Dice mi familia que como olímpico
del sofá voy para medalla. No sé, el oro está difícil porque somos muchos a
competir, pero el bronce igual puede caer. Viendo los Juegos de París, es
posible que supere mi record de inactividad. Estoy en ello. Y, por lo que voy
conociendo, sobre el futuro, esa será la tendencia. Tumbarnos en el sofá puede
llegar a ser deporte y no me extrañaría que lo incluyeran como olímpico dentro
de algunos años. El número de practicantes aumenta de forma exagerada y si han
incluido deportes como el Skateboarding o el Breakdance, hay muchas
posibilidades de que lleguen a considerar deporte el sillón-bol y encestar calcetines
sucios en el cesto de la ropa para lavar.
Supongo que estarán de acuerdo en
qué presenciar la olimpiada desde el sofá resulta mucho más cómodo que hacerlo
desde la grada. Y tiene otra ventaja, no necesitas disfrazarte ni hacer
payasadas para que te enfoquen las cámaras y te vean en casa.
Estar tumbados frente al
televisor, con una cerveza fría y unos cacahuetes a mano, nos permite reflexionar
sobre nuestro cuerpo y el de esos atletas que cada vez son más altos, más fuertes,
más rápidos y más de todo. Nos lleva al convencimiento de que los humanos no
tenemos límite y vamos aumentando nuestras capacidades al ritmo que aumentan las
exigencias. Solo hay que ver las piruetas de los gimnastas. Son tan asombrosas
que temo que en cualquier momento se les descuajeringuen los miembros. No me
relajo, estoy en tensión preocupado por sus piernas y sus tobillos cada vez que
se elevan tres o cuatro metros y dan varias vueltas antes de aterrizar en el
suelo.
Me ponen nervioso. Lo cual
desmiente la falacia de que ver los Juegos Olímpicos desde el sofá no cansa. Acabas
agotado, pero son tantas las ventajas sobre lo que supone desplazarnos y estar
en las gradas que creo que se acabará imponiendo por comodidad, economía y
otras muchas razones.
Lo que vaticinan los expertos, sobre
el futuro de las Olimpiadas, es que vamos a poder estar sin estar. Los estadios
no tendrán público físico, estarán llenos de público virtual. Las gradas serán
sustituidas por grandes pantallas y los espectadores, desde el sofá de sus casas,
podrán expresar sus reacciones a través de plataformas de videollamadas. Podrán
conectarse en directo y los deportistas podrán verlos y oírlos mientras
compiten. La seguridad será perfecta porque nadie correrá peligro y no como
ahora que con 50.000 policías no garantizan que estemos tranquilos.
Lo previsto es que un equipo
especializado se encargue de vigilar el comportamiento de los espectadores
virtuales para evitar obscenidades o insultos racistas. Quien incumpla las
reglas será expulsado de la conexión digital. No obstante, todo estará
controlado para que no se viole el derecho a la intimidad y a la libertad de
expresión sin que tenga cabida ninguna acción indeseable.
Así pintan el futuro. La tecnología
y la inteligencia artificial harán que las Olimpiadas sean muy distintas a esta
de Paris. Sé confirmará que lo mío de ver los Juegos tumbado en el sofá no es
vagancia, es adelantarme a lo que está por llegar. La gente de mi edad tal vez
no lo entienda pero los adolescentes saben de qué hablo. Saben el tiempo que dedican
al esfuerzo y el que pasan en el sofá dedicados a la actividad virtual.
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Milio Mariño