muchos españoles, si se presentara la ocasión, no les importaría saltarse las leyes, sobornar o hacer lo que fuera, con tal de engordar su cartera. Es decir, que habría una mayoría de corruptitos que piensan como Correa. Lo cual explica que España sea el único país del mundo donde se afirma, con convicción, que la regeneración ética puede hacerse desde el poder. Que todo marcha como es debido porque los corruptos, al parecer, son capaces de condenarse a sí mismos y condenar a sus cómplices. Convicción que encaja, como anillo al dedo, con eso de que el votante del PP tenga derecho a que su partido gobierne pero el votante del PSOE no lo tenga a que el suyo se oponga y cumpla con la promesa que hizo a sus electores. Así que volvemos al principio, a los corruptotes y corruptitos. A un nuevo Gobierno que añadirá dos huevos duros a lo ya conocido y una oposición que se limitará a decir, como Groucho Marx, y nosotros tres huevos más y uno de ellos de oca.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

lunes, 17 de octubre de 2016

La enseñanza y el uniforme escolar

Milio Mariño

La enseñanza se ha convertido en una de las actividades más complejas y complicadas de la sociedad actual. Tal vez por eso, y por la cortedad de miras de los sucesivos gobiernos, llevamos años sin ponernos de acuerdo al respecto de una Ley de Educación que sea aceptada de forma mayoritaria. La última, aprobada en diciembre de 2013, suscitó el rechazo de todos los Grupos Parlamentarios a excepción del PP, que fue quien la propuso. De todas maneras, a pesar del caos educativo, la educación no figura entre las preocupaciones de los españoles que aparecen reflejadas en las encuestas de CIS.

Será que no es para tanto. A lo mejor el problema no está en la citada Ley sino los uniformes escolares. Lo digo en serio. Me remito al manifiesto publicado por varias asociaciones feministas que consideran inaceptable que se incluya la falda como parte del uniforme escolar pues, en su opinión, se trata de una prenda sexista que fomenta la desigualdad. Lo que no aclaran es por qué demonizan la falda y santifican el pantalón. Y deberían aclararlo porque en base a su razonamiento también podía ser inaceptable que incluyeran el pantalón y que tanto los niños como las niñas vistieran falda.

Cuando leo estas cosas no sé si el mundo se ha vuelto loco o el loco soy yo. Pienso que ya tengo una edad y temo no haber evolucionado al ritmo de los demás. En cualquier caso, aun a riesgo de que me llamen carca, opino que educar en la igualdad no puede ser que consista en hacer que las niñas se parezcan a los niños. Así que ya pueden ser ciento y la madre las asociaciones feministas que suscriben el manifiesto que, para mí, es un disparate que consideren que la vestimenta determina los comportamientos sexistas. Y un disparate mayor que traten de fomentar la igualdad imponiendo la forma de vestir.

Yo lo tenía claro. Pero como quería saber si lo que plantean esas asociaciones feministas venía dado por lo que proponen en otros sitios, di una vuelta por internet y encontré que en el Reino Unido ochenta colegios adoptaron, de forma experimental, el uniforme escolar neutro. Un único uniforme, para niñas y niños, que incluye pantalones, faldas y corbata. El objetivo es que cada alumno, a partir de los cinco años, pueda vestirse en función de su iniciativa y no, necesariamente, de su sexo. Es decir que pueda ponerse la prenda que le apetezca porque los niños, según Paula Weaver, directora del colegio pionero en esta práctica, tienen derecho a expresar su identidad sin nada que les coarte.

El experimento, que ya se hizo el curso pasado, confirmó lo que, seguramente, sospechan. El pantalón fue más popular entre las niñas que la falda entre los niños. Al parecer ni uno solo acudió al colegio vestido con falda. Lo cual demuestra que para ese viaje no hacían falta alforjas. Solo hacía falta que los padres de los niños compraran una falda. Un gasto innecesario que podían haberse ahorrado. Pero que importan unos euros cuando de lo que se trata es de no coartar al niño y que tenga una falda en su armario por si le apetece ponérsela.

