lunes, 20 de noviembre de 2017

Esperanza de vida

Milio Mariño

Hace dos días, leíamos en este periódico que una vecina de Miranda, Etelvina Fernández, había cumplido 110 años. Una edad que produce vértigo y siempre nos lleva a la misma pregunta; a preguntarles, a los centenarios, qué es lo que han hecho para vivir tantos años. No sé lo que respondería Etelvina, pero la respuesta suele ser nada. Es lo que responden todos. No revelan ningún secreto ni ninguna fórmula mágica. Se limitan a decir que han pasado por penalidades, y momentos más o menos duros, y han vivido como han podido. Somos nosotros los que insistimos tratando de buscar algo que justifique lo que no justifica su respuesta. Nos cuesta aceptar que no se hubieran propuesto vivir tantos años y sospechamos que esconden el truco.

Pero no hay truco, son seres excepcionales que han llegado a la edad que tienen sin saber cómo ha sido. Y ahí los tenemos. Según la estadística, referida a enero de este año, en España hay 17.423 centenarios, de los cuales 471 viven en Asturias. La proporción, aunque aquí es mayor, suele ser de dos mujeres por cada hombre, y lo que también apuntan los datos es que aproximadamente la mitad gozan de buena salud y son independientes. Algo que, todavía, nos causa asombro por aquello de que, hace nada, vivir un siglo era impensable.

Ya no lo es. Los avances de la medicina han propiciado que seamos, cada vez, más capaces de vivir muchos años. De hecho, los científicos están planteando que la sociedad del futuro será diferente. Dicen que la reducción de nacimientos irá en aumento, de modo que seremos menos de los que somos ahora pero más longevos. Y, a este respecto, ven como muy posible que, en tres o cuatro generaciones, podamos alcanzar los 130 años de edad. Cosa que no será tan simple como que nos pongan una inyección milagrosa, o nos tomemos media tonelada de pastillas, y a vivir. Será una combinación de distintos tratamientos que aumentarán el índice de resistencia a la oxidación y mantendrán el metabolismo dentro de los límites de lo normal.

Sí damos por bueno lo que auguran los científicos, resultaría que el problema de la longevidad estaría medio resuelto. Digo medio porque en un mundo como el nuestro, en el que se desprecia la vejez, ya no vale, como solución, que solo consigan hacer que vivamos más años. En principio, tal vez fuera esa era la idea, superar la barrera de los cien, pero las exigencias han cambiado y lo que ahora exigimos es seguir pareciendo jóvenes hasta poco antes de morir. El enemigo a batir ya no es, solo, la edad, es el espejo. Queremos vivir más años pero haciendo que no se cumpla aquello que cantaba Alberto Cortez. “La vejez es la grave ceremonia de clausura de lo que fue la juventud alguna vez”.

En eso andamos ahora, deseando vivir muchos años pero, sobre todo, pidiendo que se retrase el momento de la vejez. La cuestión ya no es si la duración media de la vida humana aumentará en las próximas décadas. Que aumentará lo damos por hecho y pensamos que esa conquista no tendrá marcha atrás. Lo que está por ver es si conseguiremos posponer el envejecimiento hasta que cumplamos los cien. Ahora parece un sueño. No creo que ni Etelvina ni yo lo veamos, pero apuesto que habrá viejos jóvenes, casi con toda seguridad.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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