lunes, 7 de noviembre de 2022

Los jóvenes prefieren el alambre al andamio

Milio Mariño

Una de las apuestas estratégicas del plan español para distribuir los 140.000 millones de euros que recibiremos de los fondos europeos de recuperación, es invertir en obra civil y en la construcción y rehabilitación de viviendas. La previsión supone que esas inversiones generen 246.000  puestos de trabajo, pero el problema, según las empresas del sector y los estudios del Gobierno, es que no tenemos albañiles, ni carpinteros, electricistas o fontaneros. Lo pongo en masculino aunque excuso decirles que fontaneras y albañilas tampoco tenemos. Lo cual explica que el ministro de Migraciones, José Luis Escrivá, haya propuesto que se busquen profesionales de esos oficios en el extranjero. Algo insólito porque, hasta ahora, de otros países, solo venían los jugadores de fútbol.

El problema, lejos de mejorar, irá a peor porque según la última Encuesta de Población Activa, el 34% de los trabajadores de la construcción tiene más de 50 años, mientras que sólo un 8% tiene menos de 30. Unan a este dato que el paro juvenil alcanza el 40 % y llegarán a la conclusión de que los jóvenes prefieren vivir en el alambre a trabajar en un andamio.

Se veía venir. Hace tiempo que los padres no quieren que sus hijos aprendan un oficio y los hijos, que suelen contradecir a los padres, en este caso les dan la razón. Están por estudiar una carrera, que es sinónimo de triunfar, mientras que aprender un oficio se asimila a no salir de pobre y pertenecer a la clase baja toda la vida. No reparan en que un fontanero puede ganar lo que gana un juez y dictar sentencias que nadie discute. Si hay que cambiar un grifo se cambia y si hay que cambiar el váter también.

El Ministro Escrivá nos deja preocupados. No sabemos de dónde piensa traer a los fontaneros y albañiles que hacen falta. Sería bueno saberlo. Cabe suponer que no estará pensando en Costa de Marfil, Senegal, Somalia o Etiopia, países que hambre y miseria tienen por toneladas, pero albañiles y fontaneros deben tener lo que nosotros  en cuanto a domadores de elefantes y astronautas. Así que Escrivá lo mismo piensa traerlos de Francia, Alemania o quién sabe si de Estados Unidos, donde según The Wall Street Journal, el sueldo medio de un fontanero es de 53.000 dólares al año, aunque ya empieza a ser habitual ver ofertas que van desde los 70.000 hasta los 100.000 dólares anuales.

Escasean los albañiles, los fontaneros y un largo etcétera de oficios porque el trabajo manual está mal visto. Ha llegado a convertirse, casi, en una deshonra. Lo cual implica que la demanda de estos trabajos vaya en aumento, y los salarios crezcan, mientras que los trabajadores más cualificados, los de las carreras y los masters, se las ven y se las desean para encontrar trabajo de lo que han estudiado y acaban aceptando empleos precarios y muy mal pagados.

Seguimos teniendo prejuicios con la Formación Profesional. No valoramos lo que, para la marcha de la sociedad, suponen los oficios de siempre ni les damos la importancia que tienen. Igual exageraba un poco, pero me gusta la respuesta que un padre le dio a su hijo cuando este le preguntó: Papá, ¿Es verdad que Dios hizo el mundo?  Que no te engañen, no les hagas caso. El mundo lo hicimos y lo seguimos haciendo nosotros, los albañiles.


Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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