Creo que, en esto, la tontería está suplantando a la razón. Menos mal que los niños aportan la sensatez y ponen las cosas en su sitio.

Milio Mariño / Artículo de Opinión/ Diario La Nueva España

viernes, 14 de octubre de 2016

Bañeres nos praos como bebederu pal ganao

El mio camentariu de los xueves nel programa Noche tras Noche de la Radio del Principáu

El mi lio d'esta selmana empezó por un twit del escritor Roberto González Quevedo nel que sollertaba de que les bañeres tán convertiéndose nun elementu más del paisaxe asturianu, como bebederu pal ganáu.

Dalgunos diréis: Bahh… Menudu problema… Cola que ta cayendo y esti esmoleciéndose por una tontura. Pero, de tontura nada… Basta con dar una vuelta per cualesquier zona rural pa comprobar la cantidá de praos nos qu'hai una bañera vieya como bebederu pal ganáu. Lo cuál, podemos míralo como queramos pero enfea la redolada, enllordia'l paisaxe y da una imaxe tercermundista que nun ye propia d'esti paraísu del que tantu presumimos.

Por eso, nun creo que nin Roberto nin yo seamos los únicos que llamentamos ver un prau preciosu con un montón de vaques pastiando y una bañera en medio enfeándolo tou. Supongo que munchos pensareis lo mesmo. Agora bien, la cuestión ye cómo solventar esi problema. Si lo que cuadra ye reivindicar que'l Gobiernu Rexonal dexe de llamase a andana y ordene al Seprona qu'entame a poner multes o sí sedría meyor concienciar a los ganaderos nel sentíu de q’usar una bañera vieya tirada nun prau, como bebederu pal ganao, queda feu y ye posible que, hasta a les vaques, yos produza refugu. Pa mi que les vaques beben neses bañeres porque nun tienen otru remedio pero si fixéramos una encuesta, apuestu que responderíen que-yos repuna facelo.

Yá sé que falta por conocer la versión de los ganaderos, les razones que los lleven a utilizar esi inventu. Figúrome la respuesta. Van dicir que se trata d'una bebederu baratu que facilita que les vaques tengan agua onde non l'hai y qu'amás cumple cola función de reciclar un trastu. Eses bañeres que cada vez s'usen menos y vamos sustituyendo por una ducha zarrada con cristalinos.
 No del reciclaje lleven razón. Ye verdá que reciclen, pero siguiendo esi exemplu, eso de poner una bañera vieya nun prau como bebederu pal ganao tamién podíamos poner un váter como asientu nuna marquesina del autobús. Hai que mirase un pocu, nun val tou. Si polo menos disimularen enterrando la bañera en suelu o poniéndo-y unos tapinos alredor… Pero tirala de mala manera en mediu del prau. Ehí va, según quede… Queda fatal.

El problema nun ye solu nuesu. Tamién los praos gallegos y cántabros tán llenos de bañeres que s'usen como bebederos pal ganáu. A lo qu'hai qu'amestar les finques onde'l paisanu tuvo la ocurrencia de poner un somier vieyu como portiellu. Son detalles qu’igual paecen de poca importancia pero queden fatal.. Asina que nun taría mal que los ganaderos se fueren concienciando. De momentu avisamos… Dicímoslo equí pola radio…Pero si naide fai casu nun refugo que lo llevemos al Parllamentu Asturianu.

Milio Mariño

lunes, 10 de octubre de 2016

Robots con Seguridad Social

Milio Mariño

Una de las propuestas más interesantes que he oído en los últimos tiempos la hizo mi amigo Pepe Álvarez en  la convención anual de UGT que se celebró en Pruvia, hace siete días. Consiste en que los Robots coticen a la Seguridad Social, al igual que lo harían los trabajadores a los que sustituyen.

