Después de pasar por alto el último dato del paro, que
volvió a registrar un aumento de 57.247 personas en enero, me llamó la atención
que esta semana pasada se publicaran varias noticias referidas a empleos en los
que se cobra por hacer nada. Ahí tienen el caso de Penélope Fillon, esposa del
líder de la derecha francesa, Françoise Fillón, que al parecer contrató a su
mujer y a dos de sus hijos, que habrían recibido un total de 900.000 euros, de los
fondos públicos, como asistentes parlamentarios, sin que se hubieran encontrado
evidencias de que hicieran ningún trabajo. Algo parecido a lo de Valencia,
donde, por lo visto, un tal Carles Recio, lleva 10 años cobrando como jefe de
la Unidad Bibliográfica de la Diputación, sin ocupar su puesto. Lo que si hace
es fichar. Ficha con su huella dactilar a las 7.30 de la mañana, se marcha, y
vuelve a fichar entre las 15.30 y las 16.00, percibiendo por ello la bonita
cifra de 50.000 euros anuales.
No es por llevarles la contraria, pero creo que algunas
personas es mejor que no trabajen. Ya sé que estarán pensando que trato de
hacerme el gracioso. Nada de eso, la reflexión está hecha después de meditarlo
a fondo. Después de analizar todas las variables y elegir la que más nos
conviene a los ciudadanos. ¿Acaso sería mejor que quienes son contratados bajo
esas premisas trabajaran doce horas diarias? ¿Creen, de veras, que saldríamos
beneficiados por el hecho de que el ex director general de la Guardia Civil,
Arsenio Fernández de Mesa, contratado recientemente por Red Eléctrica de
España, se partiera el culo trabajando para esa empresa?
Sinceramente, creo que no. Pero hay más casos. Ahí está Ana
Mato, que no ve un jaguar en un garaje y ha sido recolocada como Jefa del Foro
Europeo para la Juventud. José Ignacio
Wert está en París, como embajador ante la OCDE, en una lujosa mansión, en Los
Campos Elíseos, que nos cuesta 775.000 euros anuales. Y qué me dicen de los ex ministros
Fernández Díaz y José Manuel Soria, que no están donde quería Rajoy que
estuvieran por una autentica carambola. Si están Ángel Acebes en Bankia, Aznar
en Endesa, Borrell en Abengoa, Felipe González en Gas Natural, Ana Palacio en
HC Energía… Y no sigo porque sería un
peñazo detallarles la relación completa de los 47 ex altos cargos de la
política que ocupan puestos de relevancia en empresas de todo tipo.
Entiendo que alguien se indigne pensando que Carles Recio,
después de fichar en la Diputación de Valencia, igual se daba media vuelta y se
metía en cualquier cafetería para disfrutar de un chocolate con churros y leer
tranquilamente la prensa. Es muy probable que fuera eso lo que hiciera. Pero… ¿Que
daño nos causa si dedica su tiempo a ponerse ciego de churros y leer el
periódico? Ninguno ¿No será más dañino, y perjudicial para nosotros, que Felipe
González se aburra, en su despacho de Gas Natural, y se dedique a pensar
maldades?
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
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