lunes, 27 de febrero de 2023

Viejos y Jóvenes

Milio Mariño

Por más que haya estudiado en un colegio de pago y, de niño, me tengan dicho que es de mala educación escuchar las conversa- ciones ajenas, si estoy tomando un café en una terraza y escucho algo interesante enseguida pongo la oreja. No me sirve de mucho porque uno tiene la edad que tiene y se entera de lo que se entera, pero el otro día oí que hablaban de lo felices que somos los jubilados y casi hago una trompetilla con el cartón de las servilletas. Quería enterarme de la conversación de la mesa de al lado, donde un grupo de cuarentones y cuarentonas se refería a sus padres como si les tuvieran envidia. Puse más atención todavía cuando oí que había sido un disparate que el Gobierno subiera las pensiones un 8,5 por ciento. El problema, al parecer, es que un jubilado, con una pensión media, cobra lo mismo que cobran ellos y más que cualquier joven.

 Alguien del grupo dijo, tímidamente, que se lo habían ganado. Que, al fin y al cabo, habían cotizado toda su vida para tener una pensión digna, pero enseguida lo corrigieron y lo acusaron de imbécil, diciéndole que la pensión que le correspondería, cuando se jubilara, sería menor, la cobraría más tarde y no tendría el poder adquisitivo que ahora tienen los viejos.

Para disimular que estaba con la antena puesta fingí que leía el periódico, pero un poco porque se dieron cuenta y otro poco por que debió parecerles que era un jubilado pata negra, lanzaron otra andanada. Dijeron que casi un millón de pensionistas cobran pensiones de dos mil euros. Lo cual, según el que llevaba la voz cantante, es una barbaridad porque ni en Alemania se da esa circunstancia.

Más que una conversación distendida, era un ataque sin piedad contra los jubilados. Culpaban a los viejos de la vida que llevan los jóvenes. Algo que, en mi opinión, no tenía sentido aunque luego comprobé que, para los que ahora tienen treinta o cuarenta años, sí que lo tiene. El ultra liberalismo económico ha puesto en marcha la idea de que la culpa de lo que les pasa a los jóvenes la tienen los viejos. Y funciona que mete miedo. Hay muchos jóvenes convencidos de que los viejos les roban la vida. Tienen entre ceja y ceja que sus padres vivieron mejor.  Pudieron tener un piso, que pagaron en poco más de diez años, un trabajo estable y sin sobresaltos, un buen coche y, además, darles estudios y mandarlos, incluso, a la universidad. A todo lo cual hay que añadir que acabaron jubilándose en unas condiciones que ellos nunca tendrán.

 El análisis no está mal, pero lo propio sería que pelearan porque las condiciones que tuvieron y tienen sus padres se mantengan y se mejoren, en lugar de no hacer nada, sentirse frustrados y mostrar su resentimiento hacia los mayores. Es de una ignorancia supina que algunos jóvenes crean que su vida es un fiasco porque los jubilados cobran buenas pensiones. Y, más ignorancia, sí cabe, que la solución pueda ser que las pensiones no suban.

El populismo está consiguiendo que la lucha generacional sustituya a la lucha por una sociedad mejor y más justa. Está estableciendo una distinción cruel y salvaje entre las personas útiles y los viejos inútiles que, como dijo  Christine Lagarde, viven demasiado. Son un gasto que la sociedad podría ahorrarse.

Milio Mariño / Artículo de Opinión / Diario La Nueva España

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo yo iba a las concentraciones de jubilados y había muy pocos jóvenes o ninguno a veces

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Milio Mariño