Hay cosas que aparentan ser fáciles,
pero tienen una solución difícil. Considerar exagerado que en España haya 8.112
ayuntamientos, con otros tantos alcaldes y 65.347 concejales, es fácil, pero
muy difícil que esos ayuntamientos entiendan que muchos deberían fusionarse
para adelgazar la administración local, reducir costes y mejorar los servicios.
Reducir ayuntamientos no es un
capricho administrativo, es poner remedio a un mal endémico de nuestro sistema constitucional
que tiene su origen a principios del siglo XIX, cuando la Constitución de 1812
tomó el ejemplo francés y estableció tantos ayuntamientos como pueblos había en
España.
En Europa pasó lo mismo; los
liberales impusieron sus ideas y los ayuntamientos surgieron como setas. La diferencia es que en Europa ya lo han
corregido y aquí nadie quiere hablar de ese tema.
A lo mejor ayudan estos ejemplos.
En Gran Bretaña han pasado de 1.500 corporaciones locales a 434; en Alemania de
25.000 a 8.400; en Bélgica de 2.359 a 596; y en Grecia de 1.034 a 355. Alemania
tiene ahora tantos municipios como España, pero nos doblan en población.
En Francia han ido más lejos, han
reducido de 22 a 13 el número de regiones autónomas. La cuestión es que, aquí, reducir
ayuntamientos no puede hacerse por manu militari ni por Real Decreto, tiene que
ser por consenso; tienen que decidirlo ellos. Así que vamos aviados los que
pensamos que Avilés, Corvera y Castrillón tendrían que ser un solo
ayuntamiento. Razones que lo aconsejan hay muchas, pero alcanza con una que cualquiera
puede comprobar sin recurrir a dictámenes complicados o estudios de doscientas
páginas. Solo tiene que estar dispuesto a dar un paseo.
El espacio urbano entre Corvera,
Avilés y Castrillón es tan uniforme y tiene tal continuidad que una persona puede
ir caminando desde Los Campos a Piedras Blancas sin bajarse de la acera.
Atraviesa los tres municipios y no advierte que pasa de uno a otro salvo por los
letreros.
Pero hay más razones. Hay 120.000
personas que están unidas geográfica, laboral y socialmente y separadas de forma
administrativa. Hay un puerto compartido, unas playas que también y un medio
ambiente cuyos problemas son los mismos y tienen el mismo origen, pero se
gestionan de forma distinta. Lo único que tiene sentido es el transporte público, que funciona
como si fuera un único ayuntamiento y funciona bien.
Son tantas las razones que no
hace falta recurrir al populismo y decir que nos ahorraríamos 2 alcaldes y 35 concejales.
Que si, que es verdad, pero no estamos hablando del chocolate del loro, hablamos
de ventajas de más calado que beneficiarían a todos. Algo que no parece que
importe mucho. Estamos en víspera de elecciones y dirán que no es el mejor momento
para abordar este tema. Luego tampoco lo será y pasarán otros cuatro años sin
que haya un debate político sobre los retos y los desafíos de tres municipios
que necesitan soluciones integrales y valientes para encarar el futuro.
Costará convencerlos. Apuesto que
ningún partido, de los que curren a las elecciones del 28 de mayo, pondrá sobre
la mesa la conveniencia de que Avilés, Corvera y Castrillón se fusionen. Al
contrario, cada cual defenderá la independencia de su territorio y recurrirá a
la autocomplacencia y el victimismo como principales argumentos. Ojala me
equivoque, pero los candidatos y candidatas de los tres concejos, hablarán de
las diferencias y no de lo que los une.
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Milio Mariño