Para los asturianos, Madrid queda
lejos. Lejos en lo geográfico, pues son quinientos kilómetros más el peaje del
Huerna, que es un pico por obra y gracia de Álvarez Cascos, y lejos en lo
político por cuanto que, allí, quien gobierna dice que si te llaman fascista
estás en el lado bueno. Así se las gastan en la capital del reino. Para la
presidenta, Isabel Diaz Ayuso, ser fascista es mejor que ser de derechas a la
manera en que el líder de su partido, Pablo Casado, reivindicaba hace poco. Por
lo visto, con eso no alcanza. Una derecha europea, demócrata y civilizada equivale,
según algunos, a la derechita cobarde. Lo bueno es que te llamen fascista. Fue
lo que dijo la líder del PP madrileño y hubo muchos que le rieron la gracia. Y
no solo eso, sino que, movidos por su entusiasmo, llegaron a compararla con Margaret
Tatcher sin darse cuenta de que a quién, de verdad, se parece es a Lina Morgan.
Comentaba que Madrid queda lejos,
pero ni con el Pajares de por medio nos libramos del ruido de las elecciones
que han convocado para el cuatro de mayo. Hasta aquí llegan las voces de esa
marabunta de políticos gritones, populistas sin escrúpulos, demagogos, tránsfugas
trileros y vendedores de crecepelo que aspiran a ser diputados. Solo se les oye
a ellos. Los otros, los políticos sensatos, gritan menos. Sospecho que no porque
sean poco valientes sino porque entienden que a voz en grito y metiendo miedo se
llega al intestino grueso, pero no al cerebro.
Todo ese ruido que llega de Madrid hace que nos
preguntemos qué pasa con los políticos que no dicen exabruptos, con los que se
presentan a las elecciones hablando de forma educada y proponiendo proyectos creíbles
que han pasado por el tamiz del sentido común. No se sabe si es que han
desaparecido, si nadie les hace caso o si los medios han decidido ignorarlos. Así
que ya les digo, menos mal que Madrid queda lejos porque parece como que
aquello se hubiera convertido en un patio de colegio por el campan a sus anchas,
solo, los niños traviesos. Niños que juegan a darse patadas, tirarse de los
pelos y llamarse cosas muy feas. Facha asqueroso, rojo de mierda y otras
lindezas, no precisamente ejemplares, que nos retrotraen a la España del 36,
casi cien años después.
La regresión es evidente. El
lenguaje guerracivilista demuestra que hemos retrocedido y el ambiente político
se ha convertido en un albañal. Banalizar el fascismo, legitimarlo como una
opción deseable, supone una gran irresponsabilidad. El fascismo no es lo
opuesto a la izquierda, es lo opuesto a la democracia. Detalle que no deberían
perder de vista quienes lo invocan con tanta frivolidad.
No estamos para bromas. Desde
luego que no. Y, se me ocurre que viene al caso un cuento de Kierkegaard.
Contaba, el gran filósofo danés, que
en una ocasión se declaró un incendio en las candilejas del teatro donde
actuaba un afamado payaso. Rápidamente, el payaso salió al escenario y avisó del
incendio, pero el público creyó que se trataba de un chiste y aplaudió a rabiar.
El payaso, muy enfadado, volvió a repetir el aviso a gritos y los aplausos
fueron todavía mayores. Así creo, decía Kierkegaard, que perecerá el mundo: en
medio del aplauso de la gente respetable, que pensará que es un chiste.
¡¡ Brabo Milio!!.
ResponderEliminarEs una pena que el sentido comun, sea un producto poco comercial y sin interés exportable.
Por tener muchos años tuve la oportunidad de ver a Lina Morgan y Juanito Navarro en el Palacio Valdés. Como estaba en la primera fila, pude contemplarla muy cerquita; cuando hacia sus chistes y gestos ademas de reir me daba la impresión de estar ante una persona inteligentisima. Ya quisiera "niña Madrileña" llegarla a la suela del zapato. Es un hablar...
ResponderEliminarGracias por leerme.... Un saludo
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