lunes, 13 de julio de 2015

Miranda tiene cura; Feito es la solución

Milio Mariño

Una de esas noticias que no salen en los telediarios pero nos conmocionan igual fue que apartaran a José Manuel Feito de su parroquia de Miranda sin que hubiera hecho mérito alguno para merecer tanta desgracia.

Cuando leí que lo trasladaban a la parroquia de El Quirinal me vinieron a la memoria aquellos castigos que sufríamos en la mili para que quedara claro quien mandaba, aunque la razón la tuviera el mandado. Por más vueltas que le di no le encontré sentido. Desconozco las necesidades de las parroquias pero, en cualquier caso, no creo que fuera una catástrofe, para la diócesis, dejar a Feito en Miranda, liberado de las funciones que por edad ya no puede desempeñar, y nombrar a otro cura para que se haga cargo de la parroquia teniéndolo a él como ayudante, coadjutor, auxiliar o lo que corresponda, de acuerdo con la escala jerárquica de la Iglesia. Es decir, justo lo contrario de lo que hizo quien fuera el que tomó la decisión con una frialdad absoluta y una deshumanización que no sé si pedir que lo perdone Dios porque semejante ruindad no merece perdón.

El pecado de José Manuel Feito tal vez sea que, además de ser buena gente, es un buen cura. Cuestión que supone un inconveniente, pues las buenas personas no suelen ocuparse de lo suyo, son poco prácticas, y tienen peor marketing que quienes están dispuestos a servir de alfombra, en palacio, convencidos de que la bondad es una anomalía, aislada y singular, que solo sirve para incrementar el sentimiento de culpa en los demás.

Mientras todo esto ocurre, y la gente silba indignada, Feito acepta con resignación cristiana lo que a muchos nos parece inaceptable. Que la jerarquía eclesiástica se haya deshumanizado, hasta ese punto, y que desde su pedestal imponga unos cambios que provocan un sufrimiento evitable. Me lo parece a mí, que llevaba tiempo visitando las iglesias solo por su valor cultural y dejé de hacerlo cuando, no hace mucho, pretendía visitar un templo que se había restaurado con dinero público y me dijeron que tenía que pasar por taquilla y pagar cuatro euros.

Pero estábamos en lo de Feito, en lo de apartarlo de una parroquia en la lleva cincuenta años.

No sé, ni me importa, si Feito es un cura moderno, antiguo, progresista o conservador. Me consta que es buena gente, cariñoso, servicial y conservacionista de la tradición, la cultura, el idioma y la historia pequeña que se escribe con mayúsculas. Una historia, la de Miranda, que tenía enterrados muchos tesoros que Feito fue descubriendo con dedicación, trabajo y esfuerzo: El Bron, la Cerámica Negra, los caldereros, el magisterio de Faustina Álvarez, madre de Alejandro Casona, el pintor Carreño Miranda, el Rey de la Patagonia y muchas cosas de mis antepasados, que también son parte de la historia de Miranda y se sentirían ofendidos por lo que acaba de hacer esa jerarquía que parece empeñada en crucificar a un cura bueno que dignifica una iglesia que tal vez solo exista en el corazón de los románticos.

La edad ha hecho vulnerable a ese cura entregado a la cultura y la fe. Merece que la gente de Miranda lo quiera, como está demostrando quererlo, y que él se deje querer. Que disfrute de ese cariño porque, aunque sé que no estará de acuerdo, solo se vive una vez.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

1 comentario:

  1. José Manuel Feito Álvarez Amigo Milio, no tengo tu teléfono a mano y aprovecho este medio para agradecer tus palabras hoy en LNE y veo que también aquí. Espero que la cosa se arregle para bien de todos: Hoy hablé con el Arzobispo, me quedaré en Miranda, ayudando al que venga y al cura de san Juan. Lo que fice siempre. Aun recuerdo tus cuadros y aquella exposición que hicimos con ellos.Tu también eres parte de la historia xagó... Gracias.

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Milio Mariño