Cuando escribo este artículo no conozco el resultado de las elecciones italianas que ustedes ya conocerán cuando lo lean, pero estoy al tanto de que las encuestas vaticinan que los obreros y las clases bajas votarán a los partidos de derechas, la burguesía dará su voto a la izquierda moderada y las clases medias se repartirán entre la derecha y los indignados del Movimiento 5 Estrellas. Así es que Berlusconi, a los 81 años y después de que fuera condenado por fraude fiscal, expulsado de su escaño de senador e inhabilitado para ejercer cargos públicos, tiene muchas posibilidades de alzarse con la victoria.
La resurrección de Berlusconi, en Italia, viene a sumarse al triunfo de Trump en EE.UU, Rajoy en España y otros que allá se andan en cuanto a sus méritos para gobernar un país. Se dirá, seguramente, que son elegidos de forma democrática y que la democracia no es el mejor sistema político pero si el menos malo. De modo que toca aguantarse y esperar que cumplan sus promesas y no conviertan el triunfo en una estafa. Al final, es lo que suelen hacer casi todos y, en especial, quienes defienden como principio una sociedad económicamente satisfactoria pero socialmente injusta. En este sentido los partidos de la derecha no engañan, actúan de acuerdo con la lógica del capitalismo. Lo que no es lógico, ni aquí ni en Italia, es que los obreros y las clases bajas los voten. Pero es lo que votan. Y no solo en EE.UU sino en toda Europa.
A lo mejor, que sé yo, lleva razón Fernando Savater cuando dice que lo peor de los políticos es lo mucho que se parecen a quienes los han elegido. Tal vez sea así y resulte que los americanos se parecen a Trump, nosotros a Rajoy y los italianos a Berlusconi. Puede suceder que nos cueste reconocerlo pero que sea esa la explicación de por qué los obreros y las clases bajas votan a los partidos que, por ideología y principios, no llevan como bandera una mayor justicia social. Quisiera creer que no. Que el lio está en lo que prometen. Está en un discurso que no es de derechas ni de izquierdas sino el que mejor convenga para ganar las elecciones y luego ya se verá.
A las pruebas me remito. Lo que Rajoy dice, aquí, que no puede hacer, Berlusconi promete hacerlo en Italia. Los dos son de derechas, pero el discurso no se parece en nada. Así es que no me extraña que los italianos anden liados y pierdan la perspectiva de quienes defienden mejor a unos y otros.
Berlusconi y su coalición de derechas, dicen en Italia que ningún anciano puede vivir, hoy, con una pensión de 500 euros. Que es obligado e indispensable aumentar la pensión mínima, por lo menos, a 1.000 euros. Promesa que promete cumplir si los italianos le dan el gobierno. Y no solo eso, también promete entradas gratuitas al cine para los ancianos, viajes en tren gratis, ciertos días de la semana, dentistas y servicios de odontología gratis y ayudas para todos los ancianos que tengan una mascota.
Conociendo al personaje, no me extrañaría que Berlusconi cumpliera su promesa en lo de las mascotas y el cine gratis pero que las pensiones sigan como están. Al fin y al cabo no creo que haya tanta diferencia entre él y Rajoy.
Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España
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