lunes, 18 de septiembre de 2023

Guardia Civil virtual

Milio Mariño

A finales del pasado mes de agosto nos sorprendieron con la noticia de que en un futuro no muy lejano la patrulla de la Guardia Civil, que ahora hace la ronda por esos pueblos que van quedando sin habitantes, será sustituida por una pantalla en la que aparecerá un agente virtual que se parecerá tanto a uno de verdad que, de ser así, mucho me temo que los viejos del lugar volverán a revivir aquellos tiempos en los que veían a la Guardia Civil y apretaban los glúteos para impedir que el miedo se les escapara por las piernas abajo.

Lo que están proponiendo, si no entendí mal, es una especie de realidad alternativa que, al parecer, ha sido creada con una finalidad disuasoria. Poner en la plaza del pueblo una pantalla con un guardia de mentira, que parezca de verdad, es como decir cuidado con lo que hacéis que este va a vigilar. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que sea como el rascar. Que empiecen, y no paren, y después de la del Guardia Civil instalen otras pantallas con las figuras virtuales de quienes antaño eran la referencia de esos pueblos medio vacíos como, por ejemplo, el cura, el maestro, el médico y quién sabe si el tonto también. Que maldita la falta, pero lo mismo piensan que podría contribuir a que los pueblos vuelvan a parecerse a los pueblos felices que todavía perduran en el imaginario de nuestra memoria y se proponen reproducirlos tal cual.

La literatura, el cine y los videojuegos se han encargado de ir preparándonos para esto que se avecina. De todas maneras, la realidad virtual nunca podrá sustituir a la realidad verdadera, que es en la que vivimos. Ya pueden llenar los pueblos con pantallas en las que aparezcan avatares superrealistas, dotados, incluso, con interfaz de lenguaje, que siempre será un simulacro y en modo alguno podrá sustituir la presencia física real de las personas de verdad.

El proyecto que acaban de presentar, según la memoria explicativa que lo acompaña, dice textualmente que es para mejorar el servicio, paliando la falta de efectivos en el mundo rural con avatares virtuales súper realistas de inteligencia artificial, a fin de proporcionar una respuesta más eficiente y mejorar las condiciones de prestación del servicio a la ciudadanía.

Así es como lo explican, pero les falta mucho por explicar. Sobre todo a los que venimos de la pizarra y el pizarrín y ahora andamos con la tablet y el ordenador. A nosotros, lo virtual, nos coge ya muy mayores, de modo que necesitamos que lo expliquen muy bien porque no entendemos ni la mitad. No entendemos cómo un avatar podría auxiliar a una persona en apuros que necesitara una ayuda inmediata. Cómo, en un momento determinado, podría activarse, salir de la pantalla y ayudarnos en lo que haga falta.

La intención supongo que será hacernos la vida más fácil. No imagino otra. Por eso que lo importante no es que en los pueblos pongan pantallas con un guardia, o lo que quieran poner, que parezca de verdad. Lo que importa es si lo que ponen, lo virtual, puede echarnos una mano en caso de necesidad. Pantallas que nos vendan falsas ilusiones tenemos de sobra, lo que falta son servicios y comodidades que hagan que vivir en un pueblo no sea como vivir a mil kilómetros de la ciudad.


Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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