Cuando abrí el periódico y leí
que los bomberos de Avilés andaban a la caza de un enjambre de avispas
asiáticas, allá por el barrio de Sabugo, recordé que a los bomberos solemos
atribuirles las ideas más peregrinas. No era el caso, pero como estamos
influidos por esa creencia pensé que, tal vez, habían ido a Sabugo para que las
avispas, al verlos, creyeran que había un incendio y huyeran despavoridas.
Descarten la imaginación; a veces se me va la olla. Reconozco que ahora,
menos para las avispas, hay expertos para todo, pero hubo un tiempo en
que llamaban a los bomberos no solo para
apagar un fuego sino para solucionar cualquier problema. Precisamente, de ahí
les vine la fama. Tenían que recurrir al ingenio y adoptaban soluciones poco
convencionales que, luego, la gente calificaba como disparates.
El caso que en el periódico donde informaban
que los bomberos andaban por Sabugo a la caza de las Velutinas, venía otra noticia
que alguien, con una mentalidad como la mía, podía atribuir, perfectamente, a
un bombero. Se trataba del anuncio de la creación de un Centro de Atención
Integral Especializado para hombres víctimas de la violencia sexual. Un
proyecto que costará cerca de un millón de euros y que, según sus promotores, servirá
para corregir la deriva del feminismo sectario que solo se preocupa por los
problemas de las mujeres.
La iniciativa es pionera, y de
una imaginación portentosa, pero hay muchas posibilidades de que acabe corriendo
la misma suerte que aquella de abrir una Oficina del Español en Madrid para
entretenimiento y remuneración de Toni Cantó.
Puestos a señalar, conviene hacer recuento de otras ideas que también sería
injusto que atribuyéramos a los bomberos, como la de facilitar becas a los
padres que superen los 100.000 euros anuales de ingresos o las becas de
guardería para los concebidos no nacidos.
Son muchas las ideas que, de
manera injusta, podríamos atribuir a los bomberos y, en realidad, se le
ocurrieron a la Presidenta de la Comunidad de Madrid. Su afición por resolver los
problemas inexistentes y no ocuparse de los reales, como la escasez de médicos o
el déficit de viviendas, lo mismo la lleva a crear una Oficina Defensora de las
Mascotas para evitar que se las coman los Menas y los inmigrantes sin papeles.
Si algún distraído pensaba que a
nadie más que a un bombero se le podía ocurrir que uno de nuestros mayores
problemas es la cantidad de hombres que son violados a diario y reclaman la
protección del Estado ya lo puede ir descartando. Ni aun en el caso de que la
Presidenta de la Comunidad de Madrid conozca cuantas violaciones que se
producen en las cárceles, y los abusos y violaciones que el Informe del
Defensor del Pueblo atribuye a la iglesia católica, se justifica la creación de
un Centro Especializado para hombres víctimas de la violencia sexual.
Circulan tantos bulos que el
compromiso con la verdad exige clarificar la autoría de ciertas ideas porque
sería injusto que las atribuyéramos a los bomberos. Los bomberos bastante tienen
con lo suyo. Este tipo de ideas, si no fueran de creación exclusiva de la
Presidenta de la Comunidad de Madrid, habría que atribuirlas a los Monty Python,
que proponían un Ministerio de Andares Tontos para subvencionar a quienes hacen
el tonto y no consiguen hacernos reír.
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Milio Mariño