Como quien ignora que existen los calendarios, Superman ha
cumplido 87 años y podría vivir, olvidado, en una residencia de ancianos si
fuera una persona corriente y no un superhéroe. Pero ahí lo tenemos, sigue en
la brecha y se ha adaptado a los tiempos, y a la vida y costumbres americanas,
a pesar de que, en sus orígenes, fue un sin papeles.
Superman llegó a Estados Unidos, de forma ilegal, en junio
de 1938, procedente del planeta Kryptón y fue adoptado y criado por dos
granjeros, Martha y Jonathan Kent, que le inculcaron unos valores y principios
que luego serían característicos de sus hazañas y aventuras. Desde siempre se
dedicó, por entero, a luchar contra las injusticias utilizando sus superpoderes
para combatir a los villanos que asolan el mundo achuchando a los más débiles.
Aunque no se mencione, parece evidente que Superman ha
seguido un plan de envejecimiento activo que le permite estar en plena forma a
los 87 años. En su nueva película, estrenada el pasado 11 de julio, sigue
defendiendo la justicia en un mundo cada vez más cínico, que ha perdido la fe y
considera que la bondad es un valor obsoleto. Nada ni nadie han conseguido
apartarlo de su misión, a pesar de que cada vez es más difícil distinguir a los
buenos de los malos. La confusión ha llegado a tales extremos que la
ultraderecha estadounidense acaba de arremeter contra Superman, calificando su nueva
película como izquierdista y promotora de las ideas y los valores de la
ideología woke. Un disparate que puede ser, todavía, mayor si los Trumpistas
insisten en llevar a término esa orden ejecutiva, recientemente aprobada:
"Restoring Truth and Sanity to American History". Restaurar la verdad
y la cordura en la historia de Estados Unidos.
Restaurar la cordura, para Trump y los suyos, es acabar con la igualdad de
derechos y volver a los tiempos de la Edad Media. Una idea con la que estarán
muy de acuerdo los ultraderechistas españoles, que se ofrecerán a los yanquis para
echarles una mano y hasta es posible que les propongan cambiar a Superman por El
Capitán Trueno. Otro superhéroe que también lucha contra la injusticia pero,
sobre todo, contra el musulmán infiel. En dicho empeño, junto con sus amigos Goliath
y Crispín y al grito de: ¡Santiago y cierra España!, El Capitán Trueno ha
protagonizado sus mejores hazañas.
Tal vez convenga aclarar que cuando El Capitán Trueno invoca
a Santiago no se refiere a Santiago Abascal sino al apóstol Santiago el Mayor,
apodado Santiago Matamoros porque intervino de forma milagrosa en favor de los
cristianos cuando lucharon contra los musulmanes en la batalla de Clavijo.
A diferencia de Superman, El Capitán Trueno, no era un inmigrante
sin papeles ni vino de otro planeta, nació en la España de la postguerra y en
plena dictadura franquista. Su creador, Víctor Mora, quería que apareciera como
defensor de los derechos humanos, concepto que, en aquel momento, no estaba bien
visto por los mandamases del régimen. La censura obligaba a cambios en el guión
y El Capitán Trueno no se publicaba como hubieran querido sus creadores.
Por lo que dicen de su última película, los Trumpistas pretenden
con Superman lo mismo que los franquistas con El Capitán Trueno. Sería una
catástrofe que lo consiguieran. Dios no lo quiera y la kryptonita tampoco.
Milio Mariño / Mi artículo de Opinión de los lunes en La Nueva España
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