Cuando escampe la que está
cayendo, por este Covid-19 que mata a los viejos y a los jóvenes los deja sin
empleo, la situación de España será tan complicada que necesitará que todos nos
arremanguemos para echar una mano, o las dos si hace falta. No valdrá la
disculpa de tenías que haberme llamado ayer y me llamaste hoy por la mañana ni tampoco
la de yo con ese no me junto y si está él no cuentes conmigo. Habrá que contar
con todos porque todos somos necesarios y nadie es más que otro ni menos
tampoco. Así que sobra el orgullo mal entendido, la soberbia y la distinción por
colores. Si se empieza por abordar el problema en plan rojos y azules, y no por
la necesidad de un acuerdo, mal empezamos. Serían ganas de no decir a las
claras si se está dispuesto a arrimar el hombro o la idea es empujar hacia el
precipicio. Algo no descartable pues solo hay que acordarse de lo que dijo Cristóbal
Montoro cuando la crisis de 2008: “Si cae España que caiga que ya la
levantaremos nosotros”.
Aquello fue una irresponsabilidad
entonces y lo sería más todavía ahora. Lavarse las manos y negar cualquier
compromiso, haría mucho daño y no resolvería nada. El sálvese quien pueda y
leña al Gobierno, para aprovechar la catástrofe y rentabilizar el descontento en
las próximas elecciones, no estaría en consonancia con lo que desean la mayoría
de los españoles, quienes están demostrando un sentimiento comunitario y una
disposición a ser solidarios como nunca se había dado. Una postura lógica si
tenemos en cuenta que el Covid-19 no es el mal de unos sino el mal de todos.
Aun contando con eso, cobra
fuerza la sensación pesimista de que el acuerdo no será posible porque algunos de
los protagonistas no están a la altura de los que firmaron el Pacto de la
Moncloa. Anteponen, a cualquier solución, recuperar el poder convencidos de que
el poder les pertenece y no puede estar en otras manos. Así que ahora veremos
si son capaces de arremangarse y firmar un acuerdo. Las tragedias desnudan a
los vendedores de humo y ponen a cada uno en su sitio.
Que dirijamos las críticas,
especialmente, hacia la oposición no quiere decir que demos por bueno todo lo
que hace el Gobierno. El Gobierno ha hecho unas cosas bien y otras no. Pero,
incluso no acertando, una mala idea no lo es tanto cuando nadie propone otra
mejor. Ese es el tema, que no se conocen otras propuestas, de la oposición, que
la bandera a media asta y la corbata negra de luto. Eso, y el temor a que el
Gobierno pueda salir reforzado y se demuestre que es posible salir de la crisis
con una mayor justicia social. De ahí que, antes de sentarse a la mesa, algunos
planteen cosas inaceptables como que el Gobierno de coalición se rompa o no se
cuente con Unidas Podemos.
Así no vamos a ninguna parte. El
objetivo no puede ser cargarse al Gobierno, sino salir lo mejor posible de esta
situación terrible generada por la pandemia. España necesita un acuerdo de
todos que sea, además, solidario. Se impone, por tanto, que los políticos se
arremanguen y olviden sus diferencias. Los que a las ocho de la tarde aplauden desde
los balcones están deseando aplaudir, también, ese acuerdo.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
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