Tiene mucho sentido. Los Robots no solo se están haciendo cargo de los puestos de trabajo más elementales y repetitivos sino que según un estudio, publicado por los economistas de la Universidad de Oxford Carl Frey y Michael Osborne, el 47% de los puestos de trabajo actuales será reemplazado por sistemas de automatización y robots de coordinación y visión avanzada. Calculan que en las próximas tres generaciones, unos 75 años, los robots se harán cargo de los puestos de trabajo más tradicionales. No se necesitará gente para recoger las cosechas, ni para pintar una vivienda, limpiar las ventanas o incluso luchar en las guerras. Los robots harán todas las tareas repetitivas, peligrosas, desagradables o aburridas que los seres humanos abordan en la actualidad. Tareas que también incluirán buena parte de la administración y la medicina, e incluso la abogacía, la enseñanza y los periodistas. Es decir, de todos aquellos cuyo trabajo pueda automatizarse en cierta medida. Una medida que crece cada vez más. Por ejemplo, ya hay Robots que corrigen los exámenes de los estudiantes con una aproximación ajustada a como lo haría el profesor.

El futuro es inquietante. Obliga a ver cómo viene y tomar precauciones. Por eso me parece bien la idea de que las empresas compensen a la Seguridad Social, a través de una cotización o alguna otra medida, por la pérdida de empleo que suponen los avances tecnológicos. Sería una aportación que facilitaría la sostenibilidad del sistema y supondría anticiparnos a un debate que, tarde o temprano, tendremos que afrontar. Los beneficios de la reducción de la mano de obra, que representan los avances tecnológicos, deberían ser redistribuidos y servir para algo más que para engrosar las cuentas de resultados de las empresas.

Cierto que también hay estudios, entre ellos uno elaborado por la Asociación de Industrias de Robótica, que indican que por cada robot instalado se crean una media de 1,3 puestos de trabajo. Los estudios depende quien los haga, pero luego vamos a los datos reales y resulta que los salarios caen en picado y cada vez hay más paro. Fíjense en este dato: en el año 2013, descontada la inflación, un trabajador medio cobraba un 13% menos que en 1973, a pesar de que la productividad aumentó un 107% en dicho período.

El dato es asombroso, pero ningún partido político ha planteado abordar cómo afecta y afectará la automatización creciente a las relaciones y los derechos laborales, el paro y el Estado del Bienestar. Nadie plantea la necesidad de conciliar los intereses empresariales con los de los ciudadanos, en el escenario actual y los que se puedan presentar. No se proponen acciones concretas para hacer frente a que cada vez hay menos puestos de trabajo, los salarios evolucionan a la baja y el sistema público de pensiones, así como la Seguridad Social, están a punto de quebrar.

 No es cierto que las cosas se arreglarán por sí mismas y las nuevas generaciones solo tendrán que prepararse mejor. La tecnología no es un instrumento neutral, crea desigualdades que es preciso corregir.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

viernes, 7 de octubre de 2016

El tren que descarriló pa llamar l’atención

El mio camentariu de los xueves nel programa Noche tras Noche de la RPA

El mi lio d'esta selmana ye por esi tren que volvió a descarrilar. Por esi Alvia que venía de Barcelona y descarriló'l vienres pasáu, nun túnel que llamen Llombu del Pollín… Unu de los primeros túneles de Payares según se vien de Llión.

Nesi tren viaxaben 78 pasaxeros y, gracies a que descarriló nun túnel, namás se mancó unu. Renfe diz que l'accidente debese a la rotura d'un rail. Esa ye la versión oficial pero, pa mi, que'l tren descarriló, arrede, pa llamar l'atención…. Seguru que debe tar fartu de que nun-y faigan casu. Seguru que se siente discrimináu al ver que los trenes de toa España rueden per víes y túneles acordies con estos tiempos. Esa tuvo de ser la causa. La frustración de volver atopase colos 61 túneles de Payares. Túneles que fueron construyíos en 1884, mentanto que'l túnel nuevu sigue muertu risa esperando. Imaxino que’l tren debió dicir… Tenéisme hasta les bieles… asina que voi davos un toque… Voi descarrilar dientro d’un túnel pa que nun se manque naide… Ye lo meyor pa mover un pocu la cosa y que los medios de comunicación falen d’esti problema.

