lunes, 19 de enero de 2015

Podemos, piensan algunos

Milio Mariño

Nunca había tomado en serio que la historia se repite, que los grandes hechos y los grandes personajes vuelven por segunda vez. Es más, no sabía que fuera una frase de Hegel ni que Marx la hubiera completado añadiendo que cuando se repite acaba siendo una farsa.

No lo había tomado en serio porque, cuando eres joven, piensas que todo está por venir. Luego, según van pasando los años, empiezas a sospechar que hay cosas que ya has vivido y pones cara de escéptico si te hablan de algo nuevo y maravilloso que llega para cambiarlo todo a mejor.

Tal vez por eso, y porque uno ha vivido lo suyo, recuerda que después de la muerte de Franco, y de las colas interminables delante de su cadáver, con algún saludo fascista incluido, éramos apenas cuatro los que estábamos en el ajo de la lucha por las libertades. Éramos tan escasos que casi todos nos conocíamos, pero de pronto, como por arte de magia, aparecieron miles de personas que no solo decían que siempre habían sido demócratas sino que también reclamaban un pasado de izquierdas que habían mantenido en secreto, imagino que para no quitarnos protagonismo.

Salvando un trecho que tiene cuarenta años de ancho, hay indicios de que, quizá, esté ocurriendo lo mismo. En apenas seis meses, un partido como Podemos, que nadie sabe muy bien qué es, ha superado al PSOE en número de afiliados y se ha convertido en el preferido de millones de españoles. Las encuestas así lo señalan, de modo que no creo que sea una impertinencia preguntar dónde estaba toda esa gente. Convendría saberlo porque si dicen que votaban al PSOE o a IU no salen las cuentas. ¿Qué hacían entonces? ¿Votaban a la derecha? ¿Quedaban en casa y pasaban de todo?

No descarto, tampoco, que quienes anuncian que votarán a Podemos estuvieran en una nebulosa y despertaran a raíz de las propuestas de un líder que supo crear ilusión. Algo parecido a lo que sucedió en 1982. Por eso empezaba diciendo que hay quien sostiene que la historia se repite. De todas maneras, suponiendo que fuera así queda lo más sorprendente. Queda saber dónde estaban los cientos, miles, de personas que se están postulado como dirigentes y aspiran a ser candidatos en las próximas elecciones.

Para esta segunda pregunta no encuentro ninguna respuesta aceptable. No la encuentro porque hasta hace nada, prácticamente todos los que se están postulando como candidatos, renegaban de la cosa pública y tenían a menos meterse en política. ¿Cómo cabe entenderlo entonces? ¿Son vocaciones tardías o también se trata de luchadores y revolucionarios de toda la vida que ocultaban su condición para no liarla y que esto pareciera Siria?

Las preguntas no se hacen poniendo en cuestión la necesidad de un giro a la izquierda que suponga un vuelco de la situación política. Todo lo contrario. Las preguntas se hacen pensando en los que se están subiendo al carro porque ven la marcha que lleva y piensan que lo tienen a huevo para llegar y besar el santo. Surgen porque se desconfía de los vagos sociales arrepentidos, los luchadores ocultos y las vocaciones tardías. Por ahí es por donde suelen colarse los oportunistas y los trepas. En eso también la historia se repite. Y aunque sea a costa de quitarle la razón a Marx, me gustaría que no acabara siendo una farsa.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Milio Mariño