Gira el mundo gira, en su espacio
infinito, cantaba Jimmy Fontana a finales de los sesenta convirtiendo aquella
canción en un éxito que aún se recuerda. Gira y sigue girando como hace
millones de años. El pasado sábado completó otra vuelta y el domingo empezó de
nuevo pero, al parecer, ya se está cansando. Dicen los científicos que la
tendencia es que la Tierra gire cada vez más despacio. Lo que no quita para que,
a veces, le dé un pronto y acelere la rotación cuando gira sobre sí misma. Sucedió
en julio y agosto, meses en los que hubo dos días que duraron menos de 24
horas.
Me enteré hace poco. Creía que seguía
vigente que la rotación de la Tierra era la referencia para medir la duración
de un día y un año. Y, en realidad, así es, solo que los científicos ya habían
avisado de que la rotación no es exacta y, más tarde o más temprano, sucedería
que el tiempo marcado por el movimiento del planeta sería diferente al tiempo
marcado por los relojes.
Hace un siglo no tendría importancia,
pero ahora es diferente. Ahora la vida depende de la exactitud de un segundo.
Ya no vale aquello de que cuando la Tierra completaba la rotación con 0,9
segundos de retraso se añadía un segundo y problema resuelto. Hoy, los sistemas
de navegación por satélite y todos los sistemas digitales que usamos no están
preparados para hacer saltos de un segundo cuando nos convenga. No vale ese
apaño, de modo que quienes gobiernan como se mide el tiempo han propuesto que
no se añada el segundo que se añadía para conciliar el tiempo humano con el
astronómico.
La propuesta es qué, de aquí al
año 2035, no se corrija nada y se aproveche para estudiar qué se hará en el
futuro: si vamos a esperar a tener la diferencia de un minuto o si seguimos como estamos y el desfase no sé
corrige.
Los países, en su mayoría, están
por establecer una escala del tiempo continua, pasar por alto el desfase y que
si fuera necesario hacer algún retoque lo hagan dentro de uno o dos siglos.
Decisión que supondrá, en la práctica, que el tiempo humano vaya por un lado y
el astronómico por el suyo.
No creo que nos afecte mucho. Nuestra
relación con el tiempo es que acaba de empezar otro año y otra vez volvemos a
lamentarnos de que los años pasen volando. Pasan sin que sepamos qué es el
tiempo más allá de lo que marcan los relojes y los calendarios.
Por más que haya avanzado la ciencia,
el tiempo sigue siendo un misterio. Hay científicos que aseguran que es una
invención humana, una percepción de nuestros sentidos. Según esa teoría, el
pasado, el presente y el futuro existen simultáneamente. Lo cual traería
consigo la imposibilidad del libre albedrio.
Quien sabe, lo mismo no sirve de
nada que hagamos planes para este año que acaba de comenzar. Igual el mundo gira
y sigue girando al margen de que decidamos ser mejores, más felices y más ricos.
A lo mejor no depende de nosotros, es la causalidad quien toma las decisiones. Para
Einstein era lo más probable. Decía que si fuera así, sería muy reconfortante
porque protegería nuestro buen humor y haría que nos tomáramos menos en serio a
nosotros mismos y al resto de los mortales.
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Milio Mariño