lunes, 12 de octubre de 2015

Caca, culo, please

Milio Mariño

Cuando doy con una frase ingeniosa lo paso bomba. Celebro encontrarme con una de esas frases que provocan el esbozo de una sonrisa y actúan como un resorte que hace que te cambie el humor. Me sucedió mientras leía que el Ayuntamiento de Mieres enviará a la calle a policías de paisano, en coches camuflados, para vigilar qué los perros estén identificados con el correspondiente chip y que los propietarios recojan los excrementos que los animales van dejando, por ahí, al descuido. Ya estaba yo frunciendo el ceño y preguntándome si no habría otro procedimiento que el muy antiguo de poner multas cuando me acordé de que hace un año el Ayuntamiento de Arousa, justamente para lo mismo, en vez de organizar patrullas de guardias disfrazados que vigilen y multen a los dueños de los perros que no recojan las cacas del suelo, optó por poner en marcha una campaña cuyo eslogan era: “Caca, culo, please”.

Un aplauso para los gallegos, que también amenazaban con poner multas pero no empezaban multando. Empezaban por arrancarnos una sonrisa con ese eslogan que me parece muy ingenioso. Dirán que lo que vale para Arousa no tiene por qué valer para Mieres, por más que Mieres tenga un pueblo que se llama Gallegos. Tal vez, pero tampoco vendría mal que los ediles mierenses abordaran ese problema con un poco de humor que no tiene por qué ser inglés. En Mieres nació Teodoro Cuesta, un maestro del humor, tan ingenioso, o más, que Julio Camba o Wenceslao Fernández Flórez.

Por eso, y por lo que paso a contarles, Mieres tenía fácil montar una campaña en el sentido de concienciar a los vecinos para que hagan lo que tienen que hacer cuando sacan al perro de paseo. Seguro que conocen la frase: ¿Yes de Mieres?… ¿Tienes Perru? De modo que con un poco de ingenio podían haber utilizado esa ventaja para este asunto que comentamos. Pero los políticos locales debieron pensar que la caca de los perros es un asunto tan serio que exige patrullas de guardias disfrazados antes que un eslogan ingenioso y una llamada al civismo. Optaron por la mano dura aunque no sean igual de duros con las cagadas que ellos mismos van dejando en su quehacer político.

Sé que no es para reírse. Soy el primero que no me rio cuando piso una de esas cosas marrones que van dejando los perros y, ahora en otoño, son fáciles de confundir con la seta Níscalo o el champiñón Portobello. Es más, estoy por apostar que, en mi caso, no es aplicable la Ley de Probabilidad de un Suceso pues si el 99 % de los que tienen perro recogen las cacas del suelo, la que corresponde a ese uno que falta no falla que la aplaste con mi zapato. Pero medidas como esta de Mieres o la que anuncian en Sitges me parecen exageradas.

En Sitges, el Ayuntamiento se ha comprometido a crear un registro genético de mascotas, de modo que cuando éstas hagan sus necesidades en la vía pública la caca pueda ser reconocida por su ADN y los dueños de los animales multados. Ahí es nada hacer un análisis de sangre a todos los perros para crear una base de datos de ADN canino. Ya les vale a los ediles de Sitges. Otros que, como los de Mieres, merecen un please de reproche.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España


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