Para la derecha no hay cambio climático. El mundo sigue igual de frio que hace un siglo y es mentira que se caliente. Y, si se calienta, no es problema suyo que la gente se ponga al sol o a la sombra. El problema es de los pobres, que tienen el vicio de quejarse por todo y buscan cualquier excusa para criticar y poner en solfa a los gobiernos conservadores.
Así piensan los que insisten en llamarse liberales para evitar que los llamen cosas peores. Es decir, los Aznar, Rajoy, su primo el científico, Marine Le Pen, los Republicanos de Estados Unidos y todos los que han añadido al mundo, el demonio y la carne el cambio climático como principal enemigo. Todos niegan el calentamiento global, reconocido por el 97% de los científicos. Dicen que es un ataque contra la forma de vivir de los países desarrollados. Una especie de caballo de Troya que esconde las verdaderas intenciones de los marxistas. Una trampa, protagonizada por los rojos de siempre, que ahora se disfrazan de verdes y lideran una conspiración para acabar con las libertades.
Que nadie se santigüe pensando que semejante disparate solo puede ocurrírsele a alguien que no está en sus cabales. Así fue como lo enfocó, hace poco, un editorialista del ABC. Dijo que la alcaldesa, roja, de Madrid estaba utilizando la boina de contaminación que se cierne sobre la ciudad como pretexto para imponer, de forma dictatorial, a qué velocidad debemos ir en el coche y donde podemos, o no podemos, aparcar. Una restricción intolerable del libre albedrio y las libertades.
Cuesta creerlo pero hemos vuelto al contubernio y la conspiración judeo-masónica-comunista. Ahora resulta que existe una gran conspiración mundial de la que son cómplices miles de científicos que mienten, a sabiendas de que el cambio climático es un engaño elaborado exprofeso. Insisten en eso, en no reconocer la evidencia porque equivaldría a reconocer la verdad. Hacen exactamente lo mismo que los negacionistas del Holocausto. Inventan datos y fuentes científicas para construir una realidad paralela, alucinatoria y fantasmagórica. Llegan al punto de colocar, prácticamente, a todos los científicos bajo sospecha de actuar al servicio de la izquierda como a los otros del sionismo.
Por si fuera poco, la postura de la derecha se complementa con el socorrido: “si Dios lo quiere”. Con la afirmación peregrina de que haga lo que haga el hombre tiene poco o nada que ver en este asunto pues solo Dios puede controlar el clima.
Dirán que, a estas alturas, no quedarán, apenas, ni tres adultos que se chupen el dedo. Que nadie en su sano juicio creerá semejantes patrañas. Que, hasta, Rajoy ha renegado de su primo y propone una ley de cambio climático para la próxima legislatura, si es que continúa como presidente del Gobierno.
Es cierto que lo propuso. Rajoy hizo la propuesta en clave electoral y por miedo a quedar en ridículo en la cumbre París, pero sigue pensando lo mismo. Si Bertín le hubiera metido un par de goles más en la partida de futbolín y hubiera tenido la oportunidad de hacerle alguna pregunta sobre el cambio climático, Rajoy respondería lo que respondió hace poco con la sabiduría que le caracteriza. Dijo que si ya es difícil saber el tiempo que hará en Pontevedra la próxima semana, imaginen lo que será predecir qué puede ocurrir dentro de un siglo.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Milio Mariño