Hace tiempo que albergo la
duda sobre si la cercanía de estos dos días festivos, el sábado la Constitución
y hoy, lunes, la Inmaculada, se debe a una coincidencia o a que alguien tuvo la
idea de ponerlos juntos porque ambos se necesitan. Para entender esta duda
habría que remontarse a 1978, cuando el franquismo se resistía a la democracia
y la Inmaculada no solo era la madre de Cristo, también era la madre de España,
un país elegido por Dios para una misión histórica.
Ni más ni menos. Estuvieron
cuarenta años con esa matraca. Insistían en lo que había dicho el Conde-Duque
de Olivares: “Dios es español y está de parte de nuestra nación”. España era el
pueblo elegido y la envidia de todo el mundo. Así que, influido por la historia
que nos habían contado en el bachillerato y por aquel eslogan, que se hizo muy
famoso, Spain is different, llegué a creer que los españoles éramos diferentes
de verdad. Luego, cuando empecé a viajar por Europa, ya fui desterrando esa
idea. No había tal diferencia, nosotros teníamos nuestras cosas y ellos tenían
las suyas. En cualquier caso, la diferencia no estaba en las personas, estaba
en nuestro retraso social, tecnológico y económico. Trabajábamos más,
cobrábamos menos y teníamos peores servicios públicos. Aunque, eso sí, aparentábamos
estar siempre contentos y disfrutábamos de la vida más y mejor que ellos.
Seguimos muy parecido. Dinamarca,
Noruega y Finlandia siguen al frente de la clasificación europea y España, a
pesar de que no se parece en nada a la de 1978, sigue sin figurar en el ranking
de los primeros. Hemos mejorado mucho, pero no lo suficiente. Y, lo peor de
todo, es que esa mejora, de la que algunos nos sentimos orgullosos, hay quien
dice que solo ha servido para que degeneremos hacia un país irreconocible que ha
desvirtuado la esencia de lo genuinamente español.
Al parecer, hemos pecado de
progresistas. Por eso hay políticos que proponen devolvernos al buen camino y
recuperar la verdadera España. Esa España que en vez de parecerse a Europa se
parezca a la de los toros, el señorito y la Guardia Civil con tricornio.
Es decir, al Spain is different.
Menudo chasco. Tantos años
luchando para que España no fuera diferente, fuera normal, y resulta que lo
normal era volver al pasado. Una propuesta poco novedosa y nada solidaria que,
mal que nos pese, está ganando adeptos.
Cada vez hay más jóvenes que añoran la juventud de sus abuelos. Desconocen cómo
fueron aquellos años pero no les importa, se refieren al pasado con una alegría
que confirma su ignorancia. Manifiestan su rebeldía presumiendo de ser anti-igualitarios,
anti-progresistas, anti-feministas, anti-científicos, anti-ecologistas,
anti-emigración y todos los anti que podamos imaginar. Según las últimas
encuestas el 42% de los jóvenes de la
Generación Z y, sobre todo, los millennials consideran que las dictaduras son
una buena manera de gobernar.
El sábado, en el 47 cumpleaños
de la Constitución, quienes la defienden y defienden el progreso dijeron que es
del todo increíble que podamos volver al pasado. Se olvidaron de que también
resulta increíble que hace 2025 años a una mujer le introdujeran unos espermatozoides
por lamparoscopia y tuvo un hijo que fue Dios en persona. Y eso, precisamente,
es lo que hoy celebramos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Milio Mariño