Hay días que uno se enfada leyendo
el periódico y el enfado le dura hasta que encuentra algo gracioso. Que no es
fácil. Pero las noticias, a veces, son como las plantas: tienen raíces amargas
y frutos dulces. Fue el caso porque primero me enfadé y luego acabé riéndome
con eso de que Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, pida
que seamos comprensivos cuando los bancos repercutan el coste del nuevo
impuesto en la concesión de créditos y otros servicios.
No hacía falta que la señora
Lagarde lo pidiera; somos comprensivos por naturaleza. Comprendemos lo que nos
pide. Lo que no comprendemos es que se atreva a pedirlo. Debe ser que la
memoria le falla y ya no recuerda que fueron, precisamente, los Bancos los que
provocaron la crisis de 2008, por conceder préstamos a quienes sabían que no
podían devolverlos y por meterse en negocios de alto riesgo utilizando nuestro
dinero. Seguro que si lo piensa recordará que las únicas víctimas de aquella
debacle fuimos nosotros, los ciudadanos de a pie, que habíamos entregado
nuestros ahorros a los que parecían serios banqueros y resultaron como los del
timo de la estampita. Nosotros fuimos las víctimas y, encima, fuimos tan
comprensivos que consentimos que los gobiernos de, prácticamente, todo el mundo
regalaran a los Bancos toneladas de dinero para cubrir las apabullantes pérdidas
de su desastrosa gestión.
Pero ahí no acabó la cosa. Tiempo
después nos enteramos de que las entidades bancarias a las que se había ayudado
con dinero público, invirtieron buena parte de las ayudas en pagar sueldos
millonarios a sus cargos directivos y a todos los que percibían lo que llaman
“bonus”, que es algo así como un impuesto revolucionario a cargo de quienes
todavía seguimos guardando en los Bancos el poco dinero que aún nos queda.
Tal vez, desde las alturas del
cargo, la señora Lagarde no lo perciba, pero somos muy comprensivos.
Comprendemos casi todo y de los Bancos hasta lo incomprensible. Hasta que estén
preocupados por el nuevo impuesto a la banca que les va a poner Pedro Sánchez.
Al fin y al cabo, de enero a septiembre, los principales Bancos de España solo
han ganado 16.000 millones de euros. Una millonada para nosotros que, para los
Bancos, será calderilla. Y si, encima, tienen que pagar un nuevo impuesto es
comprensible que no les llegue la camisa al cuerpo. La situación es para
preocuparse, de ahí que pidan qué seamos comprensivos y les echemos una mano.
Lo comprendemos perfectamente. El
problema es que hemos arrimado tanto el hombro; hemos perdido tantos sueldos, empleos,
viviendas, ahorros y hasta hemos tenido que ayudar tanto a nuestros hijos que
ahora mismo, aunque quisiéramos, no podríamos ayudarlos. Lo mismo piensan que
si nos apretamos un poco… Qué se yo, si aguantamos la subida de la inflación,
la subida de los tipos de interés, la hipoteca, el gas, la electricidad… Igual
de ahí podríamos sacar algunos euros y ayudarlos con el nuevo impuesto.
Imposible. Y, eso que resulta conmovedor que
los Bancos nos pidan comprensión. Comprender, los comprendemos, como no vamos a
comprenderlos, otra cosa es que podamos ayudarlos. Lo que sí podemos y casi me
atrevo a garantizar que harán muchísimas personas, para tranquilidad de la
señora Lagarde y el resto de sus colegas banqueros, es que, a los Bancos, los
tendrán presentes en sus oraciones, como a cualquier necesitado.
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Milio Mariño