Con la proclamación de Donald
Trump como Presidente de Estados Unidos se confirma que el mundo está virando
hacia un nuevo escenario en el que los países apuntan a ser gobernados por políticos
autoritarios, mentirosos y fanáticos, que vienen con la receta del anarco-capitalismo
bajo el brazo. Un viejo invento que nació hace ahora cien años y consiste en
que el Estado desaparezca para que el Mercado pueda actuar libremente, sin ningún
obstáculo.
Lo que dicen los analistas y los
expertos, de cómo hemos llegado a esto, no me convence. No creo que haya sido
producto de un cerebro brillante sino la reacción primaria de un par de ricos con
suerte.
Hace unos años, no muchos, ser
rico y andar por el mundo exhibiendo la riqueza en plan obsceno, como quien abre
la gabardina y enseña lo suyo, no estaba mal visto. Pero la gente acabó por hartarse
y a los ricos les entró el canguelo. Se alejaron del mundanal ruido y se
recluyeron en sus mansiones. Un fastidio porque, aunque daban grandes fiestas privadas,
ni llevando a Los del Rio conseguían divertirse. Probaron con viajar al espacio
y hacerse astronautas, pero tampoco. Ni siquiera cuando compraron los periódicos,
las radios y las televisiones y luego las redes sociales consiguieron pasarlo
mínimamente entretenidos. Seguían igual de aburridos. No les divertía ni
navegar en lujosos yates, con señoras y señores estupendos, tomando gin-tonic
de Watensi y bailando con la música de Bad Bunny.
Nada. El caso que, en una de
aquellas fiestas, uno de los más ricos tuvo una idea. Que os parece si nos
metemos en política. Olvídalo, en política hace mucho que estamos metidos y es
un fastidio. Lo sé, pero no es lo mismo poner a quien creemos más manejable que
hacerlo nosotros mismos, sin intermediarios. Diversión de primera mano sin
pagar ni un céntimo. Cobrando.
A los que estaban en aquel grupo se
les iluminó la cara. Podemos hacer que la gente se entere de que mandamos lo
que realmente mandamos. Podemos rebajar nuestros impuestos, reducir la
presencia del Estado y acabar con el despilfarro de los subsidios y los servicios
públicos. En nuestras manos está reformar el viejo mundo y convertirlo en uno
nuevo y más racional.
La reforma empieza hoy. Hoy
empieza el futuro. Tienen previsto que algunos países, que funcionan como las
viejas tiendas de ultramarinos, acaben cerrando. Serán absorbidos por las
grandes superficies. Estados Unidos se hará con Canadá, Groenlandia y tal vez
México. Aquí, en nuestro caso, los imitadores de Trump propondrán recuperar
Portugal, hacernos con Gibraltar y establecer bases estratégicas en las islas
Chafarinas y la isla Perejil. Allí, en Estados Unidos, Trump incluye en su
gobierno a Robert F. Kennedy Jr., Elon Musk y otros multimillonarios y aquí Feijoo
y Abascal incluirán a Francisco Roig, Florentino Pérez y, tal vez, Nacho Cano.
En principio parece un chiste,
pero eso pensábamos de que volviera Trump y hoy está en la Casa Blanca. Claro
que también puede ser el preludio de la Tercera o la Cuarta Guerra Mundial.
Cuesta ponerle número porque, tal como va el mundo, no sabemos qué guerra toca.
Ahora mismo, lo que triunfa y
está en boca de todos es el disparate que inauguran en Estados Unidos. No
obstante, les animo a ser optimistas. Estoy convencido de que la tortilla de
patatas acabará imponiéndose y derrotará a las hamburguesas de McDonalds.
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Milio Mariño