lunes, 28 de julio de 2025

Superman y el Capitán Trueno

Milio Mariño

Como quien ignora que existen los calendarios, Superman ha cumplido 87 años y podría vivir, olvidado, en una residencia de ancianos si fuera una persona corriente y no un superhéroe. Pero ahí lo tenemos, sigue en la brecha y se ha adaptado a los tiempos, y a la vida y costumbres americanas, a pesar de que, en sus orígenes, fue un sin papeles.

Superman llegó a Estados Unidos, de forma ilegal, en junio de 1938, procedente del planeta Kryptón y fue adoptado y criado por dos granjeros, Martha y Jonathan Kent, que le inculcaron unos valores y principios que luego serían característicos de sus hazañas y aventuras. Desde siempre se dedicó, por entero, a luchar contra las injusticias utilizando sus superpoderes para combatir a los villanos que asolan el mundo achuchando a los más débiles.

Aunque no se mencione, parece evidente que Superman ha seguido un plan de envejecimiento activo que le permite estar en plena forma a los 87 años. En su nueva película, estrenada el pasado 11 de julio, sigue defendiendo la justicia en un mundo cada vez más cínico, que ha perdido la fe y considera que la bondad es un valor obsoleto. Nada ni nadie han conseguido apartarlo de su misión, a pesar de que cada vez es más difícil distinguir a los buenos de los malos. La confusión ha llegado a tales extremos que la ultraderecha estadounidense acaba de arremeter contra Superman, calificando su nueva película como izquierdista y promotora de las ideas y los valores de la ideología woke. Un disparate que puede ser, todavía, mayor si los Trumpistas insisten en llevar a término esa orden ejecutiva, recientemente aprobada: "Restoring Truth and Sanity to American History". Restaurar la verdad y la cordura en la historia de Estados Unidos.

Restaurar la cordura, para Trump y  los suyos, es acabar con la igualdad de derechos y volver a los tiempos de la Edad Media. Una idea con la que estarán muy de acuerdo los ultraderechistas españoles, que se ofrecerán a los yanquis para echarles una mano y hasta es posible que les propongan cambiar a Superman por El Capitán Trueno. Otro superhéroe que también lucha contra la injusticia pero, sobre todo, contra el musulmán infiel. En dicho empeño, junto con sus amigos Goliath y Crispín y al grito de: ¡Santiago y cierra España!, El Capitán Trueno ha protagonizado sus mejores hazañas.

Tal vez convenga aclarar que cuando El Capitán Trueno invoca a Santiago no se refiere a Santiago Abascal sino al apóstol Santiago el Mayor, apodado Santiago Matamoros porque intervino de forma milagrosa en favor de los cristianos cuando lucharon contra los musulmanes en la batalla de Clavijo.

A diferencia de Superman, El Capitán Trueno, no era un inmigrante sin papeles ni vino de otro planeta, nació en la España de la postguerra y en plena dictadura franquista. Su creador, Víctor Mora, quería que apareciera como defensor de los derechos humanos, concepto que, en aquel momento, no estaba bien visto por los mandamases del régimen. La censura obligaba a cambios en el guión y El Capitán Trueno no se publicaba como hubieran querido sus creadores.

Por lo que dicen de su última película, los Trumpistas pretenden con Superman lo mismo que los franquistas con El Capitán Trueno. Sería una catástrofe que lo consiguieran. Dios no lo quiera y la kryptonita tampoco.


Milio Mariño / Mi artículo de Opinión de los lunes en La Nueva España


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