lunes, 16 de marzo de 2020

Virus y economía

Milio Mariño

Vivimos en un mundo que da tanta importancia a lo económico que cuando los medios informan sobre el coronavirus parece que lo hacen lamentando más la caída de la Bolsa que el número de muertos. El propio presidente del Gobierno compareció, hace poco, para tranquilizar a las empresas antes que a los ciudadanos.

Así las cosas, la crisis sigue su curso mientras la ciencia no ofrece ningún remedio y tampoco tiene muy claro cuál es el índice de mortalidad de ese virus. En principio parece bajo, pero para que no seamos optimistas y pensemos que podemos librarnos ya se encargan de anunciar, a todas horas, que no tenemos escapatoria. Si, al final, hay suerte y el virus no entra en nuestros pulmones entrará en nuestra cartera.

Lo curioso es que estamos aceptándolo como algo natural y lógico. Nos parece de lo más normal que un virus pueda afectar a la economía y provocar pérdidas millonarias, cuando lo cierto es que no tenemos ni idea de lo que pueda estar pasando ni de si tiene sentido lo que nos dicen. En realidad, no sabemos nada, pero tampoco se nos ocurre alzar la vista de los periódicos y pensar algo tan sencillo como si no estarán intentando volver a liarnos como pasa siempre con las crisis económicas.

Aunque la información venga avalada por los expertos y los analistas económicos, no me digan que no resulta asombroso que un inversor millonario se levante por la mañana, se duche, se afeite, desayune dos huevos con beicon, y al ver, en la tele, que hablan del coronavirus, entre en pánico y decida vender todas sus acciones de la compañía o el banco que sea. Si muchos inversores hicieran eso sería el caos; habría pérdidas empresariales, decaerían los dividendos y bajarían los precios de las acciones. Justo lo que dicen que está pasando, pero da la casualidad que nada baja y nada pierdes hasta que vendes y que, a lo peor, no es el mejor momento para vender. Además, para que unos vendan tiene que haber otros que compren. ¿Qué pasa que los que compran no tienen miedo al coronavirus? Por lo visto, hay inversores que no. Inversores que puede que teman por sus vidas, como todo el mundo, pero no por su dinero ya que están aprovechando para comprar y eso significa que ven que hay negocio. Así que no es cierto que las bolsas caigan porque los inversores teman al coronavirus. Temerán, seguramente, a cualquier enfermedad del dinero, que también tiene las suyas y no son una gripe o un virus.

Al hilo de todo esto, no faltan quienes apuestan por una gran conspiración. La versión “oficial” es que el coronavirus surgió, por casualidad, en un mercado de la ciudad de Wuhan, donde se comercializan animales como los murciélagos, principales sospechosos de ser portadores del virus. Esa es la versión, pero también hay quien sostiene que el virus pudo ser fabricado, a propósito, como un plan para hacer una limpia y eliminar a la gente que sobra. Llama la atención que mate, sobre todo, a los viejos. Mata a los viejos y a los de mediana edad los arruina, así que la juventud tiene la oportunidad de empezar de nuevo como si hubiera habido una guerra. No descarten la idea porque no es ninguna tontería; así es como viene funcionando nuestro sistema económico desde hace siglos.


Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

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