lunes, 18 de marzo de 2024

Cenar de madrugada

Milio Mariño

La vicepresidenta, Yolanda Díaz, ha vuelto a liarla con eso de que no es razonable que los restaurantes estén abiertos a la una de la madrugada. Lleva cuatro años en el Gobierno y sigue sin enterarse de que no aceptamos que nos den consejos y, menos, que nos digan qué podemos, o no podemos, hacer. ¿Y tú quién eres para decirme a mí a qué hora tengo que cenar? ¿Dónde está escrito que no puedo cenar, si quiero, un cachopo con patatas fritas a las dos de la mañana y acostarme con el estómago como una hormigonera?

Los consejos de los de arriba, y especialmente de los políticos, no suelen gustarnos. Al contrario, provocan rechazo y hacen que nos convirtamos en indómitos rebeldes cuya rebeldía consiste en presumir  de qué no aceptamos lo que nos dicen aunque, en el fondo, reconozcamos que, tal vez, lo digan por nuestro bien. Da lo mismo, nuestra respuesta suele ser visceral y, por tanto,  equivocada, pues si hubiera vida inteligente en los testículos habría menos lágrimas y el mundo sería más justo.

La sugerencia de la ministra ha levantado mucho revuelo a pesar de que las nuevas generaciones están mostrando un cierto rechazo hacia los viejos horarios de comer a las tres, cenar a las diez y ver la televisión hasta las tantas. Un programa como Master Chef Junior, protagonizado por niños y emitido por el primer canal de la televisión pública, empezaba los lunes a las once de la noche y acababa a la una de la madrugada.

Al margen de quien lo proponga, parece de sentido común que adoptemos unos horarios racionales que nos permitan conciliar la vida personal y laboral respetando unas horas mínimas de descanso y favoreciendo la vida familiar. Eso era lo que veníamos haciendo, poco a poco y de motu propio, pero bastó que alguien se atreviera a sugerirlo para que surgieran los que siempre están dispuestos a montar el pollo y apuntaran la tontería de que atenta contra nuestra libertad personal.

Es falso, como también lo es que el turismo pueda verse afectado porque los restaurantes no estén abiertos a la una de la madrugada. Quienes utilizan el turismo para justificar su protesta saben que los turistas, cuando están aquí, siguen con el horario de su país y cenan a las siete de la tarde. Es muy raro que veamos a un alemán o a un inglés cenando a la una de la madrugada. Ellos siguen a lo suyo. Somos nosotros los que tenemos que cambiar el horario y cenar más temprano, cuando vamos de vacaciones a un hotel español.

No pasa nada; nos adaptamos a ese horario y todo discurre con normalidad. Pero claro, si se plantea como sugerencia, enseguida aparecen los que reaccionan poniendo el grito en el cielo por cualquier cosa. Menos mal que el sentido común acabará imponiéndose a la ridiculez de los que defienden una supuesta libertad personal que ellos nunca tendrán porque, en el reparto de cartas que da la vida, seguramente que no están ni estarán entre los que pueden permitirse el lujo de cenar en un restaurante a la una de la madrugada. Los que de verdad pueden hacerlo, sonríen y no dicen nada porque les da igual la opinión de los que protestan y las medidas que se tomen.  Seguirán cenando donde quieran y a la hora que les dé la gana.


Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

1 comentario:

  1. Gracias por desmitificar temas complicados y hacerlos accesibles para todos nosotros. Visita nuestra plataforma para encontrar contenido exclusivo sobre el juego Aviator.

    ResponderEliminar

Milio Mariño