lunes, 8 de mayo de 2023

Tres en uno

Milio Mariño

Hay cosas que aparentan ser fáciles, pero tienen una solución difícil. Considerar exagerado que en España haya 8.112 ayuntamientos, con otros tantos alcaldes y 65.347 concejales, es fácil, pero muy difícil que esos ayuntamientos entiendan que muchos deberían fusionarse para adelgazar la administración local, reducir costes y mejorar los servicios.

Reducir ayuntamientos no es un capricho administrativo, es poner remedio a un mal endémico de nuestro sistema constitucional que tiene su origen a principios del siglo XIX, cuando la Constitución de 1812 tomó el ejemplo francés y estableció tantos ayuntamientos como pueblos había en España.

En Europa pasó lo mismo; los liberales impusieron sus ideas y los ayuntamientos surgieron como setas.  La diferencia es que en Europa ya lo han corregido y aquí nadie quiere hablar de ese tema.

A lo mejor ayudan estos ejemplos. En Gran Bretaña han pasado de 1.500 corporaciones locales a 434; en Alemania de 25.000 a 8.400; en Bélgica de 2.359 a 596; y en Grecia de 1.034 a 355. Alemania tiene ahora tantos municipios como España, pero nos doblan en población.

En Francia han ido más lejos, han reducido de 22 a 13 el número de regiones autónomas. La cuestión es que, aquí, reducir ayuntamientos no puede hacerse por manu militari ni por Real Decreto, tiene que ser por consenso; tienen que decidirlo ellos. Así que vamos aviados los que pensamos que Avilés, Corvera y Castrillón tendrían que ser un solo ayuntamiento. Razones que lo aconsejan hay muchas, pero alcanza con una que cualquiera puede comprobar sin recurrir a dictámenes complicados o estudios de doscientas páginas. Solo tiene que estar dispuesto a dar un paseo.

El espacio urbano entre Corvera, Avilés y Castrillón es tan uniforme y tiene tal continuidad que una persona puede ir caminando desde Los Campos a Piedras Blancas sin bajarse de la acera. Atraviesa los tres municipios y no advierte que pasa de uno a otro salvo por los letreros.

Pero hay más razones. Hay 120.000 personas que están unidas geográfica, laboral y socialmente y separadas de forma administrativa. Hay un puerto compartido, unas playas que también y un medio ambiente cuyos problemas son los mismos y tienen el mismo origen, pero se gestionan de forma distinta. Lo único que  tiene sentido es el transporte público, que funciona como si fuera un único ayuntamiento y funciona bien.

Son tantas las razones que no hace falta recurrir al populismo y decir que nos ahorraríamos 2 alcaldes y 35 concejales. Que si, que es verdad, pero no estamos hablando del chocolate del loro, hablamos de ventajas de más calado que beneficiarían a todos. Algo que no parece que importe mucho. Estamos en víspera de elecciones y dirán que no es el mejor momento para abordar este tema. Luego tampoco lo será y pasarán otros cuatro años sin que haya un debate político sobre los retos y los desafíos de tres municipios que necesitan soluciones integrales y valientes para encarar el futuro.

Costará convencerlos. Apuesto que ningún partido, de los que curren a las elecciones del 28 de mayo, pondrá sobre la mesa la conveniencia de que Avilés, Corvera y Castrillón se fusionen. Al contrario, cada cual defenderá la independencia de su territorio y recurrirá a la autocomplacencia y el victimismo como principales argumentos. Ojala me equivoque, pero los candidatos y candidatas de los tres concejos, hablarán de las diferencias y no de lo que los une.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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