Total que l'Alvia descarriló y la repercusión foi inmediata. La conseyera d'Infraestructures, Belén Fernández, que de xuru nin s'alcordaba de que podíamos venir en tren dende Barcelona y, de pasu, vivir una aventura propia del sieglu diecinueve, desiguida reclamó l'apertura de la Variante y del túnel grandón. Esi túnel qu'acabaron va cinco años ensin qu'asocediera'l desliz del chiste… Por suerte non asocedió aquello de poner a un obreru cavando dende Llión y a otru dende Asturies… Y tener dos túneles pol preciu d’unu. Nesti casu atopáronse y la cosa salió bien… Pero tamién atoparon un manantial que mana 300 llitros d'agua per segundu. Y ehí sigue, ensin que les autoridaes sepan si facer un santuariu como'l de Cuadonga, una fábrica d'agua embotellada o un riu con criaderu de truches.

El túnel nuevu tien pa cuntar. Entamaron con un presupuestos de 1.100 millones d'euros, nel 2004, y doce años dempués lleven gastaos 4000 y tururú que te vi morena. Acabaron la obra pero siguimos esperando que se decidan a inauguralo. Asina que yá digo, la escusa oficial foi un rail rotu pero la realidá apunta a que'l tren encabronóse y fexo como facíen los obreros na seronda, decidió pasar a l'aición y reivindicar el so derechu a circular pol túnel nuevu y non por unos túneles que son de fai 136 años. Yá sé que les autoridaes nun van reconocer que'l tren descarriló arrede pa reivindicar sos derechos. Les protestes, siempre procuren callales. Sobremanera si quien protesta son les máquines. Sí, porque a la xente engáñenla con cualquier tontería pero si un tren s’empina nun hai otra vía que dai lo que pida.

Milio Mariño

viernes, 30 de septiembre de 2016

La seronda pa entamar

La mio collaboración de los xueves nel programa Noche tras Noche de la RPA

 El mi lio d'esta selmana ye qu'esti día llamome Marcos Vega y díxome que yá s'acabara'l branu. Y equí me tenéis, faciéndome la entruga de qué ye lo qu'acaba y lo qu'empieza. Nada, porque nun acaba nin empieza nada. Too flúi, que diría aquel. Too escurre per esi ríu qu'un día llegará a la mar. Y, nós intentando flotar. Faciendo lo posible por nun afoganos. Espatuxando pa caltener la identidá de lo que fuimos y nun cayer nel vacíu d'esi sentir que nos lleva a pensar que cada día ye unu menos ya inda nun fiximos nada que mereza la pena.

Si me notáis un pelín raru que naide s'asuste. Tamién yo lo noté, yá me dí cuenta de que toi quedando fora de la realidá. Pienso que debe ser cosa de la seronda, d’esa seronda que nos vuelve un pocu más grises y un pocu más murnios. La seronda siempres paga les culpes del pesimismu y la murnia. Y, a lo meyor, quien sabe, igual ye culpable de too. Hasta d’esos pelos qu'atopamos nel llaváu, na ducha, nel peñe y per tolos llaos… Seguru que ye culpa de la seronda, de los factores esternos, non de que temos quedando calvos.

De toes formes, nun quixera, por nada del mundu, que naide s'amurniara. Los qu'acabáis de matriculavos nun cursu d'alfarería, talla de madera o cualesquier ximnasiu anti panza, tenéis que caltener la ilusión intacta. Los médicos encamienten facer el tontu como terapia. Dicen que ye bien cenciellu, sobremanera pa los más llistos.

Facer el tontu ya rise ye sanu y nun sal mui caru. Ta demostráu qu'asina curense munchos males. Muncho más que pol procedimientu d'encamenta-y la nuesa salú a un santu. Y nun falo solu de los santos tradicionales, amesto santos modernos como San Ibu Profeno o Santa Aspirina de Bayern.
Sé qu'estos díes hai muncha xente enfociada con esu de que s’acabara’l branu, llegara la seronda y la vida volviera a ser cuchu. Pero non tou ye negativu. Agora ye cuando entama a llover y a facer fríu pero, precisamente por eso, amenórgase la contaminación del aire y alendamos muncho meyor qu’en branu.

