domingo, 19 de abril de 2020

Cuando los niños de ahora sean abuelos

Milio Mariño

Acaso porque estamos ociosos y tenemos tiempo de sobra para pensar, incluso, en pasado mañana, ha ido tomado cuerpo la idea de que, en cuestión de valores y a nivel social y afectivo, saldremos muy mejorados después de esta crisis. Es lo que auguran los gurús del futuro, pero yo soy muy escéptico. Los recuerdos, en los adultos, se van volando. Somos un prodigio pasando página, por eso pienso que, poco después de que salgamos de nuevo a la calle, olvidaremos estas reflexiones y volveremos a cometer los mismos errores.

Los adultos somos así de insensatos, pero los niños son otra cosa. A los niños les quedará, para siempre, el recuerdo de estos días de encierro y no lo olvidarán mientras vivan. Suele pasarles a todos los niños que viven una situación complicada. Les pasó a los que vivieron la Guerra Civil y a los que nacieron después y vivieron, luego, la posguerra. Fue una generación que creció con el virus del miedo inoculado en vena y nunca consiguió curarse del todo. Tampoco consiguió olvidar la pobreza, el desamparo, la crueldad de los vencedores y la ausencia de libertades.

Los niños de ahora no tendrán que enfrentarse a semejantes calamidades, pero imagino que conservarán el recuerdo de estos días de encierro y se lo contarán a sus nietos. Contarán lo que vivieron, aunque tal vez no alcancen a trasladarles que, en esta época, había unos abuelos que fueron únicos en su especie. Unos abuelos que, algunos, habían vivido la Guerra Civil y otros la posguerra y la dictadura y que, pese a todo, propiciaron la recuperación del país y apostaron por la convivencia. No tuvieron una vida fácil, pero consiguieron que sus hijos estudiaran, lucharon por las libertades y lograron superar varias crisis económicas, ayudando, incluso, con lo exiguo de sus pensiones. Su vida fue más de sacrificios y privaciones que de momentos felices. Y, por si no fuera bastante, por una de esas paradojas que tiene el destino, muchos de esos abuelos acabaron muriendo en una soledad espantosa; sin tener a ningún familiar a su lado al que poder estrecharle la mano como último deseo.

Esto de los abuelos, es posible que no lo recuerden los niños de ahora cuando sean viejos, pero recordarán habérselo oído contar a sus padres. También podrán leer, si quieren, que aquella fue la generación de la Guerra Civil y lo que vino después lo que llamaron el Baby Boom, una generación que comprende a los nacidos entre 1946 y 1964.

Mi generación, la del Baby Boom, tiene nombre propio y esta, la de los niños de ahora, también tendrá el suyo. Al parecer, según varios sociólogos, van a llamarlos la Generación Coronial.

A saber, el balance que harán cuando sean abuelos. Lo que vaticinan para ellos es que tendrán una educación en casa mayor de lo esperado; que sus padres serán reticentes a enviarlos a actividades que supongan participar en grandes grupos; que esa fobia les durará hasta la madurez; y que no serán una generación que vaya tanto a conciertos y acontecimientos deportivos como las anteriores.

Nadie sabe si se cumplirán estas predicciones. Lo que parece seguro es que estos días de encierro influirán en sus vidas y que, cuando sean abuelos, contarán lo ocurrido exagerando un poco. No por alterar la historia sino porque es lo que solemos hacer los abuelos.

Milio Mariño / Artículo de Opinión publicado en la edición de Avilés de La Nueva España

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