Una de las primeras medidas de
las que se vanaglorió Elon Musk, en el estreno de su flamante Departamento de
Eficiencia Gubernamental, fue la de descubrir que Estados Unidos había gastado
50 millones de dólares en condones para Gaza. Un despilfarro inaceptable del
dinero de los contribuyentes, afirmó enfadado. Pero luego, ante las preguntas
de los periodistas, a los que no les salían las cuentas, dado que cada
caperucito cuesta menos de un dólar y el resultado era una cifra escalofriante,
dijo que los preservativos estaban siendo utilizados por militantes de Hamás
como globos para lanzar explosivos contra Israel.
Costaba creerlo. Y resultó que era
mentira. Estados Unidos no había gastado 50 millones de dólares en condones para
Gaza sino 50.000 dólares en una campaña de prevención contra el Sida en Mozambique.
Cuando Musk se vio acorralado,
intentó salir del paso con el dato de que los condones comprados por Joe Biden eran
Magnum, una marca de gran tamaño, un 30% más que los normales, y añadió que eso
facilitaba la labor de los terroristas a la hora de usarlos como globos
explosivos.
Aunque Musk dice muchas mentiras,
lo del tamaño, es posible que fuera verdad. No sé si estarán al tanto, pero
hace tiempo que los condones se comercializan cómo los trajes a medida. Los hay
de 60 tallas distintas que son el resultado de combinar diez tamaños de largo
por nueve de circunferencia.
Sobre este tema, el New York Times
llegó a publicar una página en su dominical y nombraba a la Fundación de Bill y
Melinda Gates como principales impulsores de la iniciativa para mejorar los
condones, fabricándolos por tallas y con hidrogel elástico, un producto que
ayuda a una erección más prolongada y a disfrutar prescindiendo de la marcha
atrás.
Curiosamente, y sin pretenderlo, Musk
aportaba argumentos a la eficiencia gubernamental. Si su objetivo es que no se
malgaste el dinero público, hubiera sido un despilfarro que Estados Unidos comprara
condones a granel y los destinatarios no pudieran usarlos por resultar cortos,
estrechos o ambas cosas a la vez. Lo mismo que no todas las cabezas son iguales
y existen tallas para los sombreros es razonable que los condones también las
tengan, atendiendo al tamaño de la anatomía del usuario.
El gasto de la millonada en
condones no sé produjo, pero la polémica sirvió para que Trump y su amigo Musk asestaran
un duro golpe a la lucha contra el Sida. Apelando al ahorro, cancelaron la
financiación de condones que estaba prevista para Etiopia, Costa de Marfil, El
Congo y Nigeria, que son los países que lideran la disminución de las
infecciones por VIH. Unas infecciones que han aumentado en los países más
desarrollados debido a que el uso de condones está decayendo. Nuestros jóvenes usan
el condón cada vez menos y no parece que sea por cuestiones de ahorro. Así que
lamentaría que tuviera algo que ver la iniciativa impulsada por la fundación de
Bill y Melinda Gates.
Me explico. En los ya lejanos
tiempos de mi juventud, a los jóvenes nos daba mucho apuro entrar en una
farmacia y pedir condones. Algo que, supongo, habrán superado, pero como ahora los
venden por tallas igual volvemos a lo de antes. De todas maneras, lo tienen
fácil. Pueden pedir, a gritos, una caja tamaño 3XL y otra, tamaño L, en voz
baja, diciendo que son para un amigo.
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Milio Mariño