Tamién tien otres ventayes. Si t’apetez un petite exóticu: comer mangos de México, o espárragos peruanos, pués comelos anque sía a mediaos de payares o principios d’avientu. Y otra cosa, ye precisamente agora cuando nos damos cuenta de qu’aquellos quince díes de vacaciones que nos fixeron sentir persones yeren una cruel mentira. La vida real nun yera aquello, ye esto. Asina que, caún, pue tómalo como-y de pola gana pero pienso que lo meyor ye facenos a la idea de que nos queden once meses per delantre pa esfrutar y ser felices. Once meses de felicidá, eso sí,  quitando los sábados, los domingos y les fiestes de guardar.

Milio Mariño

lunes, 26 de septiembre de 2016

El Maquinista y la máquina de la verdad

Milio Mariño

Hace poco apareció en varios periódicos una noticia que me llamó la atención: “Un maquinista abandona el tren en Osorno y deja tirados a ciento nueve pasajeros”. Ese era el titular pero, si seguíamos leyendo, descubríamos que el culpable de la faena no era el conductor del tren sino el responsable de personal de la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles que no había previsto que el maquinista rebasaría su jornada laboral, en esa estación. De modo que cuesta entender que la noticia apareciera en esos términos. Solo se me ocurre que tal vez haya que interpretarlo como que no alcanzaría a ser noticia que RENFE dejara tirados a ciento nueve pasajeros. A lo mejor, en las facultades de Periodismo, siguen poniendo el ejemplo de que no es noticia que un perro muerda a un hombre, sino que sea este el que muerda al perro. Esa puede ser la razón, no se me ocurre otra.

Si el asunto va por ahí significaría que solo se considera noticia el mundo al revés. Si alguien le echa valor, para que las cosas sean como tienen que ser, se silencia o se tergiversa la acción. La verdadera noticia era que un trabajador no había sucumbido a las presiones de sus jefes y había actuado de forma responsable y conforme a la ley. Es decir, que lejos de dejar tirados a los pasajeros lo que había hecho era protegerlos aun a riesgo de que lo pusieran en el disparadero, como, al final, sucedió.

El tratamiento que algunos medios dieron al suceso fue, ciertamente, escandaloso, pero responde a la abulia de una sociedad que, todavía, no ha tomado conciencia de que la democracia se acaba a las puertas de la empresa. Las órdenes del empresario tienen la presunción de que son legítimas. Es decir que, hasta que se demuestre lo contrario, la orden debe cumplirse. El trabajador, ante una orden que considera injusta, o contraria a derecho, tiene, primero, que cumplirla y luego reclamar, para que un Juez diga si era correcta o no. Solo en casos donde exista un riesgo grave e inminente, la legislación hace posible que el trabajador deje de realizar su trabajo. Pero lo que parece una medida de protección acaba siendo meterse en un lío. ¿Cómo y quién determina que el trabajador corre un riesgo grave e inminente? Es el propio trabajador, el que tiene que valorar la situación, exponiéndose a que, luego, un juez considere que el riesgo no era tan grave ni sé demostró que fuera inminente porque, a lo mejor, no pasó nada.

¿Era un riesgo grave que el maquinista prolongara su jornada? ¿Corrían, él mismo y los pasajeros, el riesgo inminente de un accidente ferroviario? Si hubiera continuado el viaje y no hubiera pasado nada, todos tan contentos. Pero si surgiera un accidente sería considerado culpable ya que realizaba su trabajo sabiendo que había superado el límite legal del horario establecido.

Lo que sucedió, que el maquinista se negara a exponer a los pasajeros a un posible accidente, tal vez no sea noticia. El responsable de un medio es quien decide si lo ocurrido tiene relevancia y debe ser conocido por la sociedad. Es un poder casi mágico, pero esa magia no debe emplearse para tergiversar los hechos y construir un llamativo titular. Además de faltar a la verdad, puede hacer mucho daño.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España