Vuelve, otro año más, la Semana
Santa y los teólogos y los filósofos siguen sin ponerse de acuerdo sobre si
Dios es de piñón fijo o puede cambiar de opinión. Hay quien dice que sí y hay quien
dice que no. En la Biblia se apuntan las dos posibilidades: que Dios es
invariable en su personalidad y sus principios y que un cambio en la conducta del
hombre puede hacerle cambiar de opinión.
Dando por cierto que, arrepintiéndonos
y rezando, Dios perdona nuestros pecados avalaríamos la segunda hipótesis, pero
el dilema sigue sin resolverse. Es una incógnita si Dios seguirá manteniendo que
difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Fue lo que dijo. De
todas maneras, quienes han venido siendo sus representantes en la tierra han
actuado como si hubiera rebajado las exigencias. Induce a pensarlo que los ricos
no tendrían esa obsesión por ser cada vez más ricos si tuvieran la certeza de
que irán de cabeza al infierno.
Quién sabe. El mundo ha cambiado
tanto, es tan distinto al que había cuando se escribió la Biblia, que cuesta
imaginar qué dirían, ahora, los profetas y los apóstoles si tuvieran que
pronunciarse sobre la justicia social, la igualdad de género, el matrimonio
igualitario, los inmigrantes o la declaración universal de los derechos humanos.
Tal vez sea aventurar demasiado,
pero si Dios pudo cambiar de opinión con respecto a los ricos, también pudo
hacerlo con otras cosas. La idea que nos inculcaron, durante mucho tiempo, fue
la de un Dios vengativo, intransigente y autoritario, alejado del Dios del
perdón y el defensor de los pobres y los humillados. Esa es la historia, pero como
el mundo es tan distinto al de entonces, no sería descartable que Dios haya
querido ponerse al día para no quedar anticuado. Un detalle muy significativo
es que, en 2013, eligió como su representante en la tierra a Jorge Mario
Bergoglio, el Papa Francisco.
La propia iglesia asegura que el
Papa elegido no recibe su misión de manos humanas, sino del Espíritu Santo. Y
como todos sabemos que Dios es uno y trino no cabe duda de que la elección fue
cosa suya. Dios ha querido que lo
represente un Papa que se ha mostrado en contra del proyecto ultra liberal y
neofascista que está triunfando en muchos países. Apuesta por la justicia
social, el buen trato a los inmigrantes y los refugiados, por aceptar y
reconocer a los homosexuales y porque la mujer tenga un papel más importante no
solo en el mundo, sino también en la Iglesia.
A tenor de quién es, ahora, el
representante de Dios en la tierra no son pocos los que dicen que Dios ha
pasado de ser de derechas a ser de izquierdas. Así lo han visto quienes
aseguran que el Papa Francisco es un enviado del demonio y lo acusan de hereje
y de comunista. Lo dijeron varios obispos y lo dijo Javier Milei antes de
viajar a Roma y pedir disculpas. También lo dicen quienes sostienen que Dios es
partidario del ultra liberalismo y de una sociedad en la que haya menos
derechos y libertades.
Dios pudo cambiar de opinión,
pero también puede ser que ni antes fuera de derechas ni, ahora, sea de izquierdas.
Lo mismo es alguien que tuvo y tiene que luchar contra quienes intentan
manipularlo y ponerlo de su lado.
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Milio Mariño